Frente a los prudentes, los fatuos se envalentonan. Es el problema de los que miden sus actos y contienen sus lenguas. El obispo de Madrid, Enrique Tarancón, lo dijo varias veces: el exceso de prudencia es una imprudencia. ¿Cuál es la imprudencia? Que demos pábulo a toda una serie de cosas que son, hablando “prudentemente”, impresentables.
Leemos que la Comisión Europea declara tolerancia cero (qué lenguaje este, el de las frases hechas) con la corrupción, y dice que puede suspender ayudas si el caso Koldo afecta a los fondos de la UE.
Siempre que oímos a los políticos hablar de dinero, cualquiera que sea el nivel, recibimos la sensación de que tienen una máquina personal de imprimir billetes. Más con la Comisión Europea, producto de toda una serie de legitimidades cortocircuitadas que no terminan de establecer una relación directa entre ciudadanos e instituciones. Oyendo hablar a estos directivos --más que representantes-- pareciera que España es un ente mendicante que no aporta el 0,90 por ciento de su pib en la UE. No será poco cuando el 2 por ciento en defensa es materia de discusión.
Sinceramente creemos que la relación que hace la Comisión con los fondos europeos es sólo una excusa. Tan importante como el caso Koldo son muchas otras cosas a las que no se les aplica consecuencias; como que se establezcan sanciones a Rusia y la empresa del marido de la representante de exteriores europea, la estonia Kaja Kallas, las mantuviera hasta que se descubrió la relación. Al asunto no se le dio la importancia moral requerida.
Tampoco es satisfactoria la siguiente noticia: “El Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) dictaminó este miércoles que la Comisión Europea infringió las normas de transparencia al no permitir el acceso a los mensajes de texto "sms" entre la jefa del ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen y el Consejero Delegado del gigante farmacéutico Pfizer, en plena pandemia de COVID-19. …La disputa en torno a los mensajes -al parecer relacionados con las negociaciones sobre un acuerdo de 35.000 millones de euros en vacunas- ha provocado acusaciones de secretismo y opacidad institucional en las más altas esferas del ejecutivo de la UE”. La noticia es de 14 de mayo del corriente. (https://euractiv.es/section/politics/news/pfizergate-commission-broke-transparency-rules-over-von-der-leyen-texts-court-rules/).
No sería el primer asunto. Von der Leyen ya tuvo problemas cuando era ministra de defensa de su país, Alemania. Euronews escribió entonces (febrero de 2020) lo siguiente: “Una comisión de investigación parlamentaria indaga la contratación de asesores externos por 200 millones de euros en dos años que involucra, principalmente, a la sub secretaria de defensa designada por la misma Von der Leyen, Katrin Suder”.
Un miembro de la comisión de investigación dijo en su momento: "Se ha hecho evidente que no existían reglas claras sobre la forma en que estos consultores externos debían ser incorporados y supervisados para evitar que estas cosas ocurrieran. Con el resultado, que todos ustedes conocen, hay toda una serie de violaciones de las reglas. Estas personas han influido en las decisiones y la palabra clave nepotismo está en el aire".
Si V. d. Leyen, en vez de ser del PPE fuera de S&D, aquí ya se habrían establecido un régimen de persecución.
Pero, al margen de los partidos, ¿hay segunda intención en todo esto? Creemos que sí. Las diversas propuestas de Sánchez con relación a Palestina no han gustado a muchos poderes.
¿Sería justo que España fuera castigada –a qué situación han llegado las soberanías nacionales-- por el caso Koldo? Creemos que la Comisión Europea sabe con toda certeza que no. No es el gobierno de España quien ha estafado, sino unos supuestos malversadores que pululan en todas partes. No olvidemos que el PP tiene pendiente 30 casos. No prejuzguemos hasta que no hayan sentencias firmes y sí pidamos que los trámites se agilicen. Algunos casos datas de 2009.
Y si tales estafas son aberrantes, más lo son las políticas que ignoran genocidios y premian a sus autores. O que las agresiones de unos a otros países se midan según le convenga a un poder que no nos pregunta nada: si queremos guerras, recortes de hospitales, margarina, un estado federal o confederal; o una atomización de regiones sin alma ni dinero. Eso sí, todas con servicio militar obligatorio y hablando en inglés, tal como ocurre en sus instituciones.
Hay ya por ahí artículos que alertan sobre la crisis que atraviesa la Europa unitaria. Pero hablan sólo de estructuras. Es curioso que en una época en que se mencionan cada dos por tres las raíces –más bien en sentido folclórico, como el Rocío, como si fuera la única expresión importante de España--, no se hable de la savia que porta nuestra propia naturaleza histórica. Los europeos de la unión deben meditar sobre qué tipo de savia les están suministrando.
La relación entre La Comisión y los distintos países que integran la UE no es, como poco, democrática. Se ha evidenciado que se castiga a naciones soberanas por las políticas que desarrollan con toda legitimidad. España puede, y debe, realizar la política que crea más humanitaria respecto a Palestina, por ejemplo. Si acaso, es la Comisión la que ha de meditar sobre la política que realiza.
Es sintomático que el caso Koldo adquiera dimensión europea y que las resoluciones internacionales sobre Palestina (creación de un segundo estado) o sobre los ataques de Israel a Irán, no. Que nuestra catalogación dependa de Koldo es simplemente cínico. La verdad es que no atinan ni una. No hará falta más de una década para que todo esto se evalúe desde la perspectiva adecuada.
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