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Difícilmente nos hubiéramos podido imaginar hasta dónde ha llegado el despliegue gubernamental, los medios utilizados, el dinero gastado, los engaños, las falsedades, los equilibrios políticos y la desvergüenza de estos señores que nos gobiernan, para conseguir darle la vuelta a una opinión pública generalizada, mayoritaria, convencida, indignada, furiosa y en contra de la concesión de los indultos.
Es difícil aceptar que en España, en unos pocos años, en lo que se podría considerar un suspiro en términos históricos, ha pasado de ser un ejemplo para Europa, un milagro económico envidado por el resto de las naciones europeas y una bendición para los españoles beneficiados por la paz, el trabajo y las buenas perspectivas económicas que se derivaban de aquellas circunstancias favorables, en algo parecido a un abracadabrante ejemplo de todo lo que no debiera de haber ocurrido.
Cataluña, señores, puede ser, a la vez, el soporte y la penicilina política para que Pedro Sánchez se mantenga durante toda esta legislatura en el poder, llevando a término su política de descomposición de los valores tradicionales de la nación española, su objetivo de darles a los catalanes la independencia, que llevan años solicitando o permitiendo, a este renaciente comunismo importado de Hispano América.
Cuando se quiere vender lo que son ancas de rana como solomillo de cerdo no es raro que se deban utilizar conceptos, artimañas, sortilegios o recursos mágicos para que tamaña tomadura de pelo pueda colar, adquiera cierta apariencia de ser cierta e, incluso, llegar a recurrir a juegos malabares para intentar conseguir trastocar, por medio del ilusionismo y la persuasión, la visión y la percepción de aquellos con los que se intenta semejante experimento, de modo que acabasen por engullirse un embeleco semejante.
Hasta los personajes que se podían considerar como más sensatos, más preparados, menos falsarios y más equilibrados del actual gobierno de España, no han podido evitar el caer en la política, made in señor Sánchez, de intentar ocultar al pueblo español lo que verdaderamente está sucediendo en nuestro país.
Como suele ser algo habitual en nuestro país siempre solemos estar un paso atrás del resto de Europa, en cuanto al régimen político del que gozamos y a las libertades de sus ciudadanos y, Europa, también suele equivocarse al juzgar lo que pasa en nuestra nación.
El informe demoledor del TS deja al Gobierno desnudo de argumentos para avalar la necesidad del indulto de los 12 condenados por la rebelión del 1º de octubre del 2017.
España ha entrado en cuarto menguante. Por un lado observamos como el PSOE del señor Pedro Sánchez continúa en manos del señor Iván Redondo, como si lo que ocurrió en Madrid no hubiera sido una llamada de atención a las manipulaciones de este caballero, indudablemente dedicado exclusivamente a la persona del actual presidente del gobierno.
Cuando se firman acuerdos de cogobierno y se dejan para concretar los “flecos” para lo que se denomina como “varios grupos de coordinación”, suele ocurrir como cuando, en las Cortes de la nación, se decide delegar en ”comisiones ad hoc” la solución de problemas lo suficientemente complicados, impopulares, molestos o en los que no se quiere entrar directamente, para que sea el tiempo quien se encargue de que pasen al olvido, confiando que la flaca memoria de los ciudadanos permita que se conviertan en causas “enmudecidas”.
No es necesario ser un especialista en economía ni un avezado técnico en administración pública para saber que, tanto en la economía hogareña como en la que se refiere a una nación entera, cuando se gasta más de lo que se ingresa el resultado suele ser desastroso.
Esta Europa tan dependiente de los EEUU, aunque intente demostrar que es completamente autónoma, siempre ha venido adoleciendo de tener un sentimiento, completamente injustificado antiamericano, de creerse que está en disposición de dar lecciones a los norteamericanos sobre cómo deben comportarse
Aunque no quieren aparentar estar preocupados por la influencia que pueda tener en el resto de España lo que ha sucedido en las elecciones de la comunidad madrileña, el señor Pedro Sánchez, su asesor el señor Iván Redondo y toda la camarilla de ministros y ministras que forman parte de este sanedrín que ostenta el poder en nuestro país.
Sin estado de alarma, pero alarmados por sus consecuencias.El Gobierno que lo declaró sigue desentendiéndose, dejando en manos de las autonomías y de los tribunales el apechugar con la pandemia y sus crisis añadidas, en su papel de Don Tancredo.
Si alguien hubiera tramado un medio para conseguir, de una tacada, un desenlace de unos comicios, como ha sido el caso de la comunidad madrileña, con tantos aspectos positivos para el partido que convocó las elecciones, seguramente no habría podido obtener uno que tanto favoreciera a la derecha española y a España.
No es fácil tener a un pueblo enganchado a la zanahoria que le promete bienestar, mejoras, libertad, sosiego y seguridad cuando van pasando los días, las semanas, los meses y los años y nada se mueve, todo sigue igual.
Puede que en alguna de estas pesadillas que nos amargan los sueños durante la noche hubiéramos podido sentir una angustia semejante, es posible que durante el transcurso de nuestra existencia hayamos tenido momentos en los que hayamos pensado que el Mundo se nos venía encima.
Es evidente que, en España, se estás produciendo un hecho fundamental del que, con toda seguridad, va a depender, al menos en parte, el futuro de toda la nación española. El tema catalán ha venido condicionando desde hace años parte de la política nacional y debemos reconocer que, en una parte importante los culpables de que no se haya atajado el cáncer del separatismo soberanista, que tanta fuerza ha demostrado tener en Cataluña, se debe a los miedos, el galleguismo.
España en cabeza de la tolerancia con el aborto, la homosexualidad, el anticatolicismo, la degradación del concepto de familia, del feminismo radical y del intercambio de roles sexuales, la humillación y relegamiento del varón junto al liberticidio y el intento de retorno a épocas en las que las libertades de los ciudadanos estaban sometidas a la dictadura del Estado republicano totalitario del Frente Popular.
La ciudad de Barcelona, capital de la comunidad catalana, no es, ni de lejos, la ciudad cosmopolita, referente cultural y emporio industrial y económico de la nación española que fue, antes de las ínfulas secesionistas de unos catalanes que buscaban notoriedad política.
De un libro de anécdotas históricas he entresacado la siguiente:”Hablando el marqués de Comares con un regidor de Córdoba, le dijo: Los romanos tenían su república rica y sus casas pobres. Los regidores, en España, quieren tener hartas sus casas y las repúblicas hambrientas" , sin duda alguna un pensamiento que puede tener la misma validez hoy en día que en el Siglo XVI, época en la que tuvo lugar dicha conversación.
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