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​El ocaso de los traidores

José Medina Pedregosa, Córdoba
Lectores
sábado, 16 de noviembre de 2024, 10:00 h (CET)

Las comparaciones pueden ser odiosas, y en este caso aún más, ya que hemos llegado a pasar la línea roja. La línea roja de un gobierno que se está cebando contra su propia nación, una nación a la que está traicionando. Solamente hay que ver la tardanza en hacer sus deberes como gobernantes de una España que se estaba cebando con la Comunidad Valenciana durante una DANA, donde las lluvias y todo tipo de inclemencias del tiempo han remachado las ciudades levantinas.


Solamente hay que mirar un poco hacia atrás y veremos esas líneas rojas entregadas a una sinrazón enorme, donde se han traspasado los límites de una inmoralidad que raya con el ocaso y la decadencia de unos traidores que tiene España a lo ancho de todo su territorio. Por donde ha pasado la riada, el lodo y toda clase de forrajes, pastos y malezas que han llenado las viviendas de los vecinos valencianos.


El agua está para compartir. Yo fui el impulsor del Plan Hidrológico Nacional, que conectaba todas las cuencas del territorio de España. Pagado por la UE, se habían empezado las obras y, por razones ideológicas, solamente por razones ideológicas, mi antecesor las derogó. (José María Aznar). Pregúntense quién fue el decadente y aburrido heredero. Ni más ni menos que el indolente Zapatero, ese que dejó frases lapidarias como estas: “Lo que pasa es que nos conviene que haya tensión” (13 de febrero de 2008), “Mientras yo sea presidente no habrá trasvase del Ebro” y “La tierra no es de nadie, pertenece al viento”.


Solamente hay que tirar de hemeroteca para ver las sandeces y bobadas de este socialista y darnos cuenta de la calidad que anidaba en su persona. Este hombre llegó a decir: “Hoy estamos mejor que ayer y mañana estaremos mejor” (29 de diciembre de 2006, un día antes del atentado de la T-4). Jamás permitas que tus ojos derramen lágrimas por alguien que nunca te hará sonreír. Ante todo esto, y más allá, me pregunto: ¿qué hemos hecho para merecer esto? Pues, silencio, silencio y más silencio. Jamás permitas que tus ojos derramen lágrimas por alguien que nunca te hará sonreír.

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Lo que voy a decir no se apoya -no lo pretende, además lo rechaza- en ningún argumento científico. Rechazo en general lo científico porque proviene, tal caudal de conocimiento, de la mente humana matemática, fajada y limitada, sobre todo no mente libre sino observante desde muchos filtros atascados de prejuicios.

No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.

El filólogo humanista Noam Chomsky decía que “si no se está de acuerdo con una cuestión, el hecho de formular y escuchar críticas, forma parte de la convivencia, y así se espera que sea”. De este modo, Chomsky argumenta el derecho y obligación a ejercer la crítica como proceso para la construcción de la convivencia.

 
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