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Mienten como bellacos y tergiversan conceptos a favor del independentismo y en contra de los partidos defensores de la unidad de España

​La prensa panfletaria de izquierdas, volcada en salvar al Gobierno

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Cuando se quiere vender lo que son ancas de rana como solomillo de cerdo no es raro que se deban utilizar conceptos, artimañas, sortilegios o recursos mágicos para que tamaña tomadura de pelo pueda colar, adquiera cierta apariencia de ser cierta e, incluso, llegar a recurrir a juegos malabares para intentar conseguir trastocar, por medio del ilusionismo y la persuasión, la visión y la percepción de aquellos con los que se intenta semejante experimento, de modo que acabasen por engullirse un embeleco semejante.


Ahora se trata de intentar distraer al personal del mal sabor de boca que, la noticia de que el gobierno del señor Pedro Sánchez parece realmente dispuesto, para salvar su continuidad al frente del ejecutivo, a indultar cualquiera que fuere la manera de conseguirlo, a unos señores que, por supuesto, no reúnen ninguna de las premisas necesarias para que dicha medida de gracia les fuere concedida. Como ninguna de las instituciones, a las que preceptivamente se ha tenido que consultar, parece dispuesta a aceptar que tamaño desafuero se cometa, es evidente que a nuestro presidente del Gobierno no le ha quedado otro remedio que consultar y pedir consejo a su Pepito Grillo particular, el señor Iván Redondo, para que vea el modo de salir del trance sin que, el PSOE y el mismo, salgan de malparados de esta complicada situación de modo que se queden sin posibilidad alguna de repetir mandato. Claro que, tampoco le falta el apoyo incondicional de aquellos que son los que, en la actualidad, tienen el poder de ordenarle que haga, disponga o ejecute lo que crean que mejor los beneficiará, los soberanistas separatistas catalanes, que saben que nunca, en todos los años de democracia de que España ha gozado, han tenido una ocasión tan buena, excelente, poco costosa y definitivamente favorable a sus aspiraciones de conseguir la independencia de la región catalana, como esta actual en la que saben que tienen fuertemente agarrado por sus partes nobles a este señor que no duda en vender España al mejor postor, para garantizarse un tiempo más en el poder.


Y empieza lo que se pudiera entender como un intento de neutralizar el efecto pernicioso de una medida que se ve obligado a tomar, utilizando para ello el inmenso poder de disponer de todos los resortes del Estado, amén de la colaboración de un 90% de los medios de comunicación del país, que están divididos entre los que apoyan a las izquierdas en general, los que decididamente son de ideas comunistoides y aquellos otros que, aparte de su adscripción política a las derechas o las izquierdas, tienen un componente nacionalista e independentista que persigue, como supremo objetivo, el conseguir la independencia de Cataluña. Veamos como La Vanguardia el panfleto del señor Godó, al que no entendemos como el Rey puede condecorarle, ignoramos por qué supuestos méritos, cuando su periódico se está destacando entre los más colaboracionistas con el separatismo de Cataluña. Por desgracia, cada vez es más evidente que el monarca ya no dispone de libertad alguna para expresar su opinión y se va convirtiendo en un colaboracionista más de esta deriva que nos lleva a la catástrofe económica, social, industrial y política de España.


Veamos cómo, en La Vanguardia, un señor periodista, Eusebio Val, es capaz de convertir una información sobre lo que ha decidido una comisión del Consejo de Europa, un borrador , un proyecto de resolución que tiene que ser presentado ante la Asamblea Parlamentaria del próximo día 21, un borrador, no pierdan detalle, elaborado por un don nadie, un parlamentario letón, un tal Boris Cilevics,, del grupo socialista y verde que, ¡admírense ustedes!, ha abordado en paralelo los casos de España y Turquía. ¡Un señor que no distingue entre una democracia plena, como la española, con una Justicia independiente, que ha reconocido todos los derechos legales de quienes fuero juzgados por su TS por los delitos de sedición y malversación de caudales públicos, disponiendo de la defensa de los mejores abogados del país, tribunal que nada tiene que envidiar  de cualquier otro tribunal de la UE ni recibir lección alguna de ellos, porque está formado por verdaderos expertos en la legislación de nuestro país; y se atreve a compararla con un régimen totalitario, dónde la justicia ha sido abolida y controlada por el poder de un dictador que se ha saltado, sin que le importe un pito, todas las reglas fijadas por la CE.


