Los castristas cubanos de dentro y de fuera, los que se han enriquecido a costa del pueblo cubano y los que han podido mantener la utopía revolucionaria mientras disfrutaban, y disfrutan, de la riqueza del primer mundo, son culpables de la miseria que azota a los cubanos corrientes, de su falta de libertades y de la represión política. Cuba no es pobre a causa del mundo libre y el castrismo nunca fue una utopía ni un ideal. Siempre fue una dictadura totalitaria que ha sabido perpetuarse y que hoy sigue contando con valedores internacionales que sostienen el régimen a costa del hambre de los cubanos. Cuba no importa trigo suficiente y la incapacidad del Gobierno ha malogrado una adecuada producción de leche. Y si algunos ciudadanos pueden consumir ambos productos solo es gracias a la corrupción. En 2023 Naciones Unidas reconoció públicamente que los cubanos pasaban hambre, que la desnutrición comenzaba en el vientre materno, que los niños cubanos no alcanzaban los estándares de estatura y que solo el 24% de los cubanos ingerían las proteínas necesarias. Un año más tarde el hambre arrecia pero nadie mueve un dedo.