Dicen que a las tres humillaciones al hombre (mejor que del hombre) hay que sumarle una cuarta. Las tres primeras son el heliocentrismo, por el cual dejamos de ocupar el centro del universo; que somos una especie animal más, por lo cual dejamos de ocupar el centro de la naturaleza; y que nuestras acciones no siempre están presididas por la razón (sino también por el inconsciente), lo cual es indiscutible.
Por la cuarta se sabe que los animales también crean arte. Es curioso que este sea más importante que la ingeniería. Las termitas, por ejemplo, pueden levantar rascacielos de hasta 8 metros (para el número de pisos compárense las proporciones) con refrigeración y otros avances tecnológicos. Nos sorprendemos hasta de lo evidente.
Para nosotros es suficiente saber que son capaces de amar, de socorrer a víctimas y de reconocer acciones injustas. Anatole France decía que hasta que no se ama a un animal la mitad de nuestra alma está dormida. Nosotros añadimos: y de nuestra inteligencia. Pero esto no va de animales.
Si supiéramos que en el edificio de enfrente un individuo mata a sus vecinos sin que hubiera la menor consecuencia, todos nos alarmaríamos y nos preguntaríamos en qué tipo de ciudad vivimos. No ya por los crímenes, sino por la inacción de la policía y de la justicia.
Pues esto es lo que está ocurriendo con Israel. Las acciones de este país no tienen consecuencias. La “comunidad internacional” –que palabro para designar a una parte minoritaria del mundo—no es que haga oídos sordos, sino que lo premia invitándolo a todo tipo de actos culturales y civilizatorios. Lo que ocurre desde 1948 pase lo que pase.
Ahora mismo, la UE, que se rasga las vestiduras por acciones que, si se estudiaran honrada e imparcialmente, se comprobaría que están protegidas por acuerdos tomados en el Consejo de Seguridad de la ONU, ya ha encontrado excusa: los ataques de Israel son de carácter preventivo, en cuanto Irán está intentando dotarse del arma atómica. Que la OIEA vigile a Irán y certifique que no está haciendo tal cosa no le importa a la UE.
Pero esto no es todo. ¿Por qué Israel puede tener armas atómicas y otros países no? ¿Por su responsabilidad, prudencia y contención desde 1948? ¿Por qué Inglaterra y Francia sí y España, por ejemplo, no (recuérdese cómo se abortó la operación Islero)? Es que España fue aliada de la Alemania nazi. ¿Acaso no lo fue la Francia de Vichy, con persecuciones y ejecuciones?
¿Recuerdan aquella Cumbre por la Democracia en la que Biden prohibía participar a países que pertenecían a la UE y a la OTAN e invitaba a dictaduras como la de Marruecos? Pues esa es la tónica mundial.
Lamentablemente, este es el edificio que tenemos enfrente. Parece ser que lo de Gaza ha sido la gota de sangre que ha colmado la bañera, permitiendo que un gran porcentaje de la opinión pública mundial comience a desesperar.
Se dice, Israel, Israel, pero ¿en la desbandada no es una maniobra distractora? ¿No estamos ante esa trampa consistente en compartimentar lo que es un todo? ¿Cuánto hace que países poderosos arrasan a otros, más débiles, sin que ningún tribunal haya abierto una causa? Peor: esos países son los que llevan a los otros ante los tribunales. Ya en su tiempo, Wesley Clark (fue comandante en la UE) anunció que había que eliminar a siete países de Oriente Medio: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán. Van seis. ¿Se indignó alguien?
¿Será la quinta humillación al hombre la de descubrir que es la única bestia que sí pretende eliminar a su especie (y a las demás) en esa lucha en la que Bibi Netanyahu avisa de que "esta es una batalla de la civilización contra los bárbaros"?
Se está acabando con los estados, las economías, las libertades, ¡con la prensa, dado lo que hay que leer y lo que se censura! ¿Lo siguiente será la humanidad?
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