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​El “mobbing” en el trabajo: historias y claves para su prevención

Cuidar el bienestar emocional de las personas es cuidar el futuro de las empresas
Llucià Pou Sabaté
sábado, 18 de enero de 2025, 12:47 h (CET)

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Foto de Yan Krukau en Pexels


El mobbing, también conocido como acoso laboral, es un fenómeno que afecta tanto al bienestar psicológico de los trabajadores como a la productividad de las empresas. Este tipo de acoso, caracterizado por conductas humillantes, degradantes o intimidatorias, puede surgir en cualquier nivel jerárquico y tener consecuencias devastadoras.


¿Qué es el mobbing?


El mobbing se refiere a un acoso sistemático y persistente hacia un trabajador, con el objetivo de degradar su dignidad, aislamiento social o incluso su salida del lugar de trabajo. Este fenómeno no se limita a un único tipo de comportamiento; se manifiesta a través de diversas acciones, como:


  • Aislar social y físicamente al trabajador.
  • Difundir rumores maliciosos.
  • Asignar tareas degradantes o innecesarias.
  • Ignorar o invisibilizar las contribuciones del empleado.
  • Realizar críticas constantes y ataques personales.
  • Acoso telefónico o en redes sociales, entre otros.


La historia de Ana: un caso real


Ana llevaba más de diez años trabajando como diseñadora gráfica en una empresa de publicidad. Era una profesional valorada y respetada, pero todo cambió cuando llegó un nuevo supervisor. De forma sutil, comenzaron a cuestionar sus decisiones creativas. Poco después, sus colegas comenzaron a recibir información falsa sobre ella, como que rechazaba trabajar en equipo o que había cometido errores que no eran suyos.


La situación escaló: le asignaron tareas menores, alejándola de proyectos importantes. Durante las reuniones, sus ideas eran ignoradas y, en algunos casos, ridiculizadas. Ana llegó a dudar de sus capacidades y, finalmente, cayó en una profunda depresión que la obligó a abandonar su trabajo.


Este caso ilustra cómo el mobbing puede destruir la autoestima y la vida profesional de una persona.


Prevención y soluciones


Evitar que el mobbing eche raíces en una organización requiere de una planificación adecuada y un liderazgo comprometido. Algunas estrategias clave incluyen:


  1. Formación en resolución de conflictos: Equipar a los trabajadores y líderes con herramientas para gestionar tensiones laborales. Por ejemplo, talleres sobre comunicación asertiva y empatía pueden marcar la diferencia.
  2. Sistemas de acogida e integración: Implementar programas de bienvenida para nuevos empleados que promuevan relaciones laborales saludables desde el inicio.
  3. Autonomía en el trabajo: Permitir a los empleados tomar decisiones sobre sus tareas fomenta su confianza y sentido de pertenencia.
  4. Mecanismos de protección: Garantizar el derecho a denunciar acoso de forma confidencial y sin represalias es fundamental. Los buzones anónimos o plataformas digitales pueden facilitar este proceso.
  5. Mediación y arbitraje: Designar mediadores internos o externos para resolver conflictos antes de que escalen.


Conclusión


El mobbing no solo afecta a las víctimas directas, sino que crea un ambiente tóxico que reduce la cohesión del equipo y la productividad empresarial. Prevenir este problema es responsabilidad de todos: desde los líderes hasta cada miembro de la organización.


¿Qué harías si detectaras mobbing en tu entorno laboral?


Es una pregunta que todos deberíamos plantearnos para contribuir a un ambiente de trabajo más respetuoso y saludable. La historia de Ana nos recuerda la importancia de no mirar hacia otro lado y actuar con valentía para detener el acoso laboral.


Cuidar el bienestar emocional de las personas es cuidar el futuro de las empresas.

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Pensamos que las enfermedades deben aparecer cuando somos mayores, creemos que nuestro sistema empezará a fallar o a tener ciertas inestabilidades cuando vamos sumando años en la últimas etapas. No concebimos tener mala salud o empezar a perderla cuando somos jóvenes, porque nos han inculcado que cada fase tiene su cometido y sus vivencias.

A veces parece que somos nuestros peores enemigos. Queremos avanzar, mejorar, lograr nuestras metas… pero justo cuando las cosas empiezan a encaminarse, algo dentro de nosotros hace que nos detengamos. Posponemos, nos autosaboteamos, nos convencemos de que “todavía no es el momento” o de que “seguro va a salir mal”.

 
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