Es “para partirse la caja”, por no decir algo más fuerte, lo que hay que aguantarles a algunos talentosos autores, y vaya esto con toda la retranca que se le quiera dar, pero es que lo que hay que soportar en estos tiempos de leyes absurdas y políticos deseosos de contentar a todos, empieza a no tener nombre.
Claro está que todo trabajo debe tener su recompensa, y el arte, por efímero que a veces sea, no deja de ser un trabajo, pero de ahí al número de disparates que tenemos que oír, va un mundo y parte del siguiente, ya que dejando a un lado los malos usos como el “top manta”, consentido por las élites y los gobiernos, parece que nos olvidamos que el derecho a la copia privada existe en España.
Y claro, de todo esto que sólo he esbozado, llegamos al punto de que algún escritor decida que su trabajo no es valorado y que dejará de escribir por ello: quizás este escritor desconozca que frente a su poco valorado trabajo, los profesionales que realizan publicaciones científicas, escritos que generalmente tienen detrás más trabajo que todas sus novelas juntas, tienen criterios divulgativos que hace que incluso las revistas, una vez pasados seis meses de su publicación en papel, estén disponibles en la red de redes para todo aquél que las quiera o necesite. Aunque claro, comparar publicaciones de este tipo con las historietas de algunos merece cárcel.
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