La Solemnidad del Sagrado Corazón es movible. Este año, el 27 de junio. El Papa Pío IX dispuso la fecha: el tercer viernes después de Pentecostés.
La devoción se inició en Francia, debido a las apariciones a Santa Margarita María de Alacoque (1647-1690) los primeros viernes durante dos años, y la petición de una fiesta en su honor. En España e Hispanoamérica, la fiesta se la pidió Jesucristo al Beato Bernardo de Hoyos (1911-1935), a quien se le manifestó en Valladolid y le transmitió esta Gran Promesa: “Reinaré en España y con más veneración que en otras partes”. El Beato Bernardo escribió al Rey, Carlos III, que accedió gustoso. En Francia, Jesucristo pidió a Santa Margarita dirigirse a Luis XIV para suplicarle la Consagración de su Reino al Sagrado Corazón y que la bandera de sus ejércitos portaran su imagen sagrada; pero el Rey Sol desoyó la súplica. Curioso: cien años después, en la misma fecha, estalló la Revolución francesa, que puso fin, allí, a la monarquía borbónica. La devoción al Sagrado Corazón aporta grandes gracias y favores. Se concreta en la comunión reparadora los Primeros Viernes, en la adoración eucarística, en la entronización de su imagen en el hogar y, sobre todo, en la consagración a su Divino Corazón. A este Corazón, del que brota la Misericordia Divina, lo imploramos como “salvación de los que en ti esperan”, “esperanza de los que en ti mueren”, “delicia de todos los santos”.
|