Muchas veces hablamos de las habilidades, las capacidades y de la libertad que genera el emprendimiento o el espíritu empresarial, valores reales que acompañan el ADN de quienes en un momento deciden cual aventureros del siglo XXI tomar las riendas de su vida en el sentido de acompañar el riesgo a cada decisión, la resiliencia a cada impacto y el deseo de superación ante cada adversidad. Hablamos así de esas pocas personas que quieren cambiar el mundo pero desde la innovación, la propuesta de valor o el sueño hecho realidad de un proyecto que empieza en una idea y que cada día luchan en convertirlo en una realidad frente a tempestades y mareas.
Así, tendemos a vincular el emprendimiento, el desarrollo empresarial y la alta dirección con términos como el liderazgo, la innovación y el éxito. Sin embargo, tras esta narrativa inspiradora, frecuentemente se oculta una realidad menos visible pero profundamente significativa: el impacto en la salud mental, algo de lo que un buen amigo una vez me reflexiono Ismael Teijón, fue a él , al primero que escuche hablar de como esto impactaba en los emprendedores, y como él tenía la idea de ayudar en este proceso, alguien como él, fundador de una de mayores redes de aceleradoras en España y de clubes de inversión y firmas como Cupido Capital y que conocía de primera mano esos procesos, y esa idea que de él surgió me invitó a esta reflexión en forma de tribuna, necesaria hoy más que nunca.
Ansiedad, depresión y agotamiento emocional son así hoy condiciones cada vez más comunes entre emprendedores y altos ejecutivos, elementos de los que poco se habla y que actualmente están reflejando un problema sistémico en el mundo corporativo, startup y empresarial.
De esta forma, diversos estudios evidencian hoy esta realidad, que en muchas ocasiones es vivida en soledad por emprendedores y líderes empresariales , colectivos estos donde existe hoy una mayor propensión a padecer trastornos psicológicos. Así, según un estudio publicado en Small Business Economics, los emprendedores tienen el doble de probabilidades de sufrir depresión en comparación con la población general como consecuencia de un impacto directo a todos los procesos emocionales, presión y retos permanentes a los que se enfrentan, trastornos que erosionan y debilitan además sus relaciones familiares, de pareja y afectivas en muchas ocasiones como consecuencia de estos estados. A esto se suma la presión por liderar, por no aceptar las derrotas necesarias en el aprendizaje, por atender a la demanda o el deseo de satisfacción ante las expectativas generadas, por tomar decisiones estratégicas, mantener la viabilidad económica y, en muchos casos, gestionar equipos humanos en contextos inciertos a los que dar respuesta mensualmente ante salarios o necesidades.
En cambio, la realidad que viven las personas emprendedoras y directivas es completamente diferente. La obligación de cumplir objetivos de exigencia, el mantenimiento de jornadas prolongadas cada vez mayores para responder a la presión externa e interna de clientes y equipos, la responsabilidad por el bienestar de toda una organización muy pocas veces entendida por el resto generan un cóctel de estrés crónico que puede desembocar en trastornos del estado de ánimo y en consecuencias devastadoras para la salud mental de la persona entrecomillada como “ Líder”. Ese que sufre la denominada depresión del liderazgo, una tipología de esta que se estructura con varios factores que vienen a potenciarla y acelerarla: El aislamiento profesional y personal, derivado de la propia escala profesional y de conquista de espacios que determinan la complejidad de las relaciones interpersonales, la denominada soledad del líder se muestra en toda su crueldad en esa imposibilidad de compartir temores y dudas entre los equipos más cercanos o las personas de mayor confianza de la empresa o de su entorno afectivo. La sobrecarga de la responsabilidad, conformada en esa presión permanente por mantener la rentabilidad de los proyectos para todos los equipos, inversores y clientes, todo ello con ese concepto del liderazgo con visión y la asunción que conlleva asumir riesgos de manera permanente generando una carga emocional de difícil encaje. La Hiperproductividad y la constante conectividad que determinan el agotamiento mental y emocional. Y por último, el estigma y expectativas sociales , esos que se estructuran en el ser interno de personas directivas y emprendedoras que sienten que mostrar vulnerabilidad compromete su credibilidad. Un elemento que refuerza el silencio y retrasa la búsqueda de ayuda.
