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Etiquetas | Ciclismo / Tour de Francia 2010
Segunda victoria consecutiva para Mark Cavendish

No fue casualidad

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Mark Cavendish, del HTC-Columbia, repitió victoria en la sexta etapa del Tour de Francia. El británico venció, por primera vez en toda la temporada, con facilidad a Tyler Farrar, del Garmin, y a Alessandro Petacchi, del Lampre, que fueron segundo y tercero, respectivamente.


(© EP)


Álvaro Calleja / SIGLO XXI

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A Mark, Mark le debe, en gran parte, su resurgimiento. A Mark, Mark le debe su vuelta al altar del ciclismo, al altar de ese precioso, a la vez que arriesgado, oficio. El de sprinter, el de velocista, el de hombre rápido, el de todo aquel que no tiene miedo a nada, que resiste a codazos, que resiste a empujones, que en muchas ocasiones también tiene tiempo para dar en la misma medida que recibe, mientras que baila sobre la bicicleta, mientras que vuela sobre un aparato a pedales. Mark Cavendish fue el rey de todo ello durante los últimos años, el rey de la velocidad, el rey de la especialidad más brutal, la de los hombres que no ven el peligro, la de los hombres que disfrutan cuando su vida está en juego.

Y ahora, Mark Cavendish, el chico malo que ayer lloró, que ayer se convirtió, por unos segundos, por unos minutos, en un niño tierno, en un niño sin maldad, recupera ese trono que nadie sabe cómo perdió, que nadie entiende cómo bajó de él, gracias a otro Mark, a Mark Renshaw, el australiano que ayer le dejó a un paso de la puerta que rezaba “Bienvenido de nuevo” en Montargis, el australiano que hoy le abrió esa puerta de par en par en Gueugnon.

Mark Renshaw, que tiene 27 años, es el lanzador del niño enamorado de las peinetas, el que creyó en el resurgimiento de su jefe hasta cuando él mismo empezó a dudar de si alguna vez volvería a ser el Mark Cavendish que vencía con una pierna, el que destrozaba a sus rivales, los mejores del planeta, el que puso el mundo a sus pies cuando sumaba y sumaba victorias, hasta diez en dos años, en la carrera más importante del mundo.

2008 y 2009 fueron para él, el paseo por un sueño, el vivir en un panorama perfecto. Pero en 2010 todo se torció. Un problema dental, aquel maldito helado que acabó con su muela operada por estética, un problema sentimental, rompió con su novia Fiorella, y un problema familiar, su hermano Andy fue arrestado, derivaron en un problema deportivo, en un terrible problema deportivo, el que le llevó de ser el rey de los velocistas al rey de la polémica, de ganar todo lo que corría a pasar sin pena ni gloria por allá donde iba.

Con una etapa en Cataluña, otra en Romandía, en qué hora, y una más en California, como botín, se presentó el sábado en Rotterdam plagado de dudas. Dudas que fueron creciendo con el paso de las jornadas. Al día siguiente, en Bruselas, acabó en una curva de la parte final con las opciones de Mirco Lorenzetto y Óscar Freire. Más tarde, en la segunda victoria de Petacchi, dejó en evidencia su mal estado de forma, la poca confianza que tenía en sus piernas, que tenía en sí mismo.

Pero esa situación, esa oscura trayectoria, tenía que cambiar, no podía seguir por la senda del fracaso, de la decepción tras decepción. Por lo que ayer, cuando ya nadie le esperaba, apareció su otro Mark para que la bestia de Man volviese a ganar, volviese a vencer, volviese a levantar los brazos. Fue un manotazo a una mala época, a la peor. Fue situar su vida en cero. Borrón y cuenta nueva. Cuenta nueva y cargada, otra vez, como antaño, de confianza.

La confianza que le llevó esta tarde en Gueugnon, que nunca había recibido al Tour de Francia, a repetir éxito, a ganar como antes, con facilidad, con superioridad, casi sin oler el aliento de sus oponentes. Venció Cavendish, como ayer, y desapareció Freire, como ayer. El cántabro, unas veces por codazos, otras veces por soledad, sin compañeros, para variar, no pudo, una vez más, disputar un sprint que quisieron evitar, mientras que Carlos de Andrés y "Perico" hablaban de vacas, mientras que Antonio Alix se cabreaba con Luis León Sánchez por girar la cabeza, Rubén Pérez, el vizcaíno de Euskaltel, Mathieu Perget, el francés que entró a última hora en el nueve del Caisse d´Epargne, y Sebastian Lang, el alemán del Omega, compañero de Dani Moreno. Un trío al que en el final de la sexta etapa se unieron Champion, del Ag2r, y Charteau, del Bbox.

Todos, sin premio. Todos, devorados por el “coco”. Todos, viendo cómo el chico malo conseguía la recompensa por la que ellos habían luchado y cómo demostraba al ciclismo que lo de Montargis no fue casualidad, que hay Cavendish para rato, para mucho rato.

Los mejores españoles en meta
TOP 3
1. José Joaquín Rojas
El murciano, como en las anteriores llegadas masivas, se coló entre los diez primeros. Acabó 7º.
2. Alberto Contador
El fin de semana llega su terreno, por lo que, para evitar situaciones problemáticas, entró junto a Vinokourov en el puesto 28.
3. Samuel Sánchez
El asturiano cerró la sexta etapa en la 45ª posición.


