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Rajoy ha conseguido, a la tercera, llegar a La Moncloa. Atrás quedan ocho años en el desierto, en los que ha ido pasando de la soledad a encabezar un amplio proyecto de unidad

El PP "suma" una mayoría y el Psoe incicia una "pelea" interna

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En un 20 de noviembre lluvioso en casi toda España, el Partido Popular ha logrado una mayoría absoluta recibida como agua de mayo, mientras que el PSOE llora ríos de lágrimas. Las encuestas optimistas han acertado con los escaños de la formación liderada por el próximo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha llegado a 186. En cambio, ni los más pesimitas pudieron prever la tremenda hecatombe del candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba; no sólo ha logrado peores resultados que Joaquín Almunia, sino que ha hundido a su partido en el resultado más desastroso de su historia: 110 diputados. En otras cifras: los populares han rozado los 11 millones de votos, mientras que los socialistas se han quedado lejos de los 7 millones. En el día después, unos y otros analizan estos datos, aunque sus consecuencias llegarán de forma inmediata.

La mayoría absoluta más amplia de la historia de nuestra democracia se celebró anoche en Génova con entusiasmo y, a la vez, sentido de la responsabilidad, como dejó traslucir Rajoy. De hecho, la crisis de la deuda le obliga desde ya a tomar decisiones importantes de rango gubernamental, aunque por ahora deba aún consensuarlas con el Ejecutivo en funciones. La situación de inestabilidad tan peligrosa en la que se mueve la economía española, acentuada desde la semana pasada, no admite un período de un mes de interinidad y provisionalidad, pues eso sólo transmitiría dudas a los mercados y podría ser letal. Por eso, el traspaso de poderes debe ser tan modélico como breve.

Rajoy ha conseguido, a la tercera, llegar a La Moncloa. Atrás, y aparentemente muy lejos, quedan ocho años en el desierto, en los que ha ido pasando de la soledad a encabezar un amplio proyecto de unidad. Para muestra, la imagen de anoche en el balcón de Génova: hace cuatro años, con los ojos llorosos; ayer, igualmente junto a su mujer, pero moderadamente exultante. También habrá que analizar ese momento por los que figuran junto a él en la fotografía. Alberto Ruiz Gallardón, Soraya Sánez de Santamaría, Esteban González Pons, Ana Mato, Pío García Escudero… todos ellos suenan ya como “ministrables”, y la mayoría de ellos cabará con cartera en el nuevo Ejecutivo.

Si las celebraciones en el PP deben durar lo justo, la derrota en el PSOE va a tener una digestión bastante más pesada. Lo dejó entrever la ministra de Defensa, Carme Chacón, en la recta final  de la campaña: pujará por el liderazgo de su partido. Y ayer lo confirmó el propio Rubalcaba al asumir su derrota; pidió un congreso ordinario de su formación para materializar el relevo, y que se celebre lo antes posible. Cuanto más tarde en llegar, más profunda será la pelea que se libre entre los socialistas. Sólo el tiempo dirá si el que ha sido candidato a la Presidencia y ministro de Interior aguanta en su escaño como líder del principal partido de la oposición, abocando a los socialistas a la bicefalia.

Probablemente ha quedado al descubierto que la estrategia de Ferraz fue quemar a uno de sus “históricos”, consciente de que la derrota estaba asegurada, para proteger a su mejor baza, Chacón, pensando ya en la cita de 2015. Lo que seguramente no entraba en sus cálculos es que retrasar el adelanto electoral a noviembre les condenaría a su peor resultado en la democracia. José Luis Rodríguez Zapatero hizo mal los cálculos; confiando por enésima vez en atisbar la recuperación económica a finales de este año, lo que se ha encontrado es una realidad de 5 millones de parados y una economía al borde del rescate. Es también la problemática herencia que deja al nuevo Gobierno.

Es día 21 de noviembre, y la gran cita con las urnas deja un Congreso plural en el que Izquierda Unida ha resucitado, UPyD se ha consolidado, CiU se ha confirmado como la gran opción nacionalista y, en el escenario del País Vasco, ha irrumpido con fuerza la izquierda abertzale de la mano de Amaiur. No obstante, el PP cuenta con una mayoría absoluta que debe saber gestionar y utilizar con firmeza y responsabilidad para tomar decisiones necesarias, algunas seguramente impopulares pero inevitables. Su victoria no puede explicarse sólo a través del desgaste del Gobierno de Zapatero; también es fundamental el proyecto nacional y de consenso que han ofrecido los ‘populares’. Los españoles han dado su confianza a Rajoy y su equipo conscientes de que sólo un Gobierno fuerte puede enderezar el rumbo de un país que durante meses ha ido a la deriva.