Pues bien, si se toman la molestia de leer, en la página 14 del ejemplar de La Vanguardia del día 5 de junio, al que nos estamos refiriendo, podrán ver un gran titular en letras de gran tamaño que reza así: “Estrasburgo avala los indultos” y encima, en letras más pequeñas podrán leer “Un proyecto de resolución del Consejo de Europa insta al diálogo entre Cataluña y España”. En otras épocas, cuando La Vanguardia era un periódico serio, creíble, objetivo una chapuza semejante habría sido imposible que se diera, pero estamos en la égida del socialismo y el separatismo y todo lo que pueda beneficiar al interés de los Puigdemont, los Cuixart, los Sánchez o del señor Junqueras que antes, muy dignos ellos, renunciaban al indulto porque consideraban que esto significaba admitir su delito pero que, ahora, en estos momentos en los que ven que lo tienen al alcance de la mano, ya no hacen ascos y dicen que lo aceptarán aunque no renuncian a sus ideas revolucionarias.


Lo que no casa y demuestra la ignorancia de estos señores de la comisión que han elaborado el informe es que, según admiten, “todo debe desarrollarse dentro del marco de la Constitución Española”. ¿Una antítesis, un oxímoron, una imbecilidad o el desconocimiento absoluto de lo que establece, sin ningún género de duda, nuestra Carta Magna? ¿Qué clase, tipo, modalidad o intento de diálogo puede haber cuando unos señores piden constituirse en una nación independiente y unos representantes del Estado, que tienen la obligación de cumplir, punto por punto, todas las normas constitucionales, juntamente con, otros señores, el Ejército de la nación, que no tiene que dialogar con nadie, sino que debe, por mandato de la misma Constitución,  impedir por todos los medios a su alcance que, bajo ninguna excusa, se pueda atentar en contra de la unidad de la nación española, sin que ello pueda ser calificado como un delito de alta traición a la patria?. Convendría que esta idea se grabase indeleblemente en la mente de quienes albergan la esperanza de que se pueda cometer una tropelía en contra de lo dispuesto en nuestra Constitución, mientras que no haya sido sustituida por otra, mediante los trámites reglamentarios que existen para hacerlo y que, es obvio, en la actualidad no se dan las circunstancias que permitan acometer semejan reforma.


Hablar, como lo hace este periodista de La Vanguardia, con tanta ligereza, adelantando acontecimientos y anunciando un hecho que no es cierto que, ni todavía se haya discutido en el lugar donde se debe hacer, ni que haya sido objeto de refrendo alguno por parte del órgano adecuado para pronunciarse sobre él; nos demuestra el tipo de personas con las que los verdaderos españoles vamos a tener que enfrentarnos, para desenmascararlos cada vez que intenten vendernos gato por liebre. Es más, no creemos que, en la Asamblea Parlamentaria Europea, se pueda llegar a aprobar una proposición semejante que sería lo mismo que darles el espaldarazo a todos los partidos independentistas que existen en otras naciones y que, sin duda alguna, se verían beneficiados si se estableciese un precedente semejante.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos cuesta creer que todo este rifirrafe del independentismo pudiera llegar a repercutir en el responsable máximo de que España sea puesta en cuestión por todas las izquierdas y separatistas europeos que intentan sacar beneficio si los catalanes consiguieran sacar provecho de su campaña internacional. Resulta pueril que se saquen conclusiones precipitadas del hecho de que se le haya devuelto la inmunidad (lo único que pedía) al prófugo de la Justicia, Puigdemont que, no debemos olvidarlo, no le serviría de nada si el TE decidiera en su contra y en contra de sus aspiraciones, al decidir sobre el fondo de la cuestión que se está dirimiendo ante él. Hoy, la frase que vamos a considerar se la debemos al señor Vince Cable: “Y la humildad en la política significa aceptar que una de las partes no tiene todas las respuestas, reconociendo que el trabajo en colaboración es el progreso, no traición”. No parece que, quienes están actualmente dirigiendo el gobierno de la nación, hayan entendido el verdadero sentido de estas palabras.

