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Martín Cid

Violencia feminista

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Entre mis múltiples pecados, ya lo sabrán si alguna vez me han leído, no figura el de ser políticamente correcto. Muy al contrario, tengo a gala reírme (y bastante) de aquellas actitudes que por pretender el consenso social caen en el mayor de los absurdos existencialistas.

Leo en cierto impresentable periódico (es impresentable porque su director lo es, hasta fuma en pipa y todo –y algunos dicen que bebe-) la siguiente noticia:

Trucos de belleza y cómo ser una buena madre de terrorista, en la revista femenina de Al Qaeda (si quieren leer el desbarajuste completo aquí está entero: Violencia feminista

El asunto no deja de tener cierta guasa (lo siento, ya sé que si nos lo tomamos en serio es bastante grave): feminismo, maternidad y terrorismo juntos por fin. Y es que ya era hora que los amigos de Al Qaeda se occidentalizasen un poco, visto el mal papel mediático que están haciendo en estos últimos tiempos. Ahora, por fin en los tiempos modernos, la mujer (con burka o no) se preocupa por su aspecto mientras educa a su niño para entregarse con fervor a los designios de la Jihad.

(Si alguien aún no ha notado que uso la ironía, que acuda de inmediato al médico)

Al menos, esta noticia me hizo sonreír, que siempre es bueno.

Algunas otras no tanto.

En este devenir diario por las noticias me topo con cierto interés (en realidad soy novelista, lo de las columnas lo hago por pura di-perversión) con la sección literaria: mujeres por aquí y por allí tomando el poder en todos los asuntos. ¡Una mujer escribe un nuevo libro! Pues qué bien pero… ¿y a quién le importa si es mujer, hombre o hermafrodita? Pensaba antes de que sobreviniese esta locura “feminista” (las comillas son porque de feminista tiene más bien poco) que el mérito a la hora de escribir un libro estaba en la ordenación de las palabras, en el estilo, en el tema incluso pero nunca en el sexo del autor (o autora). Parece ser que no, las agencias de noticiasrepiten incesantemente que si ésta o aquélla han escrito un libro (a veces, incluso mencionan el título). A mí, sinceramente, me importa un pito si el que ha escrito algo es un hombre o una mujer y, que lo sepan algunas, eso no me convierte en machista.

Otro asunto en el candelabro (que no “candelero”, fue una de las pocas cosas que aprendí en la Facultad de Periodismo): la sucesión de Zapatero. El asunto está entre una chica y un chico (el chico de chico tiene poco). Llega la chica y dice que busca el voto de la mujer porque ella es mujer y, por tanto, apoyará a la mujer. Según yo tenía entendido, el feminismo propugnaba la igualdad entre los sexos, no la superioridad del estrógeno frente a la testosterona ni nada parecido.

(A este respecto, ya he olvidado el nombre de cierta mujer, muy científica ella, que afirmaba en el suplemento de cierto periódico -que empieza por A, termina por C, tiene tres letras y la segunda es la B- lo siguiente: el hombre, desde que apenas es un feto, recibe testosterona a grandes cantidades lo que le convierte poco menos que en un animal furioso que busca sexo y piensa en sexo y sólo vive para el sexo. Por lo tanto, lo mejor es que lo hagan todo las mujeres.)

Sigamos en este femenino mundo de desatinos (y por favor, esperen a la conclusión para los tomates e insultos, que no soy tan mala persona). El colmo del asunto viene de muy arriba, de la Comunidad Europea, que nos insta a situar en los puestos directivos a más mujeres, al mismo número de mujeres que a hombres o, de lo contrario, impondrán lo que más pena me da de todo el asunto: los famosos cupos.

(Sobre los cupos)

El cupo femenino es, si cabe, el mayor insulto a la mujer que pueda darse porque no tiene en cuenta la cualificación, el talento o la capacidad de ellas para llevar a cabo cierta labora. Cuando se le da a alguien un trabajo “por cupo” siempre es injusto, porque no se tiene en cuenta la validez profesional. No, una mujer que llega a presidenta de lo que sea debe llegar allí no por ser mujer (a mí esto me parece ridículo) sino por estar cualificada para el puesto… Sí, antes de que descubriésemos que Carmen Chacón es mujer (¡sorpresón!) ya existieron Margaret Thatcher, Golda Meir o Indira Gandhi que no iban por ahí diciendo eso de…

-¡Eh, que soy mujer, ¿vale?

-Vale.

-¡Pues vótame!

-¿Por qué?

-¿No te dije ya que soy mujer?

A este respecto, y siguiendo con el tono jocoso, una de las primeras acciones que llevó a cabo la Ministra del Ejército y posiblemente próxima candidata a la presidencia (Carmen Chacón, sí) cuando llegó al ejército esperando un niño fue la de prohibir en los cuarteles consultar el Marca, el As y el Interviú. Con semejantes medidas, vamos preparados para un potencial Gobierno de esta chica.

En fin, va siendo hora de abandonarles (que juega el Barça). Querría despedirme con un no jocoso comentario:

Me encantan las mujeres y cuanto más guapas mejor. Si eso me convierte en machista en este mundo, pues perfecto.

Me encantan las personas que llegan a donde llegan por sus medios, no por una campaña orquestada para beneficiar a unos y perjudicar a otros. A esto yo lo llamo propaganda.

Me encantaría si tuviese una jefa mujer. También un jefe hombre… me da exactamente igual porque espero que, el que fuese mi jefe, estuviese preparado para ser mi jefe (el problema es que en mi vida he tenido ni jefa ni jefe).

En fin, sean mujeres, hombres o animales varios, sean felices y coman perdices.

Hasta pronto.

