Más de 400 personas han muerto y unas 7.000 han resultado heridas en el devastador terremoto de 7,3 de magnitud en la escala Richter que se registró la noche del domingo en la frontera entre Irak e Irán, si bien la mayoría de las víctimas corresponden a este segundo país.
La Organización Nacional de Gestión de Desastres de Irán, citada por los medios locales ha elevado a 395 el número de víctimas mortales por el seísmo, que también ha causado 6.650 heridos sólo en este país. El terremoto ha afectado especialmente a la provincia iraní de Kermanshá y, en particular, a localidad de Sarpol-e Zahab, situada a unos 15 kilómetros de la frontera y donde se han contabilizado la mayoría de los fallecidos.
El vicegobernador de la provincia iraní de Kermanshá, Mojtaba Nikerdar, ha resaltado que "aún hay personas bajo los escombros". "Esperamos que el número de muertos y heridos no aumente mucho, pero aumentará", ha lamentado.
Por su parte, el ministro del Interior iraní, Abdolreza Rahmani Fazli, ha resaltado que "la noche ha hecho difícil que los helicópteros vuelven a las zonas afectadas", agregando que "algunas carreteras han quedado cortadas". "Estamos preocupados por las aldeas más remotas", ha reconocido.
Además, varios edificios se han hundido en zonas rurales de Irán y se han registrado grietas en los muros de edificios de la región, tal y como ha indicado la agencia iraní de noticias Fars. El terremoto ha provocado además cortes en las líneas de teléfono y el suministro eléctrico y de Internet en la zona afectada.
El líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei, ha ordenado a las autoridades que "entreguen ayuda a los afectados", resaltando que todas las capacidades del país deben ser puestas en marcha para evitar un mayor aumento en la cifra de víctimas.
Por su parte, el presidente de Irán, Hasán Rohani, ha hablado por teléfono con Rahmani Fazli, quien le ha puesto al corriente de la situación. Las autoridades de la provincia de Kermanshá han anunciado tres días de luto a causa del terremoto.