A lo largo de estos 25 años de docencia, he pensado en dejar la enseñanza en más de una ocasión. Motivos he tenido: leyes cambiantes y sin sentido, burocracia creciente, sociedad hostil hacia el profesorado, alumnado menos interesado en el aprendizaje, devaluación económica, irrupción de la IA… Cada vez que ese pensamiento invade mi cabeza, me recuerdo a mí mismo que lo importante aquí siempre es la Educación, así, con mayúsculas, por encima del resto de contingencias, y que uno ha de poner el foco en aquellas vidas que cambian porque encuentran un sentido a sus capacidades en el muestrario que conocen durante su etapa de estudiante, y comprender que siempre habrá alumnos, profesores, políticos…, dentro del sistema, que intentarán aprovecharse del mismo para prosperar, pero eso no puede echar abajo la relevancia de la Educación, así, con mayúsculas, y potenciar a aquellos que lo hacen bien cada año y que buscan la excelencia de manera continuada.
Esta semana hemos conocido el demoledor informe de la UCO, con todos los indicios que apuntan hacia el triángulo de las Bermudas socialista, ese trío de presuntos corruptos que puede fagocitar no solo al gobierno sino también el concepto de Democracia, así, con mayúsculas. Porque, en estos tiempos extraños que vivimos, donde son muchos los interesados en poner en duda todas las instituciones, es tentador y peligroso aceptar el mantra de “todos los políticos son iguales” o “solo el pueblo salva al pueblo” para tender una alfombra roja a aquellos autócratas que, a través de la simpleza de pensamiento, alimentan la necesidad de alguien que los guíe, un salvador que sepa hacer las cosas de manera decente en un mundo corrupto. Pero no hay que olvidar que la Democracia, así, con mayúsculas, es el único sistema que permite que tendamos a una sociedad más igualitaria y justa, y que hay ciudadanos y representantes políticos que buscan mejorar realmente las condiciones sociales de las personas.
La vida debería ser más amable y los humanos más honestos, pero hay que aceptar que no es así, que una cosa es el deseo y otra muy distinta la realidad, como bien nos poetizase Luis Cernuda. Una vez asumido esto, uno ha de centrase en los alumnos que realmente quieren aprender y ven en la Educación, así con mayúsculas, una oportunidad para saber quiénes son y crecer, y en los ciudadanos que creen en la Democracia, así, con mayúsculas, como la única manera de ayudar y de ser solidario con el resto para alcanzar el bienestar común. Y habrá otros que medrarán, a pesar de todos los pesares, hagamos lo que hagamos. Es su naturaleza. Y existe. Y existirá. Y está extendida. En todos los institutos, en todos los partidos políticos. Pero es minoritaria. Somos más los que no nos comportamos así. No nos dejemos llevar por la rabia y por la indignación. Aunque duela. No somos Holden Caulfield, y hay un precipicio al que se arrojarán, sí o sí, los sin honra. Que no se lleven con ellos la Educación o la Democracia, así, con mayúsculas.
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