Violencia feminista

Martín Cid
Martín Cid
jueves, 7 de abril de 2011, 06:53 h (CET)
Entre mis múltiples pecados, ya lo sabrán si alguna vez me han leído, no figura el de ser políticamente correcto. Muy al contrario, tengo a gala reírme (y bastante) de aquellas actitudes que por pretender el consenso social caen en el mayor de los absurdos existencialistas.

Leo en cierto impresentable periódico (es impresentable porque su director lo es, hasta fuma en pipa y todo –y algunos dicen que bebe-) la siguiente noticia:

Trucos de belleza y cómo ser una buena madre de terrorista, en la revista femenina de Al Qaeda (si quieren leer el desbarajuste completo aquí está entero: Violencia feminista

El asunto no deja de tener cierta guasa (lo siento, ya sé que si nos lo tomamos en serio es bastante grave): feminismo, maternidad y terrorismo juntos por fin. Y es que ya era hora que los amigos de Al Qaeda se occidentalizasen un poco, visto el mal papel mediático que están haciendo en estos últimos tiempos. Ahora, por fin en los tiempos modernos, la mujer (con burka o no) se preocupa por su aspecto mientras educa a su niño para entregarse con fervor a los designios de la Jihad.

(Si alguien aún no ha notado que uso la ironía, que acuda de inmediato al médico)

Al menos, esta noticia me hizo sonreír, que siempre es bueno.

Algunas otras no tanto.

En este devenir diario por las noticias me topo con cierto interés (en realidad soy novelista, lo de las columnas lo hago por pura di-perversión) con la sección literaria: mujeres por aquí y por allí tomando el poder en todos los asuntos. ¡Una mujer escribe un nuevo libro! Pues qué bien pero… ¿y a quién le importa si es mujer, hombre o hermafrodita? Pensaba antes de que sobreviniese esta locura “feminista” (las comillas son porque de feminista tiene más bien poco) que el mérito a la hora de escribir un libro estaba en la ordenación de las palabras, en el estilo, en el tema incluso pero nunca en el sexo del autor (o autora). Parece ser que no, las agencias de noticiasrepiten incesantemente que si ésta o aquélla han escrito un libro (a veces, incluso mencionan el título). A mí, sinceramente, me importa un pito si el que ha escrito algo es un hombre o una mujer y, que lo sepan algunas, eso no me convierte en machista.

Otro asunto en el candelabro (que no “candelero”, fue una de las pocas cosas que aprendí en la Facultad de Periodismo): la sucesión de Zapatero. El asunto está entre una chica y un chico (el chico de chico tiene poco). Llega la chica y dice que busca el voto de la mujer porque ella es mujer y, por tanto, apoyará a la mujer. Según yo tenía entendido, el feminismo propugnaba la igualdad entre los sexos, no la superioridad del estrógeno frente a la testosterona ni nada parecido.

(A este respecto, ya he olvidado el nombre de cierta mujer, muy científica ella, que afirmaba en el suplemento de cierto periódico -que empieza por A, termina por C, tiene tres letras y la segunda es la B- lo siguiente: el hombre, desde que apenas es un feto, recibe testosterona a grandes cantidades lo que le convierte poco menos que en un animal furioso que busca sexo y piensa en sexo y sólo vive para el sexo. Por lo tanto, lo mejor es que lo hagan todo las mujeres.)

Sigamos en este femenino mundo de desatinos (y por favor, esperen a la conclusión para los tomates e insultos, que no soy tan mala persona). El colmo del asunto viene de muy arriba, de la Comunidad Europea, que nos insta a situar en los puestos directivos a más mujeres, al mismo número de mujeres que a hombres o, de lo contrario, impondrán lo que más pena me da de todo el asunto: los famosos cupos.

(Sobre los cupos)

El cupo femenino es, si cabe, el mayor insulto a la mujer que pueda darse porque no tiene en cuenta la cualificación, el talento o la capacidad de ellas para llevar a cabo cierta labora. Cuando se le da a alguien un trabajo “por cupo” siempre es injusto, porque no se tiene en cuenta la validez profesional. No, una mujer que llega a presidenta de lo que sea debe llegar allí no por ser mujer (a mí esto me parece ridículo) sino por estar cualificada para el puesto… Sí, antes de que descubriésemos que Carmen Chacón es mujer (¡sorpresón!) ya existieron Margaret Thatcher, Golda Meir o Indira Gandhi que no iban por ahí diciendo eso de…

-¡Eh, que soy mujer, ¿vale?

-Vale.

-¡Pues vótame!

-¿Por qué?

-¿No te dije ya que soy mujer?

A este respecto, y siguiendo con el tono jocoso, una de las primeras acciones que llevó a cabo la Ministra del Ejército y posiblemente próxima candidata a la presidencia (Carmen Chacón, sí) cuando llegó al ejército esperando un niño fue la de prohibir en los cuarteles consultar el Marca, el As y el Interviú. Con semejantes medidas, vamos preparados para un potencial Gobierno de esta chica.

En fin, va siendo hora de abandonarles (que juega el Barça). Querría despedirme con un no jocoso comentario:

Me encantan las mujeres y cuanto más guapas mejor. Si eso me convierte en machista en este mundo, pues perfecto.

Me encantan las personas que llegan a donde llegan por sus medios, no por una campaña orquestada para beneficiar a unos y perjudicar a otros. A esto yo lo llamo propaganda.

Me encantaría si tuviese una jefa mujer. También un jefe hombre… me da exactamente igual porque espero que, el que fuese mi jefe, estuviese preparado para ser mi jefe (el problema es que en mi vida he tenido ni jefa ni jefe).

En fin, sean mujeres, hombres o animales varios, sean felices y coman perdices.

Hasta pronto.

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