Con todas sus convulsas decisiones, Trump está logrando que Europa se una un poco más, que asuma los problemas de seguridad y económicos con voz propia, aunque desde luego está lejos aquello de unos “Estados Unidos de Europa”.
La guerra en Ucrania, las deportaciones masivas inhumanas, Gaza, la guerra de los aranceles que ha comenzado y paralizado ante el pasmo mundial: son una retahíla de errores en los que, a veces, retrocede, pero reiterando sus errores. Algo hay de histriónico, pero también de farfollas, o como se le suele decir de “matón”.
La guerra de los aranceles no la entiende nadie, salvo los que asesoran a Trump, que tal vez se han plegado a los deseos alocados del presidente de proteger Estados Unidos y mejorar su economía. Sin pies ni cabeza. Lo que va a lograr es encarecer la vida en Estados Unidos.
Son auténticas locuras, que esperemos que su partido, el partido republicano, impida que prosperen, porque China se está frotando las manos. Ante un poder tan absoluto del presidente en Estados Unidos, habrá que ver si es posible ese freno, o seguirá con sus locuras. Locura, soberbia o megalomanía: al final conducen a casi lo mismo.
|