Tres campos sociales se erigen desde hace tiempo como los nichos o abrevaderos fundamentales de los que se nutren de materia prima los principales medios de comunicación para producir noticias sin parar con el propósito finalista de distorsionar y manipular la realidad creando así un espectáculo permanente de fruslerías que provoquen asombro o escándalo en las personas cautivas de consumo mediático: las refriegas políticas insustanciales elevadas a la categoría de conflicto bélico teatral, la prensa escrita o audiovisual de calzoncillo y braga, vulgo chismorreo rosa o del corazón, y los deportes en general, con especial relevancia del fútbol, donde cada día entrenadores y jugadores deben rendir cuentas sobre absolutamente nada acerca de su actividad profesional diaria.
Esa terna de campos produce noticias mil en detrimento de la realidad política, social, cultural e ideológica que sí es importante y decisiva en las vidas de la inmensa mayoría de la gente. Pero mientras vemos lo que vemos no nos acordamos de lo que padecemos, esto es, injusticias varias, explotación y precariedad laboral, racismo, guerras terribles, muertes evitables de inmigrantes en la mar, asesinatos machistas recurrentes, lgtbifobia cutre y un largo rosario de entretenimiento mediático en el que personajes de chichá y ná acaparan la atención de una mirada global entontencida o alienada por el glamour de la pirotecnia capitalista.
En el terreno político una horda de reporteras y reporteros mal pagados detrás de su micrófono con la vitola bien visible del medio que les explota acosan constantemente a personajes políticos en cualquier evento público oficial u oficioso, incluso haciendo guardia en los domicilios de esos protagonistas de cartón piedra. Cualquier estupidez que digan será editada y magnificada como declaración pomposa aunque nada aporten a la comprensión veraz de la realidad.
Si nos adentramos en el sector inmoral de la prensa de variedades la inmundicia alcanza ya cotas nauseabundas. Personitas que venden su dudosa ética, dedicados al negocio de la promoción de sí mismos/as, manifiestan su vacuidad intelectual sin rubor alguno llenando espacios de atención siempre inmerecida.
Respecto al fútbol la estulticia es la norma predominante. Todos los días una rueda de prensa sobre tácticas, especulaciones de fichajes millonarios, lesiones y alrededores acerca de la vida privada de figuras que nada añaden de valor a la auténtica realidad conflictiva en la que vivimos inmersos.
Periodismo show es lo que necesitan las elites para mantener su statu quo de prebendas y privilegios. Crear noticias banales pero con ribetes sensacionalistas y personajes histriónicos, un tanto malvados mucho mejor, es su cometido. Y son extraordinariamente eficaces en su cometido de control social del sistema neoliberal. Mientras la mente social esté invadida por tonterías transformadas en primicias o futesas de diverso signo la mente estará ocupada y no pensará en realidades inmediatas que muerden la vida de las clases populares, esas que trabajan mal que bien o habitan los márgenes de la pobreza.
Periodismo show inventa realidades alternativas sin conexión con la realidad auténtica. Cada noticia editada por los grandes mass media acapara espacio cerebral y desvía la atención emocional a asuntos de poca monta pero de consumo rápido y desechable al instante. Esa situación es ideal para que las derechas ultras, neofascismos variopintos y progresismos nominales tipo clase media ilustrada mantengan su hegemonía en la sociedad actual.
Periodismo show es la primera trinchera contra la verdad de las elites transnacionales en la guerra que libramos todos los días para llegar a fin de mes con cierta dignidad ética y solvencia económica.
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