Y es que, cuando un o una líder encuentran y abren ante otra persona de su entorno o equipo su realidad, es cuando nos estamos encontrando algo muy difícil de percibir pues este hecho supone una superación de un proceso emocional de importante impacto para este tipo de personas únicas como son las que emprenden o lideran proyectos empresariales y directivos.
No por menos, uno de los riesgos más importantes para muchos de ellos y de ellas es el suicidio, así si bien no tenemos estudios finales en números reales , si existen ya datos que ponen de relieve esta realidad. Según Sherry Walling (2022), aunque no hay datos concretos sobre tasas de suicidio en emprendedores o líderes empresariales o directivos, algunos estudios sugieren que estos perfiles tienen el doble de probabilidades de experimentar pensamientos suicidas. Recientemente la revista Entrepreneur, medio de referencia en el ecosistema venía a señalar que los/as emprendedores/as tienen 2 veces más probabilidades de tener pensamientos suicidas que el resto de la población, incrementado el riesgo para este colectivo. Y junto a este riesgo el de la depresión, con datos demoledores, en datos generales frente a un 15% de la población general que muestra depresión en el caso de los emprendedores/as la cifra se dispara al 30%. Datos avalados por universidades como la de California que venía a señalar recientemente como el colectivo de emprendedores vienen a tener el doble de probabilidades de una depresión que el resto de la población.
Así, lo avalan de igual forma informes como el de Simply Business citado por Mental Health UK: que cifra que entre emprendedores, el 38% sufre depresión, y el 59% experimenta ansiedad y junto a él análisis como el realizado por el CMHA de Canadá, que impacto aún en mayor medida con datos como los que señalan que el 62% de emprendedores se sienten deprimidos al menos una vez por semana y el 46% admite que esto interfiere con su rendimiento laboral.
En definitiva, no es uno sino muchos los estudios que apuntan en esta dirección. Así, lo ponía de manifiesto un artículo publicado por Cinco Días (citado desde Territorio Pyme), donde un estudio de Berkeley reveló tasas preocupantes: entre CEOs, el 47% padecía depresión, el 59 % ansiedad, y el 63 % presentaba síndrome de burnout. Una realidad callada hoy disfrazada por todos en muchas ocasiones con el color rosa del éxito.
Por todo ello, es urgente hablar de lo que en muchas ocasiones no se menciona , pues estos procesos se ignoran, nos encontramos ante impactos que no sólo afectan al o la líder sino a la propia organización. Ignorar la salud mental en los puestos de liderazgo no solo afecta al individuo de esta forma, sino también a la empresa, institución o proyecto. No por menos, los o las líderes son termómetros emocionales: su estabilidad o desequilibrio influye directamente en el clima laboral, la motivación de los equipos y la toma de decisiones estratégicas. Surge así, hoy más que nunca la necesidad de la incorporación de acompañamientos psicológicos y de bienestar emocional para impulsar accesos a la normalización de la salud mental y su cuidado, el acompañamiento psicológico, el fomento del autocuidado de los o las líderes o la educación emocional.
Hoy vivimos un tiempo de exigencias, de permanente esfuerzo y de grandes oportunidades, pero también de riesgos, no sólo en lo empresarial o en lo económico, sino en lo emocional, en esa otra batalla necesaria y tantas veces olvidada a la que tenemos que mirar con los ojos de la realidad y tomar medidas urgentes, cuidar de los que sueñan es cuidar de los sueños de una humanidad que necesita de las personas emprendedoras y de esos liderazgos empresariales, sociales, innovadores, culturales y de cualquier tipología que se aventuran en emprender para cambiar su realidad y el mundo.
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