​La prensa panfletaria de izquierdas, volcada en salvar al Gobierno

Mienten como bellacos y tergiversan conceptos a favor del independentismo y en contra de los partidos defensores de la unidad de España
Miguel Massanet
jueves, 10 de junio de 2021, 00:41 h (CET)

Cuando se quiere vender lo que son ancas de rana como solomillo de cerdo no es raro que se deban utilizar conceptos, artimañas, sortilegios o recursos mágicos para que tamaña tomadura de pelo pueda colar, adquiera cierta apariencia de ser cierta e, incluso, llegar a recurrir a juegos malabares para intentar conseguir trastocar, por medio del ilusionismo y la persuasión, la visión y la percepción de aquellos con los que se intenta semejante experimento, de modo que acabasen por engullirse un embeleco semejante.


Ahora se trata de intentar distraer al personal del mal sabor de boca que, la noticia de que el gobierno del señor Pedro Sánchez parece realmente dispuesto, para salvar su continuidad al frente del ejecutivo, a indultar cualquiera que fuere la manera de conseguirlo, a unos señores que, por supuesto, no reúnen ninguna de las premisas necesarias para que dicha medida de gracia les fuere concedida. Como ninguna de las instituciones, a las que preceptivamente se ha tenido que consultar, parece dispuesta a aceptar que tamaño desafuero se cometa, es evidente que a nuestro presidente del Gobierno no le ha quedado otro remedio que consultar y pedir consejo a su Pepito Grillo particular, el señor Iván Redondo, para que vea el modo de salir del trance sin que, el PSOE y el mismo, salgan de malparados de esta complicada situación de modo que se queden sin posibilidad alguna de repetir mandato. Claro que, tampoco le falta el apoyo incondicional de aquellos que son los que, en la actualidad, tienen el poder de ordenarle que haga, disponga o ejecute lo que crean que mejor los beneficiará, los soberanistas separatistas catalanes, que saben que nunca, en todos los años de democracia de que España ha gozado, han tenido una ocasión tan buena, excelente, poco costosa y definitivamente favorable a sus aspiraciones de conseguir la independencia de la región catalana, como esta actual en la que saben que tienen fuertemente agarrado por sus partes nobles a este señor que no duda en vender España al mejor postor, para garantizarse un tiempo más en el poder.


Y empieza lo que se pudiera entender como un intento de neutralizar el efecto pernicioso de una medida que se ve obligado a tomar, utilizando para ello el inmenso poder de disponer de todos los resortes del Estado, amén de la colaboración de un 90% de los medios de comunicación del país, que están divididos entre los que apoyan a las izquierdas en general, los que decididamente son de ideas comunistoides y aquellos otros que, aparte de su adscripción política a las derechas o las izquierdas, tienen un componente nacionalista e independentista que persigue, como supremo objetivo, el conseguir la independencia de Cataluña. Veamos como La Vanguardia el panfleto del señor Godó, al que no entendemos como el Rey puede condecorarle, ignoramos por qué supuestos méritos, cuando su periódico se está destacando entre los más colaboracionistas con el separatismo de Cataluña. Por desgracia, cada vez es más evidente que el monarca ya no dispone de libertad alguna para expresar su opinión y se va convirtiendo en un colaboracionista más de esta deriva que nos lleva a la catástrofe económica, social, industrial y política de España.


Veamos cómo, en La Vanguardia, un señor periodista, Eusebio Val, es capaz de convertir una información sobre lo que ha decidido una comisión del Consejo de Europa, un borrador , un proyecto de resolución que tiene que ser presentado ante la Asamblea Parlamentaria del próximo día 21, un borrador, no pierdan detalle, elaborado por un don nadie, un parlamentario letón, un tal Boris Cilevics,, del grupo socialista y verde que, ¡admírense ustedes!, ha abordado en paralelo los casos de España y Turquía. ¡Un señor que no distingue entre una democracia plena, como la española, con una Justicia independiente, que ha reconocido todos los derechos legales de quienes fuero juzgados por su TS por los delitos de sedición y malversación de caudales públicos, disponiendo de la defensa de los mejores abogados del país, tribunal que nada tiene que envidiar  de cualquier otro tribunal de la UE ni recibir lección alguna de ellos, porque está formado por verdaderos expertos en la legislación de nuestro país; y se atreve a compararla con un régimen totalitario, dónde la justicia ha sido abolida y controlada por el poder de un dictador que se ha saltado, sin que le importe un pito, todas las reglas fijadas por la CE.