 

El PP "suma" una mayoría y el Psoe incicia una "pelea" interna

Rajoy ha conseguido, a la tercera, llegar a La Moncloa. Atrás quedan ocho años en el desierto, en los que ha ido pasando de la soledad a encabezar un amplio proyecto de unidad
Alberto Mendo
lunes, 21 de noviembre de 2011, 08:15 h (CET)

En un 20 de noviembre lluvioso en casi toda España, el Partido Popular ha logrado una mayoría absoluta recibida como agua de mayo, mientras que el PSOE llora ríos de lágrimas. Las encuestas optimistas han acertado con los escaños de la formación liderada por el próximo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha llegado a 186. En cambio, ni los más pesimitas pudieron prever la tremenda hecatombe del candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba; no sólo ha logrado peores resultados que Joaquín Almunia, sino que ha hundido a su partido en el resultado más desastroso de su historia: 110 diputados. En otras cifras: los populares han rozado los 11 millones de votos, mientras que los socialistas se han quedado lejos de los 7 millones. En el día después, unos y otros analizan estos datos, aunque sus consecuencias llegarán de forma inmediata.

La mayoría absoluta más amplia de la historia de nuestra democracia se celebró anoche en Génova con entusiasmo y, a la vez, sentido de la responsabilidad, como dejó traslucir Rajoy. De hecho, la crisis de la deuda le obliga desde ya a tomar decisiones importantes de rango gubernamental, aunque por ahora deba aún consensuarlas con el Ejecutivo en funciones. La situación de inestabilidad tan peligrosa en la que se mueve la economía española, acentuada desde la semana pasada, no admite un período de un mes de interinidad y provisionalidad, pues eso sólo transmitiría dudas a los mercados y podría ser letal. Por eso, el traspaso de poderes debe ser tan modélico como breve.

Rajoy ha conseguido, a la tercera, llegar a La Moncloa. Atrás, y aparentemente muy lejos, quedan ocho años en el desierto, en los que ha ido pasando de la soledad a encabezar un amplio proyecto de unidad. Para muestra, la imagen de anoche en el balcón de Génova: hace cuatro años, con los ojos llorosos; ayer, igualmente junto a su mujer, pero moderadamente exultante. También habrá que analizar ese momento por los que figuran junto a él en la fotografía. Alberto Ruiz Gallardón, Soraya Sánez de Santamaría, Esteban González Pons, Ana Mato, Pío García Escudero… todos ellos suenan ya como “ministrables”, y la mayoría de ellos cabará con cartera en el nuevo Ejecutivo.

Si las celebraciones en el PP deben durar lo justo, la derrota en el PSOE va a tener una digestión bastante más pesada. Lo dejó entrever la ministra de Defensa, Carme Chacón, en la recta final  de la campaña: pujará por el liderazgo de su partido. Y ayer lo confirmó el propio Rubalcaba al asumir su derrota; pidió un congreso ordinario de su formación para materializar el relevo, y que se celebre lo antes posible. Cuanto más tarde en llegar, más profunda será la pelea que se libre entre los socialistas. Sólo el tiempo dirá si el que ha sido candidato a la Presidencia y ministro de Interior aguanta en su escaño como líder del principal partido de la oposición, abocando a los socialistas a la bicefalia.

Probablemente ha quedado al descubierto que la estrategia de Ferraz fue quemar a uno de sus “históricos”, consciente de que la derrota estaba asegurada, para proteger a su mejor baza, Chacón, pensando ya en la cita de 2015. Lo que seguramente no entraba en sus cálculos es que retrasar el adelanto electoral a noviembre les condenaría a su peor resultado en la democracia. José Luis Rodríguez Zapatero hizo mal los cálculos; confiando por enésima vez en atisbar la recuperación económica a finales de este año, lo que se ha encontrado es una realidad de 5 millones de parados y una economía al borde del rescate. Es también la problemática herencia que deja al nuevo Gobierno.

Es día 21 de noviembre, y la gran cita con las urnas deja un Congreso plural en el que Izquierda Unida ha resucitado, UPyD se ha consolidado, CiU se ha confirmado como la gran opción nacionalista y, en el escenario del País Vasco, ha irrumpido con fuerza la izquierda abertzale de la mano de Amaiur. No obstante, el PP cuenta con una mayoría absoluta que debe saber gestionar y utilizar con firmeza y responsabilidad para tomar decisiones necesarias, algunas seguramente impopulares pero inevitables. Su victoria no puede explicarse sólo a través del desgaste del Gobierno de Zapatero; también es fundamental el proyecto nacional y de consenso que han ofrecido los ‘populares’. Los españoles han dado su confianza a Rajoy y su equipo conscientes de que sólo un Gobierno fuerte puede enderezar el rumbo de un país que durante meses ha ido a la deriva.

 

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