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Etiquetas | La buena noticia | voluntariado
Después de estar presentando mi cuarta temporada en Onda Azul Radio bajo el título de “la Málaga solidaria”, a veces me pregunto –aunque jamás me ha preocupado el dato- quién y cuantos componen mi auditorio

Un voluntario

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Hoy he tenido una agradable sorpresa. A raíz del programa del pasado martes, en el que entrevisté a la responsable de una ONG malagueña dedicada a la formación total de niños de 4 a 16 años y sus madres (ALTAMAR), una persona se ha incorporado como voluntaria a las labores de esta asociación radicada en el barrio de la Trinidad.

El mundo del voluntariado es tan amplio que da cabida a cualquier persona de buena voluntad que desee ayudar a los demás. Un día me explicaron que “no todo el mundo sirve para todo, pero todo el mundo sirve para algo”. La nómina de posibilidades para aprovechar el tiempo libre –o inventárselo- es tan amplia, que permite encontrar la dedicación adecuada para cualquier tipo de personalidad. Tan solo tenemos que abrir el buscador de nuestro portátil y poner la frase ONGs en Málaga. Todo un abanico de oportunidades de ser feliz haciendo felices a los demás se abre ante nosotros. Personalmente llevo entrevistadas a más de cien asociaciones de ayuda a lo largo de estos años.

En mi trabajo como voluntario comparto trabajo con individuos, aparentemente “pijos”, que lavan sábanas y sirven cafés a los más desfavorecidos; miembros de las fuerzas de seguridad que encadenan sus turnos con horas conduciendo furgonetas para recoger alimentos; universitarios que cambian la cafetería de la “uni” por tardes de acompañamiento a mayores o clases complementarias para niños de barrio; señoras de “cierta edad” que cambian el te y la peluquería por el cuidado de enfermos solitarios de su entorno; hospitales, casas de reposo de salud mental, presos, niños abandonados, enfermos terminales, comedores, lactantes, etc., son atendidos por esos voluntarios anónimos que les ayudan a soportar sus penurias.

Por otra parte, personal sanitario, formadores, arquitectos, religiosos y voluntarios en general se desplazan a países africanos, asiáticos y sudamericanos a llevar su ciencia, conocimientos, ayuda y consuelo. Centros de acogida de emigrantes en toda Europa funcionan porque miles de cooperantes dedican su esfuerzo a aliviar sus dificultades.

Un mapa de lugares a los que nos podemos incorporar sin realizar un esfuerzo descomunal y que dan visos de veracidad al precepto evangélico que nos habla de “recibir el ciento por uno”. Cada uno de mis entrevistados me ha confirmado la realidad de esa aseveración.

Los voluntarios son mi buena noticia de hoy. Se trata de cambiar aquello de “pasar el rato” por “vivir la vida”. Mi programa del martes ha sido útil. Alguien ha cambiado la seda por el percal.

Un voluntario

Después de estar presentando mi cuarta temporada en Onda Azul Radio bajo el título de “la Málaga solidaria”, a veces me pregunto –aunque jamás me ha preocupado el dato- quién y cuantos componen mi auditorio
Manuel Montes Cleries
domingo, 5 de noviembre de 2017, 10:41 h (CET)
Hoy he tenido una agradable sorpresa. A raíz del programa del pasado martes, en el que entrevisté a la responsable de una ONG malagueña dedicada a la formación total de niños de 4 a 16 años y sus madres (ALTAMAR), una persona se ha incorporado como voluntaria a las labores de esta asociación radicada en el barrio de la Trinidad.

El mundo del voluntariado es tan amplio que da cabida a cualquier persona de buena voluntad que desee ayudar a los demás. Un día me explicaron que “no todo el mundo sirve para todo, pero todo el mundo sirve para algo”. La nómina de posibilidades para aprovechar el tiempo libre –o inventárselo- es tan amplia, que permite encontrar la dedicación adecuada para cualquier tipo de personalidad. Tan solo tenemos que abrir el buscador de nuestro portátil y poner la frase ONGs en Málaga. Todo un abanico de oportunidades de ser feliz haciendo felices a los demás se abre ante nosotros. Personalmente llevo entrevistadas a más de cien asociaciones de ayuda a lo largo de estos años.

En mi trabajo como voluntario comparto trabajo con individuos, aparentemente “pijos”, que lavan sábanas y sirven cafés a los más desfavorecidos; miembros de las fuerzas de seguridad que encadenan sus turnos con horas conduciendo furgonetas para recoger alimentos; universitarios que cambian la cafetería de la “uni” por tardes de acompañamiento a mayores o clases complementarias para niños de barrio; señoras de “cierta edad” que cambian el te y la peluquería por el cuidado de enfermos solitarios de su entorno; hospitales, casas de reposo de salud mental, presos, niños abandonados, enfermos terminales, comedores, lactantes, etc., son atendidos por esos voluntarios anónimos que les ayudan a soportar sus penurias.

Por otra parte, personal sanitario, formadores, arquitectos, religiosos y voluntarios en general se desplazan a países africanos, asiáticos y sudamericanos a llevar su ciencia, conocimientos, ayuda y consuelo. Centros de acogida de emigrantes en toda Europa funcionan porque miles de cooperantes dedican su esfuerzo a aliviar sus dificultades.

Un mapa de lugares a los que nos podemos incorporar sin realizar un esfuerzo descomunal y que dan visos de veracidad al precepto evangélico que nos habla de “recibir el ciento por uno”. Cada uno de mis entrevistados me ha confirmado la realidad de esa aseveración.

Los voluntarios son mi buena noticia de hoy. Se trata de cambiar aquello de “pasar el rato” por “vivir la vida”. Mi programa del martes ha sido útil. Alguien ha cambiado la seda por el percal.

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