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Humanismo

Mantenerse vivo

Somos muy distintos, con muchas diferencias entre unos y otros, pero tenemos que activar la cultura del sueño para mantenernos vivos. Lo más esperanzador siempre es levantarse unido al análogo, reconciliados entre sí y con la naturaleza, sabiendo que la fertilidad de la tierra como la de cualquier ser laborioso, también proviene de la capacidad de suministrar los nutrientes esenciales, que son los que verdaderamente mejoran la salud.

Romper la dinámica de la desconfianza

Los moradores de este mundo tenemos que activar otros territorios más armónicos, basados en la confianza entre nosotros, con unos liderazgos que activen los acuerdos y el encuentro entre sí, para conseguir el triunfo de la concordia. La cuestión radica en ser instrumentos de conciliación, sembrando clemencia donde cohabite la intransigencia y poniendo auténtico amor en cada paso que ofrecemos.

Alianzas auténticas y encuentros contemplativos

La vida no es fácil para nadie. Quizás tengamos que reinventarnos otras maneras de vivir, comenzando por uno mismo, siendo más compresivos y auténticos; porque para estar en una atmósfera integral, se requiere de otros lenguajes más níveos, despojados de todas las miserias humanas.

Responsabilidad compartida

Debiéramos estar más en disposición responsable; sobre todo, para repensar los modelos de crecimiento y desarrollo económico que nos han llevado a una degradación ambiental y a que la población, en su conjunto, no se ponga al servicio de la persona humana.

Urge mudar de aires y madurar de vientos

El mañana tiene necesidad de aires nuevos. Nada está predeterminado, todo se puede modificar. Si el cultivo del arte nos pone alas creativas, también las letras como las ciencias son una herramienta muy valiosa para comprender el mundo que nos rodea.

Algunos retos actuales

Hoy más que nunca necesitamos sentirnos acompañados. Lo prioritario radica en cultivar el presente, activando los vínculos de la familia para desterrar y destronar de nuestro interior cualquier estado depresivo o de ansiedad,  ante un abandono social, que suele estar ligado a un futuro profesional incierto, de inseguridad y conflictos interesados, verdaderamente destructivos.

La muerte muestra infinidad de posibilidades

El título parece paradójico y contradictorio, pero no lo es. Se refiere a que nuestra condición mortal o finita posibilita una vida libre, que se puede vivenciar como una gran aventura, en contraste con el hecho de la muerte que cierra la existencia. Podemos hacer muchísimas cosas en el mundo de los vivos, pero mucha gente vive su vida, como si el tiempo del que disponemos en la tierra fuese  ilimitado y realmente no lo es.

Una vida mejor para todos

Esta cultura aborregada y mezquina, que todo lo fragmenta y debilita, suele olvidar la belleza de los días, provocando vacíos existenciales, tanto en las ciudades como en los pueblos. La deshumanización es tan grave que andamos sin apenas fuerzas para restaurar otros modos y maneras de vivir.

Peripecias creativas

Las dificultades naturales suelen acrecentarse por la incoherencia de las actuaciones humanas. Quien más, quien menos, podrá sintonizar con la afirmación de Henry Miller, “El caos es la partitura en que se escribe la realidad”. De entrada, nos vemos asociados a la tosquedad de la tierra y los materiales incrustados en ella de manera irregular.

Ausencia de impulso cooperante

Somos pura contradicción. Nos hemos globalizado, pero aún no tenemos un propósito de enmienda, ni mucho menos un proyecto para todos. Hace falta otro espíritu más cooperante, que siembre confianza y suscite el entusiasmo, activando espacios más seguros y acogedores, que defiendan cuando menos el derecho a una vida decente.

Corceles peligrosos

En muchos momentos de la vida pergeñamos entidades peculiares de imprevisibles consecuencias. De sopetón, o bien a base de reiteraciones, no siempre somos conscientes de haber configurado estas realidades, en forma de actitudes, comportamientos e incluso estructuras organizativas. En la medida de su asentamiento en el funcionamiento comunitario, adquieren una cierta autonomía, vida propia.

