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Como ya parece haberse convertido en costumbre inveterada de los socialistas, de este remozado PSOE
resultado del Congreso, recientemente celebrado, en el que ha salido reforzado el señor Pedro Sánchez, el
gran beneficiado de los votos de las bases del partido que, como podía esperarse, están formadas
mayoritariamente por los ciudadanos más radicales y contrarios al Gobierno del PP, que han aprovechado la
ocasión para mostrar el rencor que llevan acumulando durante los años en los que, el PP, ha asumido el
gobierno del Estado español, impidiendo que su partido, bajo la batuta de Sánchez y, a pesar de los sucesivos
intentos frustrados, pudiera vencerlo en las sucesivas elecciones que se han celebrado en los últimos
tiempos. Una mala noticia para el señor Rajoy, muy mala para le economía del país y, rematadamente
perjudicial para todos los ciudadanos españoles que temen, y por lo que se ve, con bastantes posibilidades de
acertar; que los socialistas radicalizados se presten a llegar a acuerdos con los comunistas de Podemos, para
hacer un frente común contra la derecha española, si lograran la mayoría de votos, suficientes para presentar
una nueva moción de censura, en esta ocasión liderada por los socialistas de P.Sánchez.
Formando parte de la nueva estrategia del PSOE, a pesar que formalmente el señor P.Sánchez se ha
declarado opuesto a la celebración del referéndum catalán –que los separatistas de Puigdemond y Junqueras,
incitados y presionados por los anarquistas de la CUP, han convocado para el 1 de octubre del corriente año
–, siguiendo en su intento de acabar con el señor Rajoy y terminar con los gobiernos del PP, aprovecha la
ocasión que se le presenta para, antes de que tenga lugar la votación del referéndum, si es que llegara a
celebrarse, a pesar de las medidas que tiene previstas el partido en el gobierno para evitar que pudiera
llevarse a cabo; para anticiparse a lanzar una serie de propuestas con las que, manteniendo oficialmente su
apoyo al Estado, establecer diferencias en cuanto a los métodos de tratar la cuestión, en un último intento de
evitar el enfrentamiento de los nacionalistas con el gobierno central; presentando una serie de medidas que,
según ellos, servirían para que los catalanes accedieran a parar una consulta que, a todas luces, está
condenada al fracaso. Un método para, simulando estar con los que se oponen al incumplimiento de las
resoluciones del TC, intentar demostrar que ellos, los socialistas, tenían otras ideas para solucionar el
conflicto con los secesionistas.
Es obvio que lo que se trae entre manos el señor P.Sánchez, no es más que una clara deslealtad hacia el
gobierno de la nación, porque es evidente que las cuatro cuestiones que proponen, tienen todos los visos de
una clara claudicación ente el chantaje de los separatistas. La primera cuestión se refiere a “ el
reconocimiento de las aspiraciones nacionales de Cataluña”, a lo que se añaden una serie de reglas sobre el
acuerdo competencial, que beneficien el autogobierno de la Generalitat; le sigue una segunda cuestión que se
refiere a la necesidad de “un acuerdo sobre la financiación autonómica, para dotar de los recursos precisos
para el sostenimiento de las grandes políticas públicas y el establecimiento de un Senado federal, como
mecanismo de representación territorial”; en tercer lugar la negociación de las 46 reivindicaciones que
Puigdemontd presentó a Rajoy en abril del 2016, salvo la parte referente a la solicitud de la celebración del
referéndum para decidir; y, por si no fueran suficientes claudicaciones, se añade la posibilidad del
“desarrollo del Estatut con la derogación de la ley de racionalización y sostenibilidad de la administración
local que impulsó el PP en el 2013”; uniendo a todo ello la presentación de una proposición de Ley en las
Cortes que contemple “ la necesidad de un acuerdo previo con los gobiernos autonómicos para las
inversiones estatales en materia de bienes y equipamientos culturales”.
Sería conveniente que los socialistas declararan ¿cuáles son los puntos con los que difieren de los
nacionalistas del programa de Puigdemond? porque, a cualquiera observador imparcial, le costaría encontrar
alguna diferencia, excepto la de la declaración “oficial” de un estado independiente. De hecho, si todavía se
ampliaran más las concesiones que se les hicieron a los catalanes a través del Estatuto de autonomía; si se les
dejase decidir sobre la forma en la que se deban invertir las ayudas estatales; si pudieran imponer sus mega
planes de inversiones en infraestructuras, olvidándose de la solidaridad con el resto de autonomías al tiempo
que se establece un Senado con carácter federal de manera que cada autonomías, de hecho, quedaría
convertida en un pequeño estado con unas competencias que, evidentemente deberían ser superiores a las de
las actuales autonomías en las que, como ocurre en el Estatuto de Cataluña, las cesiones del Estado pueden
llegar y, de hecho lo son, a ser superiores a las de los estados federales, Länders, alemanes que son
inferiores, en muchos aspectos, a los privilegios de que está dotada al autonomía catalana.
Sería absurdo, inconveniente, gravemente perjudicial para los intereses del resto del Estado español y una
bajada de pantalones del Gobierno español, a estas alturas de la disputa entre los separatistas, que han
demostrado su poco respeto por España y el resto de españoles; su evidente distanciamiento de las leyes
españolas y de la propia Constitución de 1978; su desprecio por las resoluciones de los tribunales españoles
y su negativa a ejecutar sus sentencias; su manera ofensiva de referirse a las instituciones así como su
insistencia en afirmar algo que resulta incomprensible, cuando afirman que, el Estado español, les está
robando, cuando son ellos los que incurren en desvío de capitales y malversación de bienes, cuando el dinero
que se les remite para pagar a los proveedores, como las farmacias o los funcionarios; son destinados, de
forma ilegal , a pagar facturas de estudios sobre la futura nación catalana, crear organismo paralelos a los del
Estado, como, por ejemplo, una Hacienda catalana o contratar personal para trabajar para llevar a cabo, en su
momento, el anunciado procedimiento de ruptura con el resto del estado español.
El señor Sánchez, una vez más, está demostrando que no ha cambiado de manera de pensar, que sigue
empecinado en su obsesión de perjudicar a los populares, aunque, en esta ocasión, pudiera poner en un brete
al gobierno y a los españoles dándoles, a los separatistas, argumentos para ir pidiendo más y reforzando sus
posibles argumentos ante la comunidad europea, hasta ahora incorruptible ante los distintos intentos del
gobierno catalán, de abrir una fisura que les permitiera albergar esperanzas de ser admitidos en la UE, tan
pronto consiguieran separarse del reino de España. Inoportunidad, deslealtad, complicidad con los
comunistas de Podemos, con los que están coqueteando descaradamente y con los que el señor Garcia Page,
de Castilla la Mancha, parece decidido a unir fuerzas, cediéndoles participar en el gobierno, para conseguir
aprobar unos presupuestos que se le vienen resistiendo. Lo curioso de este previsible pacto es que, los más
radicales miembros de Podemos, se muestran críticos con ello y parecen estar dispuesto a protestar ante la
posibilidad de que se llegara a este acuerdo.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, cada vez tenemos el convencimiento más
arraigado de que, la situación española, está entrando en una fase en la que España parece que va entrando
en la órbita de la izquierda europea y, por si fuera poco, en la de la más radicalizada de todas, de forma que
corremos el peligro de que, aparte de que se produzca una situación en la que, las propuestas de los
bolivarianos de Podemos, expresadas claramente por su actual líder, señor Pablo Iglesias, sean aceptadas por
el líder de los socialistas, Sánchez, y se produzca una fuerza frente populista capaz de sumar más votos que
las del centro derecha, con posibilidad de que una moción de censura derribara el gobierno del PP; la
degradación subsiguiente del Estado de Derecho y la posibilidad de que las tesis separatistas llegaran a tener
posibilidades de modificar la Constitución, permitiendo que cualquier territorio español pudiera decidir su
destino por mayoría de sus propios habitantes, sin que el resto tuviera nada que decir al respeto. Si ello
ocurriera, la unidad de la nación española se derrumbaría y, lo que quedase de España, sería pasto de la
ambición y rapiña de los “tiburones”, que decidieran aprovecharse de la debilidad de sus despojos. Una
perspectiva que se nos antoja como lo peor que se puede esperar de nuestros políticos.
Las noticias de múltiples conflictos a nivel mundial estos, algunos de los cuales difícilmente nos llegan, porque estamos sometidos a lo que algunos llaman geopolítica de la identidad. Es mucho más probable que un conflicto despierte la preocupación y la indignación internacionales si un gran número de personas se identifica con los que luchan o sufren.
Hablarle de la resurrección de Cristo a un mundo como el nuestro, en buena parte materialista y escéptico, que incluso en determinados ámbitos niega de forma surrealista y acientífica la historicidad de Jesús de Nazaret, es una tarea profundamente revolucionaria. En verdad, si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe. Pero lo ha hecho y, como dice el Papa Francisco, con Jesús ninguna tumba podrá encerrar la alegría de vivir.
Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.
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