A la espera de las próximas elecciones en Egipto el próximo día 28, Túnez ha sido el primer país que convoca eleeciones tras las llamadas revoluciones árabes. Lo hizo el pasado día 23 de octubre, su futuro sigue siendo incierto.

Cincuenta años despúes, los y las tunecinas eran llamados a votar en unas elecciones. Algunos ancianos que ya no esperaban ver unos comicios en su país, votaban por primera vez. Si nos remontamos a las elecciones del 56, cuando tras la independencia de los franceses tuvieron lugar los primeros comicios, los presagios que podamos considerar, no parecen muy alentadores. El elegido para gobernar el país fue entonces Bourguiba, quien se mantuvo inamovible durante treinta años y al que sustituyó Ben Alí por otros tantos, hasta que fue derrocado la pasada primavera.

Las elecciones en Túnez palntean varias cuestiones y sirven como punto de referencia para analizar cómo pueden desarrollarse futuros procesos democráticos en los países donde las revoluciones árabes lleguen a cuajar. Las revoluciones se realizaron(se continúan realizando) contra viejas élites autoriatrias de plutócratas y aliados de occidente, que cumplían su papel dentro de la economía global. La crisis y la necesidad de respirar aires nuevos hicieron tambalear los cimientos de estos rancios gobiernos. Tras la caida de Mubarak y Ben Alí, Egipto y Túnez se enfrentan a un desafío futuro que, como decimos, presenta algunas dudas. ¿Son realmentes pasos hacia una autonomía popular real? ¿Se trata de una remodelación para imitar las fórmulas políticas y económicas de occidente? ¿O simplemente es un lavado de cara para mantener los viejos patrones de la tradición islámica con caras nuevas?
Preguntas difíciles de contestar en procesos todavía abiertos, mientras tanto echémosle un ojo a lo ocurrido en Túnez hace un par de semanas.

Toda la campaña ha estado machaconamente difundida por los medios de comunicación, que han jugado un papel muy importante equiparándose al que desarrollan los medios en europa durante unas elecciones electorales. Entre los debates que han marcado la campaña, se ha alimentado sobremanera la contraposición entre el lacismo y el islamismo conciliador como guías a seguir por el futuro gobierno. Decimos que el tema se ha explotado sobre manera porque es la crisis económica y la situación de precariedad lo que preocupa prinicpalmente a los ciudadanos tunecinos. Sin embargo ni el modelo del laicismo turco ni el del islamismo moderado parecen garantizar el ejercicio de las libertades ciudadanas que fue una de las principales reivindicaciones de las revueltas populares.

Al parecer es el islamismo moderado el que se ha impuesto finalmente, no sin cierta polémica. En sus primeros pasos el gobierno ha manifestado una voluntad conciliadora de contar con todas las fuerzas políticas. No obstante, son varias las voces que se han echo oír para denunciar unos comicios manipulados, con presiones y compras de votos, dentro de un sistema que sigue sin representar a aquellos que han luchado por el cambio.

Desde la Eurocámara europea, cada vez más en entredicho como todas las instituciones de la Unión, sí se han pronunciado favorablemente, felicitándose por la nueva democracia tunecina. Una democracia que empieza ha configurarse y que será referencia para sus vecinos y a caso también para sus vecinos de más lejanos. Nos sorprenderá si realmente sus ciudadanos, ahora en movimiento, hacen valer sus derechos y sus voluntades y dejará de ser noticia si un nuevo lider se anquilosa en su sillón dejando mudos a los tunecinos durante otros treinta largos años.