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El PSOE ha vuelto para atrás

PSOE, vuelta al pasado, victoria de los nacionalistas…

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Pedro Sánchez ha obtenido el 50% de los votos. El mismo porcentaje que quienes anhelaban un cambio de rumbo. El 50% es el máximo de indeterminación.

Con el renombramiento de Pedro Sánchez como Secretario General, el PSOE da un paso atrás, vuelve a su pasado más infausto, reniega de su historia más gloriosa al desoír a sus líderes históricos y se parte en dos definitivamente. Una elección que contenta a pocos y beneficia a menos. Perjudica a Podemos, algo al PP y muchísimo al propio PSOE. Si alguien sale beneficiado de este nombramiento es, ligeramente, Ciudadanos y sobre todo los nacionalismos.

Los nacionalismos, una vez más, tienen todas las llaves del Congreso. Suena a chiste, o a burla, pero así funciona España; se concede poder a quien quiere romper el Estado únicamente para que esté calladito, creyendo que no va a conseguir nunca su objetivo, hasta que se consiga.

Ahora el sectarismo catalán, por un lado, y la mesura y prudencia del PNV por otro, tienen la capacidad de hacer y sobre todo de deshacer. Volvemos a una tesitura, de la mano de Pedro Sánchez, como la de hace un año, y como la de hace año y medio. Deshacemos lo andado, lo cual no es muy alentador. Y se corre el serio riesgo de partir el Congreso también exactamente en el 50%, y de entrar en un bucle estacionario o regresivo.

Mientras, Podemos sigue de cara a la galería, amenazando con una moción de censura sin ninguna posibilidad de éxito, y que es más una moción de censura al PSOE que al PP, para que los socialistas se pronuncien y tengan que elegir entre PP y Podemos, o asumir ellos el riesgo del fracaso. Pero como Pedro copia a Pablo todo lo que hace -cómo han cambiado las cosas, en los Picapiedra era justo al revés-, no tardará el PSOE en plantear otra moción de censura, avocada también al fracaso. Al fracaso, ya bien de la moción en sí, o de la venta de España a la obsesión separatista catalana y a Bildu.

Pero a Pedro Sánchez, cuyo afán de protagonismo es casi igual que el de Pablo Iglesias, lo ha elegido tan sólo el 50% de los afiliados, que no de los votantes, del PSOE. Lo que en política se llama voto duro, pero que en este caso representa apenas el 4% del total de los votantes socialistas. Y aunque Pedro Sánchez quiera emular, una vez más, a Pablo Iglesias, autoproclamándose líder supremo y único del partido; el PSOE sigue teniendo un Comité Federal, que bien es cierto no puede volver a destituir inmediatamente a Pedro Sánchez, pero tampoco puede permitir que Bildu y los partidos catalanes gobiernen España.

Por lo tanto les toca domesticar, o educar más bien, a su nuevo/antiguo líder, para evitar que siga imitando a quien ya no tiene solución, antes de que sea España entera quien no la tenga. El socialismo se tambalea en buena parte de Europa, absorbido por la extrema izquierda y por el liberalismo moderado. Y cuanto más gira a la izquierda, más desaparece. Así ha sido en Francia y más que probablemente en Reino Unido. Esto es algo que el PSOE comprendió, pero no Pedro Sánchez. Y esta es, otra vez, la tesitura en la que se encuentra el PSOE, dividido en dos, para que los nacionalismos no dividan a España.

PSOE, vuelta al pasado, victoria de los nacionalistas…

El PSOE ha vuelto para atrás
Daniel Laseca
martes, 23 de mayo de 2017, 00:00 h (CET)
Pedro Sánchez ha obtenido el 50% de los votos. El mismo porcentaje que quienes anhelaban un cambio de rumbo. El 50% es el máximo de indeterminación.

Con el renombramiento de Pedro Sánchez como Secretario General, el PSOE da un paso atrás, vuelve a su pasado más infausto, reniega de su historia más gloriosa al desoír a sus líderes históricos y se parte en dos definitivamente. Una elección que contenta a pocos y beneficia a menos. Perjudica a Podemos, algo al PP y muchísimo al propio PSOE. Si alguien sale beneficiado de este nombramiento es, ligeramente, Ciudadanos y sobre todo los nacionalismos.

Los nacionalismos, una vez más, tienen todas las llaves del Congreso. Suena a chiste, o a burla, pero así funciona España; se concede poder a quien quiere romper el Estado únicamente para que esté calladito, creyendo que no va a conseguir nunca su objetivo, hasta que se consiga.

Ahora el sectarismo catalán, por un lado, y la mesura y prudencia del PNV por otro, tienen la capacidad de hacer y sobre todo de deshacer. Volvemos a una tesitura, de la mano de Pedro Sánchez, como la de hace un año, y como la de hace año y medio. Deshacemos lo andado, lo cual no es muy alentador. Y se corre el serio riesgo de partir el Congreso también exactamente en el 50%, y de entrar en un bucle estacionario o regresivo.

Mientras, Podemos sigue de cara a la galería, amenazando con una moción de censura sin ninguna posibilidad de éxito, y que es más una moción de censura al PSOE que al PP, para que los socialistas se pronuncien y tengan que elegir entre PP y Podemos, o asumir ellos el riesgo del fracaso. Pero como Pedro copia a Pablo todo lo que hace -cómo han cambiado las cosas, en los Picapiedra era justo al revés-, no tardará el PSOE en plantear otra moción de censura, avocada también al fracaso. Al fracaso, ya bien de la moción en sí, o de la venta de España a la obsesión separatista catalana y a Bildu.

Pero a Pedro Sánchez, cuyo afán de protagonismo es casi igual que el de Pablo Iglesias, lo ha elegido tan sólo el 50% de los afiliados, que no de los votantes, del PSOE. Lo que en política se llama voto duro, pero que en este caso representa apenas el 4% del total de los votantes socialistas. Y aunque Pedro Sánchez quiera emular, una vez más, a Pablo Iglesias, autoproclamándose líder supremo y único del partido; el PSOE sigue teniendo un Comité Federal, que bien es cierto no puede volver a destituir inmediatamente a Pedro Sánchez, pero tampoco puede permitir que Bildu y los partidos catalanes gobiernen España.

Por lo tanto les toca domesticar, o educar más bien, a su nuevo/antiguo líder, para evitar que siga imitando a quien ya no tiene solución, antes de que sea España entera quien no la tenga. El socialismo se tambalea en buena parte de Europa, absorbido por la extrema izquierda y por el liberalismo moderado. Y cuanto más gira a la izquierda, más desaparece. Así ha sido en Francia y más que probablemente en Reino Unido. Esto es algo que el PSOE comprendió, pero no Pedro Sánchez. Y esta es, otra vez, la tesitura en la que se encuentra el PSOE, dividido en dos, para que los nacionalismos no dividan a España.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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