Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | La linterna de diógenes

Ya tenemos himno

Luis del Palacio
Luis del Palacio
martes, 17 de noviembre de 2009, 05:21 h (CET)
El gran compositor español César Cadaval no nos ha dejado su testamento musical (porque todavía es joven) pero sí una prueba más de su talento en forma de perla cultivada entre las líneas del pentagrama con ritmo de sevillanas. De su inspiración preclara ha salido Furia Roja, himno con el que la Selección Española de Fútbol tratará de salir airosa al campo cada vez que tenga que defender nuestros colores ante cualquier país de allende los mares o de los que quedan al norte de los Pirineos, que es donde muchos piensan que empieza Europa. Tanto la letra como la música nos hablan de lo difícil del parto; es decir, de la parida.

El rasgar de las guitarras y el tacataca de las castañuelas nos sumergen durante poco más de dos minutos en el universo de Omaita y la Antonia: dos mujeres gordas y gritonas cuya vida discurre entre el patio y la corrala, el ir a la plaza (mercado), hacer la colada y tenderla entre los tiestos con geranios, asistir a la Macarena de Triana y poner verdes a las vecinas. Todo “como muy español”, pues así se nos considera y al paso que llevamos se nos seguirá considerando fuera de nuestras fronteras (podría decir “la piel de toro”, para no apartarme del manual de estilo omaita) Furia Roja no es el título de una película del oeste, sino lo que quintaesencia “ezo tan egpañó” que nos hace tan populares y sandungueros y nos retrata tan bien: la Andalucía de los Quintero (no la de Jesús, sino la de los hermanos Joaquín y Serafín) Una Andalucía que, además, nunca existió.

Si no fuese porque no se ajusta a los cánones de lo políticamente conveniente, diría que el himno de la Selección Española de Fútbol es simplemente una mariconada. Una sarta de estereotipos andaluces que pretende representar a eso que los políticos llaman “el conjunto de España”. Y todo por no poner, con letra o sin ella, el Himno Nacional.

Es como si la selección gala hubiera decidido sustituir la Marsellesa, himno combativo donde los haya, por una cancioncilla de verano de Georgie Dann, para que así no se ofendan los separatistas corsos o los monárquicos franceses. Además de la pobreza de ideas habitual, a Cadaval y a su socio (un tal José Manuel Soto, que además lo “canta”) se les ha colado algo que a los de la memoria histórica les habrá producido sarpullido; me refiero a lo de “banderas al viento”, un calco de uno de los versos del himno “Montañas nevadas”, compuesto en 1945 por Enrique Franco con letra de Pilar García Noreña e incluido en el Cancionero Falangista (un dato curioso es que Enrique Franco Manera, fallecido este año, fue crítico musical del diario El País desde su fundación y cuñado del filósofo Julián Marías. ¡Cosas veredes!)

Para mí que ese himno tiene gafe y no sobrevivirá; y cuando la selección, amilanada por la meliflua musiquilla, pierda sucesivos partidos, habrá que replantearse su sustitución. Yo sugiero El grito de Tarzán, que dura cinco segundos, produce ardor guerrero (y no de estómago) y hará engrosar las arcas de Ángeles Durán, una avispada viguesa que lo ha registrado hace pocos meses en el Registro de la Propiedad Intelectual.

Noticias relacionadas

La pecina es inevitable que se encuentre presente en la naturaleza por razones obvias, que no vienen a cuento. Lo que sucede es que, si antes era habitual contemplar el espectáculo del pecinal, a medida que avanza la civilización en algunos aspectos, las medidas higiénicas han mejorado sensiblemente y los desechos se canalizan debidamente, evitando el espectáculo y el olor de los materiales de desecho, con lo que casi se ignora su existencia.

Se asocia con Michael Hopf, militar y escritor, aquella sentencia de que “los tiempos difíciles forjan hombres fuertes, los hombres fuertes traen buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles, los hombres débiles traen tiempos difíciles”. Se trata de un encadenamiento en círculo, lapidario y determinista, que nos enfrenta a una sucesión de ciclos inevitables, en la línea del eterno retorno.

Cuando nos referimos a tomar buena conciencia de las cosas, no disponemos de un manual explícito sobre cada situación. Cada persona participa con sus múltiples receptores de la realidad, afronta con muchas incógnitas la extensa oferta del mundo en su dinamismo cambiante; por eso es frecuente la perplejidad ante cuanto acontece.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto