¿A quién no puede gustarle esto? Fin de semana lleno de emoción al más alto nivel. Después de tres años imperiales de su rival, va el Real Madrid y de una tacada gana el derbi, conquista el Camp Nou y deja la Liga vista para sentencia. Mourinho ya es feliz en Barcelona, y lo ha conseguido tras una remontada táctica encomiable.
Desde el mazazo del 5-0, los merengues han ido mejorando progresivamente sus actuaciones en la ciudad Condal, y ya en Supercopa y Copa del Rey pudieron llevarse un resultado mejor. Lástima de formas. Porque confundir espíritu de superación con revancha a toda costa no es tan bonito.
En eso Rafa es el auténtico maestro. Fueron siete finales consecutivas perdidas frente a un Djokovic que, aún siendo siempre un rival sobresaliente, nunca había demostrado tal autoridad en sus enfrentamientos anteriores.
El balear hizo lo que mejor sabe hacer. Ni una queja, ni un mal gesto. Trabajar, trabajar y trabajar para pegarle otra dentellada al torneo de turno. Al de Montecarlo lo está dejando en los huesos, tras ocho años de dominio absoluto en una cadena de victorias que ya ha entrado en la historia.
En el deporte siempre hay un capítulo más, una nueva hoja donde convertir las derrotas en origen del mejor de los triunfos, de aquellos que mejor saben. Por eso no vale la pena perderse en el túnel del rencor. Aceptar la derrota y honrar al ganador es el primer paso hacia el éxito más grande. La luz, si se busca, siempre acaba llegando.