Nuestra cultura se centra constantemente en criticar lo que no nos gusta en lugar de poner en valor lo que se hace bien, y al avanzar en la “construcción” de esta modesta columna, el lector podrá comprender que eso es fundamental. En lugar de construir y animar, nos hemos centrado en destruir, en separar, en tirar lo que hacen otros como única forma de poner en valor lo que nosotros pensamos que es mejor, y como dice la famosa cita o refrán: “de esos polvos, estos lodos”. Hoy día se ayuda poco a construir, dialogar y aprender de las experiencias y los errores, y mucho menos a construir proyectos compartidos. El caldo de cultivo para situaciones como éstas está servido en una sociedad en la que el baile de sistemas educativos, el nulo culto al esfuerzo y la poca valoración colectiva de los que salen adelante, son el día a día: se necesita más educación, más reflexión y desde luego, más cautela, y quizás eso nos ayudaría a reducir el tremendo ruido que no nos deja pensar en lo que de verdad importa: ¡Cómo arreglamos esto!
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