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Etiquetas | LIGA ENDESA / JORNADA 33

El Real Madrid deja vivo al Barcelona (86-83)

Los azulgranas, con un experto Navarro, acabarán primeros en Liga Regular tras ganar un clásico de poder a poder
Rafael Merino
jueves, 3 de mayo de 2012, 20:33 h (CET)

FICHA TÉCNICA
86 - Barcelona: Sada (-), Navarro (23), Eidson (19), Lorbek (4), Ndong (7) --cinco inicial--; Huertas (6), Vázquez (8), Wallace (3), Ingles (-) y Mickeal (16).
83 - Real Madrid: Llull (4), Suárez (8), Singler (3), Velickovic (11), Tomic (17) --cinco inicial--; Pocius (-), Reyes (7), Mirotic (10), Sergio Rodríguez (8), Begic (2) y Carroll (13).
Parciales: 17-28, 25-20, 19-20 y 25-15.
Árbitros: Pérez Pizarro, Bultó y Calatrava.
Incidencias: Trigésima tercera jornada correspondiente a la Liga Endesa, disputado en el Palau Blaugrana (Barcelona) ante 6.577 espectadores.

El Real Madrid estuvo muy cerca de conquistar Barcelona. Lo tuvo en su mano hasta que decidió firmar un paupérrimo último cuarto. Incomprensibles rotaciones, desastrosas elecciones de tiro y enfrente una fuerte defensa del Barcelona. Tiró un clásico que tuvo controlado con un notable baloncesto desde el comienzo. Luego se diluyó en sus problemas y sufrió a Navarro (23 puntos). Suficiente para hacerse, el Barcelona, con el primer puesto de Liga Regular. También para comprender un aviso: este Real Madrid carece de miedo.

 

De poder a poder. Sin treguas amistosas. Barcelona y Real Madrid mostraron sus armas en un magnífico encuentro de baloncesto. De esos partidos que hacen aumentar el número de seguidores de este deporte. Podría equipararse a los duelos que ambos clubes han mantenido en el ámbito futbolístico. Si nada ocurre, y sería lo mejor para la Liga Endesa, ambos deberían cruzarse en la serie de finales tras superar las dos rondas pertinentes. Debería ser así porque el espectáculo estaría asegurado en esos cinco encuentros. Y quizá porque ambos cuentan con las dos mejores plantillas, repletas de excelentes jugadores.

 

Ganó el Barcelona porque estuvo más suelto en los momentos determinantes, estuvo más preciso en el cuarto de despedida. Los azulgranas fueron de menos a más. Mejoraron con el paso del tiempo, como los buenos vinos. Todo lo contrario que el Real Madrid: comenzó a todo gas y acusó el tener un encuentro tan exigente, de tanta tensión. Para ellos fue un duelo eterno. Y, aunque sin ser un factor clave, estuvieron mejor al principio y más dubitativos al término del mismo, justamente cuando no se vieron con ventaja en el marcador. Pero si hubieran ganado, tampoco hubiera sido nada injusto.

 

Recuerdo a la Copa del Rey

No lo hubiera sido porque el Real Madrid tuvo contra las cuerdas al Barcelona. Lo tuvo durante más de tres cuartos de partido. Y no ganó porque no supo el camino o no tuvo la suerte para jugar esos minutos del epílogo del encuentro. Sus ataques fueron más atascados que de costumbre y no se tomaron buenas decisiones. De todas formas, el Real Madrid ganó en autoestima, en saberse que puede competir cara a cara con el Barcelona y comprobar que puede no salir malherido como antaño. Lanzaron un serio aviso al grupo de Xavi Pascual. Este Real Madrid ya tiene sangre en los ojos.

 

Y éstos deberían tomar nota. Valga el ejemplo de que el Barcelona, la mejor defensa del campeonato (64,9 puntos recibidos de media), encajó 28 puntos en el primer cuarto (casi 50 al descanso). El Barcelona fue incapaz de encontrar cómo frenar al Real Madrid. Los ataques de éstos eran cuchilladas al corazón de los azulgranas. Certeros tiros desde cómodas posiciones, merced a la excelente fluidez del balón, a la formidable tranquilidad con la que asumían el clásico. Y dominando, además, el rebote e inutilizando todas las armas del Barcelona. Se defendió como en la Copa del Rey. Era una continuación. Las diferencias fueron creciendo desde un 12-19 a un 12-24. Y todos al alza, con mención para Tomic, un rey de la zona.

 

Mickeal da aire

El Barcelona estaba con ansiedad, sufriendo en defensa a pesar de ser el mejor defensor del campeonato. Y con muchos, innumerables problemas en ataque. Sus transiciones eran lentas -todo lo contrario que cuando jugaba el Real Madrid- y sudaban tinta para sumar puntos. Para su desgracia ni Navarro, ni Lorbek, ni Ndong estaban en el partido. Y el Real Madrid seguía a su ritmo. Pese a todo, se marcharon al descanso con vida: 42-48. Y no porque Navarro anotara un triple estratosférico, sino porque Mickeal -11 puntos consecutivos- decidió hacer frente al Real Madrid.

 

La vuelta del descanso tampoco conllevó excesivos cambios, aunque ya se intuyó que todo podría voltearse. El Barcelona iba a más y el Real Madrid ya no estaba tan suelto en pista. Ya todo le costaba más conseguirlo. Y eso que seguían a un buen ritmo. Fue un tiempo, no obstante, de intercambio de canastas y de desaciertos varios. De un baloncesto vibrante. De un baloncesto de tensión. De estar jugándose el liderato. Con un duelo formidable en canastas entre Navarro y Carroll. Algo que tuvo continuidad en el comienzo del último cuarto. Ésta vez desde el triple. Un desafío en toda regla. Un lujo para los ojos del espectador. ¡Qué manera de disfrutar!

 

El Barcelona, pese a entrar en desventaja (68-76) en esos primeros minutos empezó a carburar al son de Navarro (tuvo ayuda en Eidson y en Ndong). Tenía otra pinta. Ya defendía, ya encontraba ataques más fluidos y canastas más sencillas. Consecuencia: 13-0 en un visto y no visto. El Real Madrid ya sufría mucho por culpa del Barcelona y porque él mismo se enredó incomprensiblemente en los momentos determinantes: malas rotaciones, con Tomic descansando; Sergio Rodríguez estando de vacaciones; malas decisiones de ataque, siempre buscando a Carroll, o sencillamente que no entraron un par de canastas. Dejó ir vivo al Barcelona. Aunque lanzó un aviso. Un aviso muy serio.

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