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Aplastante pasividad

Si queremos ser pioneros en algo positivos adecuemos la sociedad a los adelantos científicos
Carmen Muñoz
miércoles, 12 de abril de 2017, 00:00 h (CET)
Toda esta incongruencia política que sufrimos hoy día a qué se debe ¿a la ignorancia o a la intransigencia?

Esas actitudes junto con la malsana envidia y por supuesto la corrupción que deriva los fondos públicos a bolsillos privados, el desmesurado aumento de políticos y adláteres, conlleva la lentitud de llevar a cabo avances sociales significativos en todos los sentidos.

Recientemente ha salido un artículo de opinión, cuyo autor, persona docta e instruida en el mundo de la ciencia e investigación, da pautas de cómo debería adecuarse la sociedad para abordar los adelantos científicos, que evidentemente circulan por una vía mucho más rápida que lo hace la política. Hace referencia a una mujer que pasado los 60 años ha concebido un hijo por fecundación in vitro. Al margen de lo que cada uno pueda pensar de la bondad o no del hecho, de todos los adjetivos calificativos para esa madre, la cuestión es que es posible, que se puede llevar a feliz término un embarazo a esas edades.

No es el primero, en España ya ha habido dos antes, pero no se trata solamente de ese hecho, hay y habrá más de esta índole y de otras muchas que saldrán a la luz y no se les hará ni pizca de caso, porque lo que prima en esta sociedad de mediocres son los chismes políticos, de los famosos de pacotilla, enriquecerse lo antes posible, mirar para otra lado y una nueva ración de gambas. De este modo los representantes políticos pueden seguir haciendo de las suyas sin tener problemas ni de gobernabilidad ni de conciencia.

La iglesia que tan denostada y ninguneada está en la actualidad tachándola de arcaica y retrógrada, demuestra lo contrario, ya que Los papas San Juan Pablo II, Benedicto XVI y sobre todo Francisco, han puesto el dedo en la llaga exhortando a la sociedad con sus representantes políticos a la cabeza, a solucionar los problemas que debido a los avances científicos se suscitan.

¿Por qué nuestra idiosincrasia es tan pírrica en conceder verosimilitud a las personas que verdaderamente valen la pena, poner en valor sus ideas, siempre para mejorar lo existente, hacerse eco de ellas e implantar leyes acordes con el desarrollo de la ciencia, avanzando a la par de las investigaciones? ¿Por qué llegando a una edad determinada se les arrincona sin tener en cuenta los grandes beneficios que pueden aportar? ¿Por qué desaprovechamos los grandes valores que tenemos?

No hemos aprendido nada de las cabezas que cayeron en la guerra civil, de los que tuvieron que huir a EEUU, Alemania, Francia o a otros países y que desgraciadamente siguen marchándose por no tener futuro en su propio país. ¿Cuántos Severos Ochoa, se siguen y seguirán perdiéndose por mor de la desidia española o el no querer hacer?

No es difícil darse cuenta de que el mundo está en crisis (al menos eso dicen) y nosotros en medio de toda esta globalización no somos menos, pero sería mucho de agradecer que los políticos se pusieran las pilas, pensaran en el bien común con visión de futuro, dejaran de malgastar los bienes de todos, invirtieran más en educación e investigación sin olvidar que las ciencias adelantan (como dice la canción) una barbaridad, y si queremos ser pioneros en algo positivos adecuemos la sociedad a los adelantos científicos.

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De las distintas burocracias públicas, ya sean de mayor o menor nivel en la escala de mando sobre la ciudadanía, alguien podría decir que se encuentran en la línea del progreso de moda. Baste añadir que cumplen con este propósito, porque disponen de una página web para atender mejor a la gente.

¿Hemos perdido o estamos en trance de perder competencias memorísticas? Mala noticia en ese caso, pues la memoria actúa como argamasa de nuestro yo y como fundamento de los procesos cognitivos. Ya hace casi seis décadas que Frances Amelia Yates, historiadora británica, publicó un libro titulado “El arte de la memoria”, en el que desgranaba las distintas técnicas de memorización o recuerdo utilizadas a lo largo del tiempo.

Surge el comentario de hoy desde las actitudes adoptadas en relación con las actividades diarias, con especial referencia a la velocidad y precipitación de las acciones; causantes de tantos agobios como imprecisiones y olvidos, sin tiempo para el mínimo remanso reflexivo. Todo ello se refleja en el lenguaje, suele ser muy expresivo en esos trances, con el uso de muletillas reiterativas, por la amputación progresiva de frases y palabras, en un balbuceo constante.

 
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