Por lo que venimos experimentando en casi todos los sectores, la lógica, las verdades, la noción del bien y del mal, han sido relegados de manera preocupante hasta extremos inauditos. En estos ambientes de favorecen los camuflajes, alardean de ese carácter presuntamente libertario. Semejante dispersión de las ideas nos introduce en un llameante laberinto de dificultades extremosas, abocado a la agresividad y el anonimato. Así se impiden al máximo las conexiones, la inestabilidad desequilibra las relaciones, con una DESVINCULACIÓN progresiva entre sus individuos. La toxicidad de esta situación provoca una peligrosa epidemia de idiotez globalizada. El arraigo e identidad de los caminantes se dinamita a cada paso, quedamos aturdidos en la vorágine.
No sólo se pierden los vínculos entre las personas, los razonamientos se desintegran, nos desentendemos de las relaciones con el territorio, del Cosmos, del significado del agua, del resto de organismos vivos. Nos deslizamos como elementos contemplativos, algunos con ciertos aires reflexivos, rutinarios a través de una pragmática obsesiva o polarizados hacia notables extremos.
Como una especie de brotes DISPERSOS que pretenden ser autosuficientes. El conjunto muestra una efervescencia burbujeante enajenada, prescinde de los nexos humanos convivenciales. Salen a relucir las directrices preponderantes de la fuerza y los atropellos, para que cada uno se apañe como pueda en medio de la vorágine.
Aunque la primera impresión muestra la apariencia de un fortalecimiento individual, sucede todo lo contrario, al encontrarse el sujeto desasistido de cualquier conexión vinculante. Asistimos perplejos a una paradoja singular, es frecuente encontrarnos como pájaros solitarios sometidos a mil vicisitudes, rodeados de una plétora de MOSCARDONES veloces, ansiosos de cobrar sus míseras prendas, ensimismados en su tarea individual. En realidad, una proliferación de elementos actuantes en solitario y en agitación permanente. Las energías se manifiestan con todo su potencial, sin contar con sus orígenes comunes, ni con las supuestas cualidades humanas disponibles; el ansia acaba con el resto de atenciones.
Estamos involucrados en una mezcla de rasgos personales recibidos y la aplicación de los mismos en la confrontación con las numerosas vicisitudes cotidianas. En esa aplicación surgen también enormes diferencias por la heterogeneidad de sus practicantes, siempre con el toque individual inevitable. Si la comodidad tienta a los mediocres, no es óbice para el estilo pujante de otras opciones. El sujeto aislado puede decidirse por el esfuerzo orientado hacia la excelencia de las mejores causas en los diversos sectores. Con el simbolismo de las MARIPOSAS, aprovechar sus recursos, expresando la belleza de las formas y la tolerancia con las demás manifestaciones. Sin la presión numérica, con las mejores aportaciones.
Aunque no tengamos claras las motivaciones subyacentes, algunas de las personas puestas en situación de relacionarse con sus semejantes, prescinden de los altibajos propios de dichos contactos, se manifiestan privadas de cualquier chispa emocional. La frialdad de sus gestos y actitudes los presenta como rígidos TÉMPANOS deslizándose inertes por la corriente vital. Si sólo sean apariencias o meros formatos expresivos, permanece como cuestión sin resolver. Las mínimas aproximaciones inevitables apenas provocan algún chasquido insensible. Esa ausencia de calidez no parece propia de seres vivos, en todo caso, reflejan una parte de los humanos alejados de los tonos sensibles requeridos para la vida comunitaria.
El desapego se introduce en las conductas habituales en un doble sentido preocupante. La escasa atención dedicada a las repercusiones sobre los demás y la actitud displicente a la hora de abordar la calidad de los trabajos efectuados. Ambas tendencias representan un inconveniente de graves consecuencias, los objetivos sólo alcanzarán cotas insatisfactorias, sometidos a las reiteradas frustraciones y liberados de las consideraciones afectivas con las personas. Casi resultan lógicas las iniciativas AGRESIVAS en alza, tan patentes en los ámbitos actuales. Es una opción individual que incide en los problemas de tráfico, laborales, familiares, ocio y deportivos; admitir su normalidad agranda las dimensiones del asunto.
Es perceptible el descontento general al referirnos a la información, debido a la enorme confusión de los mensajes. Mentiras flagrantes, silenciamientos tendenciosos, oleadas manipuladoras, y sobre todo, ese tufo maniobrero imperante. La franqueza de la diversidad asoma como saludable. Sin embargo, las maquinaciones de la confusión se implantan como mayoritarias e implacables. Una de sus vertientes es la actitud en relación con el ANONIMATO fiel a estos manejos. No sólo por lanzar bulos escondiendo su autoría, son propicios a la proliferación de fuentes informativas con nombres falsos promovidos por los empoderados de siempre. La correcta identificación del mensajero no es la que ataca las libertades ni confunde a la gente.
La vida de por sí es azarosa, nos deja escasos momentos reposados, mostrando horizontes inciertos e inquietantes. Si añadimos la serie de actuaciones incoherentes promovidas desde cualquier sector, quedan pocas salidas para una valoración personal adecuada, esa SOBERANÍA individual permanece en entredicho, siempre sometida a los flechazos ambientales. Casi resulta un acto heroico eso de poder adoptar una posición consecuente con las circunstancias y las condiciones individuales. Requiere de un espacio mágico que favorezca ese respiro (En la cumbre de una montaña, en el bosque u otro lugar escogido), para que la autonomía de esa persona consiga comprenderse; ni se puede suplantar ni enmascarar bajo maniobras ladinas.
La potencia del superhombre se ha visto reforzada por el derrumbe de las grandes verdades. Lejos de asimilar las carencias para buscar las mejores colaboraciones intensivas entre todos los cuitados, que somos todos, se agigantó la figura del individuo para liberarlo de ataduras. Se desechó la idea de una moral en común, y la ética sin moral reguladora se ciñe a la particularidad de cada sujeto, no contempla criterios generales. Hemos llegado al pájaro solitario INDIFERENTE a cuanto pueda entenderse como consideración a las posiciones ajenas. Con ello viene a cerrarse el círculo, ni desde sí mismo ni desde fuera, se aprecia la ligazón comunitaria deseada, con la consiguiente desintegración de la vida social gratificante.
Ante las múltiples penalidades e insatisfacciones, es evidente la posibilidad de una huida hacia delante, a base de mantenernos en la ARROGANCIA de un protagonismo estúpido por falta de razonamientos y escasez de sensibilidades. Ya no se trata de trampas alevosas dada la claridad de los comportamientos. La contumacia de las decisiones adoptadas arrecia con sus repercusiones y los augurios inquietantes.
Frente al despilfarro ambiental de cualidades, de su nulo aprovechamiento, el sujeto individual se nota como enajenado del proceso. Aunque mantiene el recurso de sus LUCES PROPIAS para no sentirse ahogado en las polarizaciones homogeneizadas, para agarrarse a las cuotas propias de su entendimiento, con el ansia de mejores momentos venideros y su energía personal reivindicativa como ente existencial.
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