Una guerra comercial no solo perjudica al país que eleva los aranceles y a sus socios comerciales. Tiene también efectos indirectos. España, que no vende automóviles a Estados Unidos, venderá menos componentes a Alemania, que sí se los vende. Afortunadamente la Unión Europea todavía no ha concretado su respuesta. Parece que Bruselas apuesta por la negociación y por represalias selectivas. Una represalia para todos los productos que compramos a Estados Unidos provocaría un aumento de la inflación y seguramente una disminución del crecimiento de la zona euro que ya es débil.
Hay quien señala que Trump tiene como objetivo provocar una recesión en Estados Unidos para debilitar el dólar y obligar a bajar los tipos de interés. De ese modo sería más fácil reducir la deuda pública y la deuda comercial. Si ese fuese el plan, ignora el gran sufrimiento que va a provocar. Estamos ante una expresión de nacionalismo insensato.
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