Llegó como agua de mayo la espectacular oferta de empleo público con la que el Gobierno sanchista pretende refrescar el maltrecho mercado laboral, provocando que las academias de oposiciones de toda España empiecen a frotarse las manos.
Recibo con media sonrisa esta “fantástica” (por fantasiosa y no por buena) noticia, sobre todo en lo que afecta a la conversión de personal interino en fijo. Creo que este maná que nos cae no alcanzará a todos y muchos seguirán sacando las castañas del fuego a la Administración Pública con contratos temporales, pues esta seguirá actuando como una empresa privada, ya que le resulta más cómodo para relevar a sus trabajadores, a pesar del riesgo de incurrir en fraude de ley.
Seguiremos asistiendo a situaciones vergonzantes como la de las becarias de los Ayuntamientos españoles y la de cientos de interinos y temporales que en nuestro país sufren día a día el recorte de sus derechos laborales a pesar de que las directivas europeas afirman que son iguales en derechos a los trabajadores fijos.
Tengo la firme convicción de que el camino emprendido por la justicia europea termine por cambiar la legislación laboral en España y todo este colectivo de trabajadores deje de ser para la Administración Pública un producto desechable, de usar y tirar.
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