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Dicharacheros

El barullo parlanchín enturbia las relaciones
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 30 de mayo de 2025, 10:05 h (CET)

Vivimos en unos ambientes de mucho contraste entre lo que se habla, lo que se dice, lo que se piensa y lo que se entiende. El análisis lo podemos empezar cuando y por donde se quiera. El título de hoy viene de todo esto, porque si algo abunda son los HABLADORES, tan prolíficos en medios y momentos del día, mientras queda en el aire eso de si aclaran o confunden, debaten o peroran. Se dicen cosas cuya ilación permanece en esferas ignotas, por su carácter impulsivo y alejado de las justificaciones. En cuanto a la envergadura del pensamiento acompañante, cada uno verá. Y como es natural, el consiguiente entendimiento derrapa por numerosos andurriales intrincados, casi sin darnos cuenta, debido al barullo ocasionado.


Tanta habladuría no da lugar casi a ninguna consideración valorativa; además, se mezcla con la enorme emisión de imágenes, a su vez con múltiples orientaciones. El descontrol de tal barullo es notorio y se manifiesta en la doble vertiente de habladores y oidores, casi nunca escuchantes. En ambos casos es evidente la dificultad para el establecimiento de conexiones certeras y hemos de añadir que siempre se dice o se oye algo que no se pronunció. Las EXAGERACIONES complican las cosas hasta lo indecible. Queda en entredicho el mero concepto de unos discursos reales entre semejante amasijo. Se rompen así los trazados comunicativos habituales y la práctica nos invade con rumbos inciertos.


Hemos alcanzado una situación llamativa, en la cual se plantea la disyuntiva de si sólo se trata de hablar sin más, como objetivo prioritario y quizá único; o, por el contrario, estaríamos intentando comunicarnos de verdad, establecer conexiones, en busca de una convivencia satisfactoria. No resulta fácil dilucidar dicha inquietud, cuando el panorama parece centrar las expresiones en una cuestión de DECIBELIOS ajetreados, por la acumulación de voces simultáneas, la elevación de los tonos de voz en plan competitivo o por la utilización de los medios más altisonantes. Con frecuencia acabamos inmersos en ambientes muy ruidosos, aturdidos y confusos. Es sin duda un estilo en alza.


Los decibelios llevan consigo una carga de encono nada despreciable, con lenguajes viperinos. La fugacidad y ligereza argumentativa destacan ante la fijeza de las proclamaciones, en una asociación increíble de frivolidad y contundencia muy arrogantes. Si tratamos de saber a quienes invocan toda esa serie de vocablos encendidos, primero tratamos de pensar en los sujetos intervinientes; aunque se aprecian tonalidades muy acendradas por sectores, con una especia de IDEO-SINCRASIA grupal e inflexible. Aquello del arquetipo del nombre diluye a los individuos y representa a los grupos ideológicos con oráculos en la sombra. El barullo funciona con oleajes impersonales y arrastra a las personas al servicio de ciertos intereses.


En el guirigay de expresiones tan difíciles de ensamblar con la franqueza de un diálogo sano, las responsabilidades se desfiguran hasta desaparecer por completo; en el fondo, el núcleo argumentativo está en otra parte. Tampoco es factible la extracción de conclusiones desde dicha habladuría tan deshilachada. En este sentido, no se tienen en cuenta las secuelas de cuanto se dice.

Es muy potente la tendencia al ANONIMATO, basados en el tutelaje desde el oráculo oculto y en la libertad de hablar, sin cortapisas de ningún tipo. Esta despersonalización agranda la esfera del innombrable, disimulando sus valores entre los decibelios, el número de voces y los mensajes arbitrarios; el ente artificioso de la gran sabiduría en plena acción.


Las diversas redes comunicativas han contribuido a complicar este desiderátum de expresiones incontroladas; sin negarles sus abundantes aportaciones positivas para todo tipo de relación laboral, educativa, de investigación y de conocimiento en general. Algo similar se va introduciendo con el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Es decir, con la adaptación de sucesivas NOVEDADES tecnológicas vamos a disponer de impresionantes adelantos. Sin embargo, esas maravillas dejan en las manos de los individuos la decisión de como comunicarse y relacionarse; se traducirán en los perfiles prácticos de cada grupo social. Con gran tendencia a la extensión de los usos globalizados, postergando con frecuencia al individuo como tal.


Al menos, cada uno podrá interpretar a su manera cuanto ocurra en dichas manifestaciones; sin menoscabo de las variantes de su intervención real en semejante panorama o de su presteza en cuanto al ánimo participativo e involucración consiguiente. Desde esas actitudes nos convertimos en voceros de la urdimbre personal y de la sociedad, no pocas veces inspirados desde el subconsciente.

Entraña el aspecto creativo de las determinaciones propias, con su grado de empatía comunitaria y el sentido de las gratificaciones percibidas. Sería una buena manera de interesarse por las decisiones tomadas, para afrontar la presión en el referido escenario parlanchín. Lo podemos insinuar desde los modestos rasgos poéticos:


VOLANDEROS


Dicharacheros,

Vociferantes,

Mientras abandonáis a vuestras palabras,

Ufanos

Y alegres

Con vuestras groseras intenciones;

Proyectos,

Imaginaciones,

Pensáis que brotarán genios

De ilustre faz

Y gran prosopopeya,

Aunque tropezaréis con la piedra

De encontraros un día

En plena acción de gentes desprendidas

De cualquier raíz y proyecto,

En pleno progreso.


La manera de manifestarnos y comportarnos invoca toda clase de versiones en una mezcolanza agitada. Torpezas y delirios se cruzan con otras sensibilidades impulsadas por el talento, la belleza, el arte, el amor… Dichas tendencias se consolidan en el PROCESO creativo de nuevos ambientes, transfiguran el medio social. No se entiende la frivolidad en el tratamiento de dichas andanzas, son enormes las repercusiones sobre la vida comunitaria del presente y de cara al futuro. El desequilibrio dinámico es inevitable y las posibilidades se aventuran desde esa base, con las intervenciones personales y colectivas.


En el ámbito personal, la indiferencia nos aplasta. Desde los adentros recónditos brota la rebeldía con el sabor del talante INCONFORMISTA; para soslayar a un sinfín de candidatos a ídolos de barro. Por otro lado, como abundan los contratiempos y limitaciones, tampoco cabe la rendición, que nos conduce a la nada antes de tiempo.

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