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Etiquetas | La tronera | Cataluña
Es tanto lo que se ha escrito de diez días a esta parte que ya no es preciso aclarar que Tabarnia es una broma sobre una hipótesis de unificación entre Tarragona y Barcelona

Tabarnia, espejo y reflejo

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Tabarnia ya traspasa fronteras. Ni siquiera hace falta explicar qué es, qué zona abarcaría y por qué ha surgido. Lo cierto es que el cabreo, entre los ‘indepes’ catalanes, es soberano. En algunos programas de TV su cara los delata: se ven reflejados en su propio espejo y su razonamiento no fluye con facilidad, de ahí que incurran en permanentes contradicciones. A los separatistas, golpistas e independentistas les ha salido un forúnculo doloroso.


No deja de ser una campaña que va de la broma a la mofa y del hazmerreír al despendole dialéctico. Las redes sociales han tocado la tecla que necesitaban tras el golpe de Estado; incluso, aprovechando el día de los inocentes, la mofa han llegado a presentarla como realidad en algunos medios: desde que “empezaba a ser una realidad indiscutible” hasta que “algunas formaciones cívicas ya habían iniciado los primeros trámites para la fundación de Tabarnia”.


Los españoles nos hemos cansado de las presentaciones circenses, en el Congreso de los Diputados, del vulgar representante de ERC, diputado catalano-gaznápiro, Rufián. Pero es que, cuando éste ya había acabado por hartar hasta a sus propios compañeros, la situación resultaba inaguantable ante los disparates diarios del bufón de la ‘Generalitat’, ‘Puchimón’, y de otros mediocres políticos e integrantes de lo que ellos llaman ‘Govern’: léase Rull, Turull, Junqueras, Joaquín Forn, Lola Bassa, Luis Puig… Y tampoco me olvido de las amenazas a la ciudadanía catalana y española, incluido el propio monarca Felipe VI, de la expresidenta de las Cortes catalanas: Forcadell.


Han demostrado tanta fe en la independencia que no se entiende el hecho de que negaran la posibilidad de esa cuando el 155 atrapó a todos ellos. ¿Recuerdan lo de “Cataluña no estaba preparada para la independencia”? No me extraña que, salvando la distancia de los tiempos, R. Tagore acabara afirmando en su día que no hay nada más difícil de soportar que la fe ciega del estúpido.


Los empujones hacia la independencia son un daño difícil de superar; ahí tienen los miles de empresas que han cambiado su sede social y las mil doce empresas que han cambiado hasta la sede fiscal. Ahora nos falta por saber cuántas seguirán ese camino y cuántas cerraran o cambiarán los lugares de producción tras el camino a ninguna parte de las últimas elecciones legales. Los aspirantes a la república catalana “han matado el tiempo, a la vez que han herido a la eternidad”. Por eso los “fundadores” de Tabarnia no quieren ser cómplices del juicio de la Historia, como no quieren serlo los habitantes araneses.


Es tanto lo que se ha escrito de diez días a esta parte que ya no es preciso aclarar que Tabarnia es una broma sobre una hipótesis de unificación entre Tarragona y Barcelona. De momento, no existe. Es mito, chufla, tomadura de pelo y también un pensamiento imposible. Tabarnia es un látigo para fustigar a quienes han hecho del odio y de los resortes antidemocráticos un caballo de batalla, pero de una batalla sin pies ni cabeza y con camino a ninguna parte.


Recuerden que la propuesta del nombre no es nueva, como tampoco lo son cada una de las expresiones que se han utilizado estos días por parte de los “Tabarneses” y que el independentismo ha achacado a España. Tabarnia es un reflejo -- decía el diario El País-- y por eso muchos perfiles de las redes sociales tan solo han tenido que trasplantar ideas y pensamientos, lo que se ha convertido en “un espejo incómodo”. Es más, el diario de mayor tirada nacional seguía diciendo: “Los mismos argumentos económicos, culturales, demográficos, étnicos, valen para defender, sin tocar apenas palabras, la escisión de Barcelona y Tarragona de una supuesta Cataluña independiente, y su reingreso en España como autonomía”. ¿Entienden, apreciados lectores, eso que decía más arriba sobre lo de “matar el tiempo y herir la eternidad”?


En fin, ahora solo falta buscar una secuencia histórica para Tabarnia. Y en eso Víctor Cucurull Miralles, catedrático de la estupidez y saltimbanqui del sentido común, es un experto. Sí, el mismo chiflado que se inventó que Cervantes y Santa Teresa eran catalanes o que el enclave de Tartessos era la actual Tortosa. Pero de eso nos reiremos otro día, o bien vean directamente los videos en You Tube.


Si lo desean vamos adelantando las ganas de mofa. Escriban “Nova historia catalana” o “Víctor Cucurull” en el sitio web dedicado a compartir vídeos. Y déjense llevar. Por cierto, Cucurull es un pseudohistoriador español, miembro del secretariado de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), miembro del Institut Nova Història y presidente de Fundación Sociedad y Cultura. Cucurull ha querido hacer de su falsedad un arte sin ser un artista. Para estos casos es muy acertado el refranero: “Por bueno que sea un caballo, necesita espuelas”. Y como Cucurull no ha demostrado nada de su “nova historia” pues ha quedado como el burro ahorcado en el sainete.

