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Jorge Hernández Mollar
Jorge Salvador Hernández Mollar nació en Melilla en 1945. Casado y con tres hijos, se considera ante todo católico, vitalista y optimista, además de respetuoso con las personas y con los derechos humanos. Se licenció en Derecho por la Universidad Complutense Madrid y ha sido funcionario del Cuerpo Superior de la Seguridad Social. Ha desempeñado cargos orgánicos en el Partido Popular y ha sido Senador, Diputado en las Cortes y Diputado en el Parlamento Europeo. |
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Quien nos iba a decir que en este primer cuarto de siglo, la humanidad se iba a a ver zarandeada por dos guerras de distinto signo, pero con un efecto igualmente devastador. La primera de ellas se inició hace ya más de dos años con un ataque sorpresa en todos los rincones del mundo. Un virus de origen desconocido, Coronavirus, se expandió desde China hacia todos los continentes dejando casi seis millones de muertos.
Desde hace 42 años Andalucía celebra oficialmente el dia en el que los hombres y mujeres andaluces decidieron en un referéndum que sus intereses pudieran ser gestionados y administrados desde el corazón de su propia tierra, de ese corazón del que fluye la pasión, la sabiduría y la vitalidad que los pueblos fenicios, griegos, romanos, árabes o judíos han infundido durante siglos a quienes hoy somos sus herederos por nacimiento o adopción.
Lo que hoy está ocurriendo en el seno del Partido Popular no afecta solamente a la vida interna del partido ni a sus militantes y cargos orgánicos. Es toda España la que hoy mira a la sede de Génova 13 con la preocupación de que un edificio sólido desde hace casi cuarenta años (y no me refiero a los ladrillos), se tambalea de forma muy peligrosa para su estabilidad y la de la gobernabilidad nacional.
La larga historia de un partido, como es la del Partido Popular, que viene prestando relevantes servicios a España con el esfuerzo, el tesón y la generosidad de millones de votantes y simpatizantes y miles de cargos públicos honestos y leales, no puede verse mancillada por una infantil y esperpéntica lucha interna de poder.
Han saltado las alarmas. Los primeros en rebelarse en esta España desnortada de hoy, han sido los mayores (que no ancianos) que se sienten desprotegidos e inermes ante el olvido e incluso indiferencia en esta sociedad de hoy, cada vez más tecnificada y desgraciadamente más deshumanizada.
El pasado año dediqué cuatro artículos bajo el título de La Parodia Nacional, a los burlescos y no menos jocosos acontecimientos de la vida política española que protagonizaron varios ministros y ministras del Gobierno Sánchez, hoy despedidos de la escena pública con una suculenta indemnización y unas muy reales condecoraciones.
Querido Rafa: No nos conocemos, soy un compatriota que como tantos millones de españoles y desde tu primer gran trofeo del Rolland Garros en París, hace ya diecisiete años, me he sentado ante el televisor para disfrutar de las horas de emoción, admiración y orgullo que has sabido transmitirnos en todos y cada uno de los grandes trofeos que has venido conquistando, hasta este último con el que has coronado tu gigantesca trayectoria humana y deportiva.
Que la sociedad de este nuevo siglo está sufriendo una profunda transformación en casi todos los ámbitos de nuestra vida no hay ya quien lo dude, ni tampoco quien la detenga. La era digital ha roto todas las fronteras idiomáticas, culturales, económicas y sociales que el hombre tenía hasta el pasado siglo.
Un año más la 42 edición de Fitur (Feria Internacional de Turismo) ha abierto al mundo el escaparate de nuestra industria turística que para Andalucía supone nada menos que el 13% del PIB. Más allá de las cifras de ocupación hotelera, flujo de viajeros, previsiones de crecimiento, etc. que las autoridades y expertos en la materia ya han trasmitido a través de los medios de comunicación, se me ocurren unas reflexiones al hilo de tan relevante evento.
No parece que hayamos iniciado el año con buen pie. Una vez agotada la atención de los medios de comunicación en el volcán de la isla de La Palma y en los graves perjuicios que su larga actividad ha originado en las viviendas, colegios, plataneras o en la vida de sus habitantes, se ha producido un apagón informativo y el volcán ha dejado de existir.
Les confieso que en este nuevo año que estrenamos, era mi propósito despegarme del decepcionante y frustrante clima político que estamos sufriendo y de la insoportable presión vírica que padecemos, para ocuparme de cuestiones mucho más inquietantes que están abocando a nuestra sociedad a un vertiginoso destino sin un horizonte definido en el escenario nacional e internacional.
El año 2021 será despedido entre una mezcla de tristeza y esperanza. Nos acercamos ya al final de 12 meses, 365 días y 8.760 horas de vivencias personales, familiares y sociales.Durante este año han ocurrido acontecimientos realmente impactantes para nuestra vida individual y colectiva en la aldea global que habitamos.
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