Mirar de lado

Hemos de aprender a reprendernos, para poder mirar de frente las nuevas situaciones y no hundirnos como especie pensante. Un reciente informe de varias agencias de la ONU, nos advierten que el COVID-19, las guerras y la crisis climática deterioran la salud de los más débiles. Según los hallazgos del estudio, estas tremendas circunstancias agravan el retroceso de las perspectivas de la infancia y la adolescencia y de los derechos de la mujer.

Pohema: Alarido llevándose una (s) historia

Era una madrugada, casi aparecía la aurora ante formidable devoción lejana que vibra, place, y, se apagó la radio, una voz melodiosa que sonaba y sonaba llevándose una historia irreparable, no remedada.

Envenenar las relaciones, ¡nooo!

Estamos hambrientos de quietud, confundidos a más no poder, mientras caminamos ansiosos en busca de seguridad, injertando en el cuerpo un sinfín de ansiedades que nos están dejando sin aliento. Deberíamos enterrar las armas del odio y proclamar la plegaria del entendimiento. Hay que desarmarse y armarse de comprensión para la comunión de pulsos. Esto es lo que urge: conciliar vocablos, reconciliar actitudes y hermanar posiciones de unión y unidad entre sí.

Debilidad y decadencia

Ya es hora de dar la voz de alarma. Por eso, me gustaría hacer una invitación a no malgastar la energía que todos llevamos consigo, mar adentro; pues, sólo a través de una reflexión interna de cada cual, calmada y tranquila, podremos desenredar todos los nudos. Quizás tengamos que hacer una parada y repensar la orientación de nuestros andares.

Prisioneros de nosotros mismos

Las contiendas comienzan por uno mismo. Esto es una locura, un suicidio colectivo, que nos deja sin abecedario para conjugar el tiempo, que debiera vivirse con amor en las moradas y no suele ser así. Ya nadie es para nadie, ni para uno mismo. ¡Cuántas atrocidades se producen! Para desgracia nuestra, nos solemos mover en la indecencia más absurda y en el sentido egoísta más cruel.

Discutiendo la cultura del etiquetado moral

Hoy quisiéramos reflexionar en torno a un problema filosófico interpretado bajo la óptica de los estoicos y que consiste básicamente en la dificultad que representa aceptar la idea de que nadie hace algo malo a propósito, o que el mal proviene de la ignorancia. Cuando se trae esta discusión, siempre alguien sale ofendido o enojado. Veamos por qué.

​La soledad… Nosotros, vosotros, ellos

No todas las “soledades” al final del camino son iguales. La “soledad serena”, lleva consigo calma, ilusión, satisfacción. La “soledad lacrimosa”, arrastra abandono familiar, de amigos, de compañeros. La “soledad justiciera”, llena de egos, egoísmos y prepotencia desaparecidos. La “soledad vacía”, retrata, en silencio, el fracaso personal y familiar. La “soledad muda”, lectura del libro que recorre la vida y sus fracasos, sin hablar.

¿Apabullados? ¡Quiá!

Supongo que coincidiremos en la impresión mañanera; al recorrer las pantallas parecen acecharnos por cada rincón los retumbos de lo más insospechado. Cuando no son disparos, crujen las trifulcas en los ambientes domésticos, las declaraciones intempestivas tampoco animan el cotarro, ni los desaires arropan al personal. Los conejitos alegres deben haberse escondido.

Espíritus descabalados

Empecemos por el principio, a la hora de mencionar ciertas palabras conviene situarse porque los cambios modifican el sentido de cuanto se daba por sabido. Eso de hablar de seres inmateriales en estos  tiempos entraña palabras mayores; lo que no va a ras de suelo queda al margen de la mayoría de las expresiones cotidianas.

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