En internet encontramos cientos de artículos hablando del oscuro mundo de la prostitución. Y es que las malas prácticas, la legislación y la trata de personas han llenado en las últimas décadas desde hace décadas las portadas y medios de comunicación de todo el mundo.

Pero actualmente las publicaciones se han abierto al debate, lanzado desde plataformas, partidos políticos y asociaciones, que pretenden mostrar la otra cara del sexo de pago. Hablamos de una prostitución transparente y responsable que se está dejando escuchar por parte, principalmente, de las profesionales que ejercen esta práctica de forma voluntaria. Detrás de ellas hay empresas como Apricots, una marca catalana de servicios de compañía que ofrece citas en Barcelona y Madrid, defendiendo el concepto de “prostitución ética”.

Se definen como feministas, como empresas que quieren hacer las cosas de forma transparente, y que buscan dar a la mujer su derecho a ejercer la profesión que quieren, de forma legal, sin ataduras y sin obligaciones.

Durante los últimos años hemos conocido a figuras femeninas del porno rechazando los esteriotipos del trabajo sexual y los estigmas. Amarna Miller es el máximo exponente de ello en España. La joven actriz llevó este debate a la política, y le dio visibilidad. Desde entonces se ha expandido enormemente, aunque desde antes se promulga, esta nueva forma de entender la prostitución sin hipocresía.

Como Apricots, las empresas que se han sumado a trabajar en la “prostitución ética” tiene una forma diferente de comunicar. Con la idea de acabar con la oscuridad y la invisibilidad, y prestar un trato más directo y sin miedos, estas marcas presentan una imagen más dinámica, con webs adaptadas a las nuevas formas de entender la vida.

Los límites los ponen las trabajadoras, no hay engaños, y se acaba así con la oposición a la prostitución desde el punto de vista de la explotación, la coacción, la trata de personas. Palabras que dejan de ser sinónimos.