Tabarnia, espejo y reflejo

Es tanto lo que se ha escrito de diez días a esta parte que ya no es preciso aclarar que Tabarnia es una broma sobre una hipótesis de unificación entre Tarragona y Barcelona
Jesús  Salamanca
viernes, 29 de diciembre de 2017, 06:57 h (CET)

Tabarnia ya traspasa fronteras. Ni siquiera hace falta explicar qué es, qué zona abarcaría y por qué ha surgido. Lo cierto es que el cabreo, entre los ‘indepes’ catalanes, es soberano. En algunos programas de TV su cara los delata: se ven reflejados en su propio espejo y su razonamiento no fluye con facilidad, de ahí que incurran en permanentes contradicciones. A los separatistas, golpistas e independentistas les ha salido un forúnculo doloroso.


No deja de ser una campaña que va de la broma a la mofa y del hazmerreír al despendole dialéctico. Las redes sociales han tocado la tecla que necesitaban tras el golpe de Estado; incluso, aprovechando el día de los inocentes, la mofa han llegado a presentarla como realidad en algunos medios: desde que “empezaba a ser una realidad indiscutible” hasta que “algunas formaciones cívicas ya habían iniciado los primeros trámites para la fundación de Tabarnia”.


Los españoles nos hemos cansado de las presentaciones circenses, en el Congreso de los Diputados, del vulgar representante de ERC, diputado catalano-gaznápiro, Rufián. Pero es que, cuando éste ya había acabado por hartar hasta a sus propios compañeros, la situación resultaba inaguantable ante los disparates diarios del bufón de la ‘Generalitat’, ‘Puchimón’, y de otros mediocres políticos e integrantes de lo que ellos llaman ‘Govern’: léase Rull, Turull, Junqueras, Joaquín Forn, Lola Bassa, Luis Puig… Y tampoco me olvido de las amenazas a la ciudadanía catalana y española, incluido el propio monarca Felipe VI, de la expresidenta de las Cortes catalanas: Forcadell.


Han demostrado tanta fe en la independencia que no se entiende el hecho de que negaran la posibilidad de esa cuando el 155 atrapó a todos ellos. ¿Recuerdan lo de “Cataluña no estaba preparada para la independencia”? No me extraña que, salvando la distancia de los tiempos, R. Tagore acabara afirmando en su día que no hay nada más difícil de soportar que la fe ciega del estúpido.


Los empujones hacia la independencia son un daño difícil de superar; ahí tienen los miles de empresas que han cambiado su sede social y las mil doce empresas que han cambiado hasta la sede fiscal. Ahora nos falta por saber cuántas seguirán ese camino y cuántas cerraran o cambiarán los lugares de producción tras el camino a ninguna parte de las últimas elecciones legales. Los aspirantes a la república catalana “han matado el tiempo, a la vez que han herido a la eternidad”. Por eso los “fundadores” de Tabarnia no quieren ser cómplices del juicio de la Historia, como no quieren serlo los habitantes araneses.


Es tanto lo que se ha escrito de diez días a esta parte que ya no es preciso aclarar que Tabarnia es una broma sobre una hipótesis de unificación entre Tarragona y Barcelona. De momento, no existe. Es mito, chufla, tomadura de pelo y también un pensamiento imposible. Tabarnia es un látigo para fustigar a quienes han hecho del odio y de los resortes antidemocráticos un caballo de batalla, pero de una batalla sin pies ni cabeza y con camino a ninguna parte.


Recuerden que la propuesta del nombre no es nueva, como tampoco lo son cada una de las expresiones que se han utilizado estos días por parte de los “Tabarneses” y que el independentismo ha achacado a España. Tabarnia es un reflejo -- decía el diario El País-- y por eso muchos perfiles de las redes sociales tan solo han tenido que trasplantar ideas y pensamientos, lo que se ha convertido en “un espejo incómodo”. Es más, el diario de mayor tirada nacional seguía diciendo: “Los mismos argumentos económicos, culturales, demográficos, étnicos, valen para defender, sin tocar apenas palabras, la escisión de Barcelona y Tarragona de una supuesta Cataluña independiente, y su reingreso en España como autonomía”. ¿Entienden, apreciados lectores, eso que decía más arriba sobre lo de “matar el tiempo y herir la eternidad”?


En fin, ahora solo falta buscar una secuencia histórica para Tabarnia. Y en eso Víctor Cucurull Miralles, catedrático de la estupidez y saltimbanqui del sentido común, es un experto. Sí, el mismo chiflado que se inventó que Cervantes y Santa Teresa eran catalanes o que el enclave de Tartessos era la actual Tortosa. Pero de eso nos reiremos otro día, o bien vean directamente los videos en You Tube.


Si lo desean vamos adelantando las ganas de mofa. Escriban “Nova historia catalana” o “Víctor Cucurull” en el sitio web dedicado a compartir vídeos. Y déjense llevar. Por cierto, Cucurull es un pseudohistoriador español, miembro del secretariado de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), miembro del Institut Nova Història y presidente de Fundación Sociedad y Cultura. Cucurull ha querido hacer de su falsedad un arte sin ser un artista. Para estos casos es muy acertado el refranero: “Por bueno que sea un caballo, necesita espuelas”. Y como Cucurull no ha demostrado nada de su “nova historia” pues ha quedado como el burro ahorcado en el sainete.

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