Entre los judíos norteamericanos, donde su comunidad ha sido «preservada de los horrores de lo que sucedió en Europa», el Holocausto se estudia y se conmemora con fervor. Cabe señalar, por ejemplo, que Washington es el lugar de un museo colosal dedicado al Holocausto. Así, el Holocausto ha sido utilizado para “justificar muchos acontecimientos políticos” contemporáneos.
Existen documentos que demuestran que el movimiento sionista dominante siempre ha estado interesado en «salvar a todo el pueblo judío del exterminio», y el interés por la colonización de Palestina tiene su justificación.
He leído perversos escritos que siempre provienen de la izquierda política donde se manifiesta que dirigentes sionistas de extrema derecha contactaron con los alemanes durante el período nazi para disponer de su apoyo y ayuda... ¡Qué falacia, por Dios! De todos modos, la magnitud absoluta de lo que tuvo lugar entre 1933 y 1945 desafía nuestra “capacidad de descripción y comprensión”. Si se estudia ese período y sus excesos concluiremos que para cualquier ser humano decente, la masacre de tantos millones de personas inocentes “debe pesar mucho en las generaciones venideras”.
No importa cuánto podamos estar de acuerdo con el sentido de que Israel ha explotado el Holocausto con fines políticos, ya que hay poco espacio para la duda, pero lo que está claro es que la memoria colectiva de la tragedia y la carga de miedo que impone a todos los judíos de hoy «no debe minimizarse». No hay razón para no abrirse al horror de la tragedia particular que afectó al pueblo judío. Lo que se hizo a los judíos en Alemania fue de hecho un crimen contra la humanidad, y en la actualidad «se intenta comparar el tema palestino con el holocausto nazi», y eso es una infamia y un insulto a Israel.
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