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Me duele que la dedicación del profesorado no tenga en la sociedad el reflejo que le corresponde, como no lo tiene en las administraciones educativas

Fundado temor de los docentes

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Estos días son momento de Congresos, lo mismo por la izquierda radical que por la derecha conservadora. Y ya verán ustedes cómo -- en el caso de que traten algo sobre la educación—a más de uno se le llenará la boca con eso del Pacto Educativo, Pacto por la Educación o, en el peor de los casos, Pacto Político y Social por la Educación. Eso de apellidar a algo como “político” es muy preocupante y a veces traicionero.

Lo importante no es anunciarlo para quedar bien sino llevarlo a cabo. Y no debe ser un pacto cualquiera o de cualquier manera; ante todo debe ser un Pacto de Estado. Todo lo que no pase por tener un ámbito estatal está condenado al fracaso porque bastante daño se ha hecho ya con descentralizar la educación y dejarla en manos de las comunidades autónomas; ahí tienen el caso de grandes fracasos en Cataluña, Andalucía, Extremadura, Valencia y pronto Aragón,… No hay más que ver el desequilibrio entre esas y las mejor situadas: Castilla y León, las provincias vascongadas, Navarra, Galicia y Rioja, por poner algunos ejemplos.

Recientemente escuchaba a un sindicalista que lo peor que puede suceder es que no sea un pacto puro donde los docentes sean los protagonistas. Ese temor fundado aparece cuando se escucha a algún miembro del Gobierno o del Ministerio de Educación que se van a formar subcomisiones de Gobierno, comisiones estatales, comisiones generales de las comunidades, comisiones de expertos educativos y otras actuaciones semejantes o zarandajas teñidas.

En casos como los citados casi siempre se olvidan de los docentes porque pasan a un segundo plano y siempre acaba predominando lo político; sí, lo malditamente político. Ya decía un buen amigo mío: “Si quieres que algo funcione, organiza una comisión de expertos. Y si deseas que no salga nada adelante, no tienes más que organizar un congreso o unas jornadas de debate”.

Si el Gobierno juega con esas figuras ‘turbulentas’ y ‘borrosas’ acabaremos donde siempre: en la vuelta al inicio; es decir, a que todo quede en ‘agua de borrajas’. Y los docentes seguirán encontrándose con la misma problemática. Me duele que la dedicación del profesorado –que es profesional y permanente—no tenga en la sociedad el reflejo que le corresponde, como no lo tiene en las administraciones educativas. Ya se sabe que la educación no está de moda para los políticos porque los resultados siempre son a medio y largo plazo. A ellos les interesa el corto plazo, la foto en la prensa, la entrevista radiofónica y la aparición en televisión. Así no vamos a parte ninguna. Doy fe.

Fundado temor de los docentes

Me duele que la dedicación del profesorado no tenga en la sociedad el reflejo que le corresponde, como no lo tiene en las administraciones educativas
Jesús  Salamanca
sábado, 11 de febrero de 2017, 11:12 h (CET)
Estos días son momento de Congresos, lo mismo por la izquierda radical que por la derecha conservadora. Y ya verán ustedes cómo -- en el caso de que traten algo sobre la educación—a más de uno se le llenará la boca con eso del Pacto Educativo, Pacto por la Educación o, en el peor de los casos, Pacto Político y Social por la Educación. Eso de apellidar a algo como “político” es muy preocupante y a veces traicionero.

Lo importante no es anunciarlo para quedar bien sino llevarlo a cabo. Y no debe ser un pacto cualquiera o de cualquier manera; ante todo debe ser un Pacto de Estado. Todo lo que no pase por tener un ámbito estatal está condenado al fracaso porque bastante daño se ha hecho ya con descentralizar la educación y dejarla en manos de las comunidades autónomas; ahí tienen el caso de grandes fracasos en Cataluña, Andalucía, Extremadura, Valencia y pronto Aragón,… No hay más que ver el desequilibrio entre esas y las mejor situadas: Castilla y León, las provincias vascongadas, Navarra, Galicia y Rioja, por poner algunos ejemplos.

Recientemente escuchaba a un sindicalista que lo peor que puede suceder es que no sea un pacto puro donde los docentes sean los protagonistas. Ese temor fundado aparece cuando se escucha a algún miembro del Gobierno o del Ministerio de Educación que se van a formar subcomisiones de Gobierno, comisiones estatales, comisiones generales de las comunidades, comisiones de expertos educativos y otras actuaciones semejantes o zarandajas teñidas.

En casos como los citados casi siempre se olvidan de los docentes porque pasan a un segundo plano y siempre acaba predominando lo político; sí, lo malditamente político. Ya decía un buen amigo mío: “Si quieres que algo funcione, organiza una comisión de expertos. Y si deseas que no salga nada adelante, no tienes más que organizar un congreso o unas jornadas de debate”.

Si el Gobierno juega con esas figuras ‘turbulentas’ y ‘borrosas’ acabaremos donde siempre: en la vuelta al inicio; es decir, a que todo quede en ‘agua de borrajas’. Y los docentes seguirán encontrándose con la misma problemática. Me duele que la dedicación del profesorado –que es profesional y permanente—no tenga en la sociedad el reflejo que le corresponde, como no lo tiene en las administraciones educativas. Ya se sabe que la educación no está de moda para los políticos porque los resultados siempre son a medio y largo plazo. A ellos les interesa el corto plazo, la foto en la prensa, la entrevista radiofónica y la aparición en televisión. Así no vamos a parte ninguna. Doy fe.

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