Hay programas de televisión que los conducen presentadores con muy diferentes orientaciones editoriales. El homónimo late night show que dirige desde hace seis años Andreu Buenafuente (cuento los que estuvo en Antena 3) es de un especial estilo informal, satírico y humorístico. Para entrevistas de contenido más profundo están otros espacios, aunque en La Sexta concretamente brillen por su ausencia, pero entra dentro de su línea de contenidos. Hasta ahí, podemos estar muchos de acuerdo.
En la red social Twitter se ha montado una de las buenas a cuenta de la entrevista que ha realizado esta semana el showman a la ministra de Cultura Ángeles González-Sinde. Acusan al catalán de no ir a por ella, de ser blando en sus preguntas, incluso le denominan como servil.
Lo cierto es que cuando un artista va allí a promocionar una película, obra de teatro, libro o lo que tenga entre manos en ese momento, no se espera que se vaya al cuello del invitado, poniendo a caldo insidiosamente un trabajo anterior poco brillante, por ejemplo. Como mucho, pueden hacer una gracieta sobre la poca recaudación que obtuvo esta o aquella obra artística, pero sin hacer demasiada sangre en cualquier caso.
En estos encuentros, se trata de que un profesional acude a “tu casa” y por ello, se le debe de recibir con respecto y hacer que se sienta cómodo. Aunque sí, lo cortés no quita lo valiente. Un poquito más de chicha podría haber intentado sacar. No hubo un feed back claro en las cuestiones que planteó Buenafuente ese día. Él preguntaba, Sinde contestaba y no se apuntilló casi ninguna de sus declaraciones.
En este sentido, lo que suelen pretender en este programa es dar a conocer al personaje en otros ámbitos de su vida; buscarle las cosquillas pero sin ponerle contra las cuerdas. Y no seré yo quien defienda las habituales cantinelas y peroratas de la ministra, pero no creo que fuese ese el momento, la tesitura ni el lugar donde apretarle las tuercas. Visitó ese plató para otra cosa. No fue a un copioso desayuno de la 1 que, lo más seguro, se le atragantaría. Allí se sirvió una cena ligera.
Sabiendo que el late show es conocido por sus bromas ácidas y con segundas, iría preparada para lo que pudiera pasar. No me gustaría pensar que este espacio previamente se hubiese prestado a algún tipo de censura o pacto amistoso. No lo creo.
Al de Reus no le han sentado nada bien las malas críticas recibidas por este trabajo en concreto y no ha dudado en contestar airado algo así como “Al que no le guste, que no mire” Ahí, no puedo estar más de acuerdo. Aunque no pienso que a los que han cargado contra su poca bravura se les pueda tildar de “exaltados”. No hay para tanto.
En mi opinión el hilo conductor de la charla que mantuvieron ambos fue el de dar a conocer la de sobra conocida posición de González-Sinde respecto a temas de actualidad en su ámbito de actuación pero de una manera más sosegada y tranquila. Y eso se consiguió, pero sin hurgar mucho más.
Tal vez no quisieron llegar a ello por si en los próximos Goya les da por cambiar de presentador y, para una cosa que merece la pena en las últimas galas, sería una pena.