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En memoria de San Rafael Arnaiz Barón, “Hermano Rafael”

Le conocí cuando ingresé como postulante en la Congregación de la Compañía de María (marianistas)
Ángel Alonso Pachón
viernes, 25 de abril de 2025, 08:40 h (CET)

Estamos en vísperas de celebrar la festividad de San Rafael Arnaiz Barón, “Hermano Rafael” (26 de abril). En el momento de su Canonización, el Papa dijo de él que era “el místico del siglo XX”; ejemplo para la juventud, por su alegría, por su normalidad, por su amor a los valores que su FE le regaló.


Estudiaba arquitectura en Madrid, cuando sintió la llamada de su Dios. Había visitado el Monasterio Cisterciense de Dueñas (Palencia) y allí, contemplando el silencio y mirando a su Madre, allí en la gran iglesia, oyó la “PALABRA” de su Jesús.


Ya no quiso pensar más. Sólo Dios, únicamente Dios y su Cruz... Habló con sus padres y les expuso su intención de ingresar en la Trapa... No sabía que en ese rincón sagrado comenzaría su terrible camino hacia el Calvario... Su CRUZ fue su terrible enfermedad, pero él, siempre decía, que no, que no..., él sólo llevaba la CRUZ de Jesús y como él, sólo miraba el cielo y decía “HÁGASE TU VOLUNTAD”.


Yo conocí a Rafael cuando ingresé como postulante en la Congregación de la Compañía de María (Marianistas)... al llegar a la edad de trece años, me enseñaron un pequeño libro en el que se describía la figura del hoy San Rafael Arnaiz Barón.


Yo, creo que con la misma ilusión que tuvo Rafael, miraba la imagen de María y hablando con ella, aprendí a rezar, a sentir más mi deseo de estar al servicio de Dios...


¡Gracias Hermano Rafael!


A partir de ese momento hice la ruta religiosa de la mano de Rafael. Más tarde por circunstancias ajenas a mí, tuve la suerte de conocer a su hermano Leopoldo, de dar clases a una serie sobrinos y de tratar a la familia como si fuera un miembro más.


Viví unos años en los que mi tutor espiritual y humano fue Leopoldo, hermano de San Rafael Arnaiz, sus hijos fueron parte de mis ilusiones...


Más tarde la vida fue dándome zarpazos y mi medicina siempre fue recordar la frase que Leopoldo, caminando por las tardes al lado del pantano de Entrepeñas, me repetía:


“Angelito, procura llevar siempre una goma de borrar en el bolsillo. Cuando algo o alguien te hagan daño, tómala, pásala por la frente y borra todo sentimiento de rencor... Después, sonrie...".


Sigo haciéndolo, aunque muchas veces pediría tener los bolsillos cosidos para no tener que sacar la goma.


¡Gracias Hermano Rafael!


Creo que, por hoy, basta. Dentro de poco podré acercarme a su casa de Dueñas y le daré un fuerte abrazo de agradecimiento por haber cuidado de Amparo mi esposa, cuando ha estado muy, muy grave y, junto a ella, yo hablaba con San Rafael Arnaiz... Él me escuchaba... SIEMPRE SONREÍA.


Querido Hermano Rafael, pide al Señor que arregle el camino que la humanidad está siguiendo en este siglo, pues está un poco abandonado. Creo que le escuchará y como Moisés, Rafael bajará y nos enseñará, sonriendo, las TABLAS DE LA LEY... DE LA VOLUNTAD DEL SEÑOR.

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