Allá por el 24 de abril de 2016, a las 12:07 h, el periódico digital DIARIO SIGLO XXI publicó un escrito mío sobre la cleptocracia. Hoy, repasando algunos de mis trabajos, lo he encontrado y he comprobado que no ha perdido ni un ápice de actualidad, es más, esta, se ha recrudecido y acentuado, por lo que lo reproduzco actualizándolo a nuestros días, aunque los casos más recientes como el del Tito Berni, Koldo y otros más que están en la mente de todos. No los examinaré.
Existe una enfermedad llamada cleptomanía cuyo tratamiento entra de lleno en la especialidad médica de la psiquiatría. Está compuesta de dos étimos, provenientes de vocablos griegos. Uno de ellos es el verbo κλέπτειν, que significa robar, sustraer, apoderarse de lo que no nos pertenece, etc. La otra palabra que la compone es μανία que en griego quiere decir locura, demencia.
En castellano desposeemos a esta palabra de parte de su fuerza semántica y más bien le damos el significado de tendencia, o predisposición. Por ello para nosotros un cleptómano es aquel que tiene predilección o propensión a apoderarse de lo ajeno, sin que pierda esta palabra la connotación de enfermedad mental que debe de ser tratada por un especialista en desequilibrios cerebrales.
En medicina se define a esta enfermedad como un trastorno psicológico por el cual la persona denominada cleptómana o cleptomaníaca tiene una conducta repetitiva de apropiarse de aquello que le es ajeno. Hay que distinguirlo de la actividad del ladrón esporádico o habitual, cuyo objetivo es el enriquecimiento ilícito buscando un beneficio personal. En cambio, en la cleptomanía, el momento del robo se convierte en sí mismo en la finalidad del acto, no persiguiendo un enriquecimiento personal ni el perjuicio de la persona a quien roba.
El individuo que padece esta enfermedad se encuentra bajo el trastorno de control de unos impulsos que la obligan irremediablemente a apoderarse de cualquier objeto independiente de lo que valga. Lo podríamos comparar a uno de los animales más inteligentes del mundo: La urraca, que, por impulsos de su naturaleza, tiende a almacenar en sitios que sólo ella conoce, los excedentes de alimento que encuentra, así como objetos brillantes por los que siente una debilidad especial, como si fueran sus tesoros, tales como trozos de latas, cristales, cosas resplandecientes, etc.
La urraca lo hace por instinto natural y el cleptómano por desviación mental.
Sin embargo hay otras personas que no son ni urracas ni cleptómanos, sino auténticos ladrones, ya que éstos son definidos por la acción que cometen, no por padecer una tendencia irresistible, es decir, los ladrones son los que se apoderan de lo que no es suyo a sabiendas de que están cometiendo un delito, pues además de desposeer a su legítimo dueño del bien que posee, van contra la propiedad privada.
¿A qué viene esto? La oportunidad de traerlo a colación es que el mundo está gobernado no por la legítima democracia sino por una auténtica cleptocracia.
Nos encontramos a estos ladrones de guante blanco en todos los regímenes de gobernación, tanto en dictaduras como en democracias.
Hablar de la putrefacta corrupción que afecta a España, cuyas fétidas vaharadas nos asfixian, es un lugar común tan trillado y manoseado que no se precisan de más palabras, pues todos los españoles la padecemos.
Quienes conocimos y vivimos la Dictadura, deseábamos que llegase la Democracia, pero a muchos nos ha ocurrido lo que a Ortega y Gasset, que esperaba fuertemente de República y, cuando llegó esta, decepcionado dijo: “No es esto” “No es esto”.
Partido | Número de Casos | Cifra Económica Total | PSOE | 9 | 10.556 millones de € | PP | 10 | 122.000 millones de € |
Según estudios recientes (2000-2020): PP: Implicado en el 40,5% de los casos de corrupción. PSOE: Implicado en el 38,3% de los casos. Ambos partidos conjuntamente: Participan en el 3% de los casos. Total entre ambos partidos: 75,8% de todos los casos de corrupción en España.
Datos extraídos de Internet, es decir, a disposición de quien quiera consultarlos.
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