El cine español despide a uno de sus pilares más emblemáticos. Mariano Ozores, director, guionista y figura clave en la historia del séptimo arte en España, falleció este miércoles, 21 de mayo de 2025, en su residencia de Madrid a los 98 años. Con una carrera que abarca más de seis décadas y cerca de 100 películas, Ozores no solo fue testigo de la transformación cultural del país, sino que también la moldeó a través de un estilo único, marcado por el humor accesible, la crítica social sutil y un profundo entendimiento del público.

Mariano Ozores, Goya de Honor 2016 - (Foto de Europa Press)
Raíces en el espectáculo y genio de la comedia Nacido el 5 de octubre de 1926 en Madrid, Mariano Ozores creció en una familia donde el arte fluía en las venas. Sus padres, Mariano Ozores Francés y Luisa Puchol, eran actores de teatro, y sus hermanos, José Luis y Antonio Ozores, siguieron sus pasos en el mundo interpretativo. Esta herencia familiar marcó su trayectoria, orientándolo desde joven hacia un humor audaz y cercano al público. Aunque comenzó en el teatro, el cine se convirtió en su lienzo definitivo, un espacio donde plasmó personajes y situaciones que resonaron en la España de posguerra y la Transición.
Ozores no solo destacó por su productividad, sino por su habilidad para capturar el pulso social. Películas como Los bingueros (1979), El liguero mágico (1980) y ¡Que vienen los socialistas! (1982) se erigieron como símbolos de una época. Siempre con el humor como bandera, sus obras desafiaron tabúes y reflejaron las tensiones entre la tradición y la modernidad. El llamado "cine de destape", que floreció en los años 70 y 80, encontró en Ozores a uno de sus máximos exponentes, mezclando crítica social con un entretenimiento masivo.
El director de las estrellas Su éxito no se entendería sin su talento para dirigir actores. Ozores convirtió a artistas como Fernando Esteso y Andrés Pajares en un dúo cómico legendario, catapultando sus carreras con títulos como Los bingueros y Yo hice a Roque III. Su colaboración con figuras como Concha Velasco y Lina Morgan también demostró su versatilidad para explotar el carisma de intérpretes icónicos. «Sabía sacar lo mejor de nosotros, incluso cuando el guion era una locura», recordaría años después Pajares en una entrevista.
Aunque su cine fue cuestionado por sectores de la crítica, que lo tacharon de superficial, Ozores siempre defendió su enfoque: «El público es el único juez que importa». Y el público le dio la razón. Sus películas, rodadas con presupuestos modestos pero con ingenio desbordante, llenaron salas durante décadas, convirtiéndose en rituales compartidos entre generaciones.
Reconocimiento y legado
En 2016, la Academia de Cine le otorgó el Goya de Honor, un premio que celebró su contribución a la cinematografía nacional. En su emotivo discurso, Ozores dedicó el galardón «a los actores y técnicos que me acompañaron en todas mis películas», subrayando el trabajo colectivo detrás de su filmografía. Fernando Esteso y Andrés Pajares, cómplices de sus mayores éxitos, fueron los encargados de entregarle el premio, un gesto que simbolizó su impacto en las carreras de quienes dirigió.
Más allá de las risas, el cine de Ozores funcionó como un espejo deformante pero honesto de la sociedad española. Sus tramas, cargadas de dobles sentidos y situaciones absurdas, documentaron desde la apertura postfranquista hasta los vaivenes políticos de los 80. Hoy, plataformas digitales y ciclos de cine recuperan sus obras, reivindicándolas no solo como piezas de entretenimiento, sino como testimonios culturales de una España que ya no existe.
Adiós a un maestro La muerte de Mariano Ozores no solo apaga la vida de un director prolífico, sino la de un cronista único. Su humor, transgresor y popular, desafió convenciones y democratizó el acceso al cine en una época de cambios vertiginosos. Aunque su estilo pueda parecer anacrónico en el contexto actual, su legado persiste: recordarnos que la risa, incluso la más descarada, es también una forma de resistencia.
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