No fue casualidad

Segunda victoria consecutiva para Mark Cavendish
Redacción
viernes, 9 de julio de 2010, 15:30 h (CET)
Mark Cavendish, del HTC-Columbia, repitió victoria en la sexta etapa del Tour de Francia. El británico venció, por primera vez en toda la temporada, con facilidad a Tyler Farrar, del Garmin, y a Alessandro Petacchi, del Lampre, que fueron segundo y tercero, respectivamente.


(© EP)


Álvaro Calleja / SIGLO XXI

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A Mark, Mark le debe, en gran parte, su resurgimiento. A Mark, Mark le debe su vuelta al altar del ciclismo, al altar de ese precioso, a la vez que arriesgado, oficio. El de sprinter, el de velocista, el de hombre rápido, el de todo aquel que no tiene miedo a nada, que resiste a codazos, que resiste a empujones, que en muchas ocasiones también tiene tiempo para dar en la misma medida que recibe, mientras que baila sobre la bicicleta, mientras que vuela sobre un aparato a pedales. Mark Cavendish fue el rey de todo ello durante los últimos años, el rey de la velocidad, el rey de la especialidad más brutal, la de los hombres que no ven el peligro, la de los hombres que disfrutan cuando su vida está en juego.

Y ahora, Mark Cavendish, el chico malo que ayer lloró, que ayer se convirtió, por unos segundos, por unos minutos, en un niño tierno, en un niño sin maldad, recupera ese trono que nadie sabe cómo perdió, que nadie entiende cómo bajó de él, gracias a otro Mark, a Mark Renshaw, el australiano que ayer le dejó a un paso de la puerta que rezaba “Bienvenido de nuevo” en Montargis, el australiano que hoy le abrió esa puerta de par en par en Gueugnon.

Mark Renshaw, que tiene 27 años, es el lanzador del niño enamorado de las peinetas, el que creyó en el resurgimiento de su jefe hasta cuando él mismo empezó a dudar de si alguna vez volvería a ser el Mark Cavendish que vencía con una pierna, el que destrozaba a sus rivales, los mejores del planeta, el que puso el mundo a sus pies cuando sumaba y sumaba victorias, hasta diez en dos años, en la carrera más importante del mundo.

2008 y 2009 fueron para él, el paseo por un sueño, el vivir en un panorama perfecto. Pero en 2010 todo se torció. Un problema dental, aquel maldito helado que acabó con su muela operada por estética, un problema sentimental, rompió con su novia Fiorella, y un problema familiar, su hermano Andy fue arrestado, derivaron en un problema deportivo, en un terrible problema deportivo, el que le llevó de ser el rey de los velocistas al rey de la polémica, de ganar todo lo que corría a pasar sin pena ni gloria por allá donde iba.

Con una etapa en Cataluña, otra en Romandía, en qué hora, y una más en California, como botín, se presentó el sábado en Rotterdam plagado de dudas. Dudas que fueron creciendo con el paso de las jornadas. Al día siguiente, en Bruselas, acabó en una curva de la parte final con las opciones de Mirco Lorenzetto y Óscar Freire. Más tarde, en la segunda victoria de Petacchi, dejó en evidencia su mal estado de forma, la poca confianza que tenía en sus piernas, que tenía en sí mismo.

Pero esa situación, esa oscura trayectoria, tenía que cambiar, no podía seguir por la senda del fracaso, de la decepción tras decepción. Por lo que ayer, cuando ya nadie le esperaba, apareció su otro Mark para que la bestia de Man volviese a ganar, volviese a vencer, volviese a levantar los brazos. Fue un manotazo a una mala época, a la peor. Fue situar su vida en cero. Borrón y cuenta nueva. Cuenta nueva y cargada, otra vez, como antaño, de confianza.

La confianza que le llevó esta tarde en Gueugnon, que nunca había recibido al Tour de Francia, a repetir éxito, a ganar como antes, con facilidad, con superioridad, casi sin oler el aliento de sus oponentes. Venció Cavendish, como ayer, y desapareció Freire, como ayer. El cántabro, unas veces por codazos, otras veces por soledad, sin compañeros, para variar, no pudo, una vez más, disputar un sprint que quisieron evitar, mientras que Carlos de Andrés y "Perico" hablaban de vacas, mientras que Antonio Alix se cabreaba con Luis León Sánchez por girar la cabeza, Rubén Pérez, el vizcaíno de Euskaltel, Mathieu Perget, el francés que entró a última hora en el nueve del Caisse d´Epargne, y Sebastian Lang, el alemán del Omega, compañero de Dani Moreno. Un trío al que en el final de la sexta etapa se unieron Champion, del Ag2r, y Charteau, del Bbox.

Todos, sin premio. Todos, devorados por el “coco”. Todos, viendo cómo el chico malo conseguía la recompensa por la que ellos habían luchado y cómo demostraba al ciclismo que lo de Montargis no fue casualidad, que hay Cavendish para rato, para mucho rato.

Los mejores españoles en meta
TOP 3
1. José Joaquín Rojas
El murciano, como en las anteriores llegadas masivas, se coló entre los diez primeros. Acabó 7º.
2. Alberto Contador
El fin de semana llega su terreno, por lo que, para evitar situaciones problemáticas, entró junto a Vinokourov en el puesto 28.
3. Samuel Sánchez
El asturiano cerró la sexta etapa en la 45ª posición.


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