Ya sabía yo que eso de la manifestación era una más contra el Gobierno de Mariano Rajoy. Ni recobrar lo perdido ni reclamar calidad en el sistema educativo ni defender la excelencia,.... Ni..., ni... Como decía un dirigente de una de las organizaciones convocantes: “La huelga va dirigida al PP, a Ciudadanos por apoyarles y a la actual dirección golpista del PSOE". ¿Han visto ustedes? ¡Siempre acaban cayendo en su propia trampa! Se les funden las luces tan pronto como en sus ojos aparece la sangre.
Este tipo de organizaciones suelen ir contracorriente, por eso a ellas siempre se une 'lo mejor' de cada casa. Y qué casualidad siempre son comunistas, aprendices de revolucionarios, antisistema,...En definitiva, adalides de la insensatez, 'ni-ni', 'revienta-actos' y 'culiparlantes'. Por cierto, lo de trabajar y aportar algo a la sociedad no va con ellos. ¡Joder, qué tropa!, permítanme que recuerde al Conde de Romanones.
Precisamente, en la misma línea que vengo comentando, me encuentro en las redes sociales comentarios contra lo visto en las manifestaciones: "¿Qué tendrá que ver la calidad de la Educación con banderas republicanas, efigies de Lenin, hoces y martillos y cánticos revolucionarios?" No hay duda de que esa anacrónica y lamentable imagen se ha repetido el día 9 de marzo -- fecha elegida para hacer huelga en los centros educativos de la enseñanza no universitaria y en la universitaria--en muchas ciudades de España, aprovechando las manifestaciones organizadas por los sindicatos de clase convocantes de la huelga en la enseñanza.
Seguimos anclados en la gran mentira sindical y en la ceguera de una izquierda irrecuperable para el trabajo y el diálogo, de ahí que sea urgente abrir la Constitución para hacer los cambios pendientes. Y precisamente uno de ellos es cambiar la forma de representatividad sindical. Seguir en la línea que hasta ahora es perder tiempo y dinero, además de seguir alimentando la inactividad práctica frente al politiqueo de la siniestra en un momento en que ya no se lleva eso de las huelgas y las 'manifas' para insultar al gobierno de turno, al contrincante político o a quien hace sombra al convocante.
Hoy, en nuestro país, en pleno desarrollo democrático, la herramienta de lucha es el diálogo hasta la extenuación, si es necesario. Y quien no quiera reconocerlo llevará las de perder porque acabará en el apartado de parásitos sociales, catedráticos de la insensatez y pendencieros del sentido común. Doy fe.