El desprecio de la política es algo que, en estos tiempos que corren, está muy en boga. Es habitual leer en las redes sociales, u oír en el trabajo o en cualquier reunión, comentarios negativos sobre la política y los políticos. Esta práctica no es nueva, yo ya llevo años escuchando generalizaciones, que siempre me habían parecido injustas, en las que se acusaba a los políticos de ser todos iguales y de hacer todos lo mismo cuando llegaran al poder: robar, enchufar o malversar.
Este tipo de acusaciones se utilizaban entonces en los ámbitos políticos para justificar y defender a los propios cuando eran “cazados” en alguna tropelía y se usaba por lo bajini como un arma electoral. ¿Quién no ha oído alguna vez la expresión «para qué vas a votar a otro partido si el que llegue va a hacer lo mismo»?
Yo no sé qué clase de regeneración necesita nuestra democracia, pero sé de manos de quién podría llegar: de la mano de Santi Abascal y de Vox, y no de un gran pacto de Estado falso e incruento que nos intentan vender para luego seguir con lo mismo. Lo que sí tengo claro es que se tiene que llevar esa regeneración de la mano de Vox y de su líder, Santiago Abascal. Y desde luego, lo que ya no vale es buscar guías espirituales y salvadores del bipartidismo (defrauda cada minuto que transcurre) ni tampoco actores y actrices pésimos/as de esa rancia y perversa extrema izquierda que sólo busca una sociedad libertina.
Está claro que todo el mundo tiene derecho a opinar y a decidir, pero observando en lo que se ha convertido España, el ciudadano medianamente normal debería apostar por una formación íntegra a todos los niveles como es Vox. La pasión por nuestra España es la que desprenden las gentes de Vox, y la desesperanza para el país es la que ofrece el bipartidismo (PSOE y PP) de siempre... ¡Basta ya también de gurús y de oráculos raros y perversos que ofrece la extrema izquierda! El PSOE lleva años engañando conciencias “entre fotograma y fotograma” proclamando públicas virtudes mientras esconden sus vicios privados. Vivimos en una sociedad enferma, y su enfermedad se extiende como la “peste” a causa de gobernantes variopintos como los que tenemos en España y en muchos países europeos.
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