El uso de los aranceles como arma geopolítica implica un paso atrás en la historia, con la vuelta al proteccionismo del siglo XIX. No es descartable que Trump con su imposición arancelaria haga saltar por los aires a la Organización Mundial del Comercio, y que produzca un efecto de compresión de la economía mundial. Con sus barreras arancelarias va a encarecer la producción y el consumo, reduciendo la competitividad de los sectores y desalentando la innovación. A la larga, la propia economía de los EE. UU. se resentirá y algunos sueños de gloria pueden tornarse en pesadillas.
Entre tanto, esta decisión llega en el peor momento para España, que sufrirá el incremento arancelario del 20 %, sobre una base general del 10%, con un Gobierno instalado en una parálisis, que no dialoga con la oposición, y que difícilmente puede ejercer el liderazgo necesario.
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