Pues bien, si se toman la molestia de leer, en la página 14 del ejemplar de La Vanguardia del día 5 de junio, al que nos estamos refiriendo, podrán ver un gran titular en letras de gran tamaño que reza así: “Estrasburgo avala los indultos” y encima, en letras más pequeñas podrán leer “Un proyecto de resolución del Consejo de Europa insta al diálogo entre Cataluña y España”. En otras épocas, cuando La Vanguardia era un periódico serio, creíble, objetivo una chapuza semejante habría sido imposible que se diera, pero estamos en la égida del socialismo y el separatismo y todo lo que pueda beneficiar al interés de los Puigdemont, los Cuixart, los Sánchez o del señor Junqueras que antes, muy dignos ellos, renunciaban al indulto porque consideraban que esto significaba admitir su delito pero que, ahora, en estos momentos en los que ven que lo tienen al alcance de la mano, ya no hacen ascos y dicen que lo aceptarán aunque no renuncian a sus ideas revolucionarias.


Lo que no casa y demuestra la ignorancia de estos señores de la comisión que han elaborado el informe es que, según admiten, “todo debe desarrollarse dentro del marco de la Constitución Española”. ¿Una antítesis, un oxímoron, una imbecilidad o el desconocimiento absoluto de lo que establece, sin ningún género de duda, nuestra Carta Magna? ¿Qué clase, tipo, modalidad o intento de diálogo puede haber cuando unos señores piden constituirse en una nación independiente y unos representantes del Estado, que tienen la obligación de cumplir, punto por punto, todas las normas constitucionales, juntamente con, otros señores, el Ejército de la nación, que no tiene que dialogar con nadie, sino que debe, por mandato de la misma Constitución,  impedir por todos los medios a su alcance que, bajo ninguna excusa, se pueda atentar en contra de la unidad de la nación española, sin que ello pueda ser calificado como un delito de alta traición a la patria?. Convendría que esta idea se grabase indeleblemente en la mente de quienes albergan la esperanza de que se pueda cometer una tropelía en contra de lo dispuesto en nuestra Constitución, mientras que no haya sido sustituida por otra, mediante los trámites reglamentarios que existen para hacerlo y que, es obvio, en la actualidad no se dan las circunstancias que permitan acometer semejan reforma.


Hablar, como lo hace este periodista de La Vanguardia, con tanta ligereza, adelantando acontecimientos y anunciando un hecho que no es cierto que, ni todavía se haya discutido en el lugar donde se debe hacer, ni que haya sido objeto de refrendo alguno por parte del órgano adecuado para pronunciarse sobre él; nos demuestra el tipo de personas con las que los verdaderos españoles vamos a tener que enfrentarnos, para desenmascararlos cada vez que intenten vendernos gato por liebre. Es más, no creemos que, en la Asamblea Parlamentaria Europea, se pueda llegar a aprobar una proposición semejante que sería lo mismo que darles el espaldarazo a todos los partidos independentistas que existen en otras naciones y que, sin duda alguna, se verían beneficiados si se estableciese un precedente semejante.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos cuesta creer que todo este rifirrafe del independentismo pudiera llegar a repercutir en el responsable máximo de que España sea puesta en cuestión por todas las izquierdas y separatistas europeos que intentan sacar beneficio si los catalanes consiguieran sacar provecho de su campaña internacional. Resulta pueril que se saquen conclusiones precipitadas del hecho de que se le haya devuelto la inmunidad (lo único que pedía) al prófugo de la Justicia, Puigdemont que, no debemos olvidarlo, no le serviría de nada si el TE decidiera en su contra y en contra de sus aspiraciones, al decidir sobre el fondo de la cuestión que se está dirimiendo ante él. Hoy, la frase que vamos a considerar se la debemos al señor Vince Cable: “Y la humildad en la política significa aceptar que una de las partes no tiene todas las respuestas, reconociendo que el trabajo en colaboración es el progreso, no traición”. No parece que, quienes están actualmente dirigiendo el gobierno de la nación, hayan entendido el verdadero sentido de estas palabras.

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