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¿Volveremos a mirar y no ver?

Una ofrenda a la dignidad

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Los hombres y mujeres que luchan por manifestar al mundo la invisibilidad heredada de una gran minoría logran reforzar la dignidad del resto, haciendo que la injusticia que encarnamos resulte más asumible para la conciencia colectiva. “Mirar y no ver” se ha convertido en una doctrina universal en ocasiones disfrazada de falsa solidaridad, cargada de populismo cobarde e interesado. Pero, no siempre fue así, un grupo de mujeres en los años ochenta, en la periferia sur de Madrid, creyeron en el asociacionismo de género para combatir y reivindicar los derechos de una juventud esquilmada por el desánimo y la falta de recursos. Para entonces, la heroína ya se había convertido, para muchos de ellos, en el placebo engañoso de sueños que nunca se cumplirían.


El barrio sirvió de contención frente al fatalismo instalado en muchas de sus familias. Entrevías continuó en la década señalada como grupo cohesivo, librando las peores consecuencias del abandono institucional y de una estereotipia exogrupal, que condenaba al afectado y su entorno, con la más que aceptada correlación ilusoria entre pobreza y desorden moral. Portales de bloques se mostraban silentes ante la mirada prejuiciosa de vecinos y amigos. Su matriarcado contribuyó claramente a despatologizar la pobreza, interpelando con un mensaje firme en contra de los que podían y no hacían, o incluso llegando a repudiar de sus calles (cuerpo a cuerpo) a los traficantes de la muerte.


Un activismo vecinal que se resistía al estigma que, de forma impúdica, utilizaban unos y otros para alimentar un leviatán a quien poder culpabilizar de todo lo real o irreal, y que a la vez serviría como ejemplo de una iterativa represión ejercida a los que tan solo eran víctimas de un falso juego de espejos. Hoy, los pasos del colectivo continúan con la misma determinación que hace treinta años, ahora influyendo en la diversidad cultural, la integración o la precariedad social. No obstante, nos advierten que la amenaza de la droga vuelve a asomarse tímidamente después de muchos años.


¿Volveremos a mirar y no ver?

Una ofrenda a la dignidad

¿Volveremos a mirar y no ver?
Víctor Grave
sábado, 2 de diciembre de 2023, 12:42 h (CET)

Los hombres y mujeres que luchan por manifestar al mundo la invisibilidad heredada de una gran minoría logran reforzar la dignidad del resto, haciendo que la injusticia que encarnamos resulte más asumible para la conciencia colectiva. “Mirar y no ver” se ha convertido en una doctrina universal en ocasiones disfrazada de falsa solidaridad, cargada de populismo cobarde e interesado. Pero, no siempre fue así, un grupo de mujeres en los años ochenta, en la periferia sur de Madrid, creyeron en el asociacionismo de género para combatir y reivindicar los derechos de una juventud esquilmada por el desánimo y la falta de recursos. Para entonces, la heroína ya se había convertido, para muchos de ellos, en el placebo engañoso de sueños que nunca se cumplirían.


El barrio sirvió de contención frente al fatalismo instalado en muchas de sus familias. Entrevías continuó en la década señalada como grupo cohesivo, librando las peores consecuencias del abandono institucional y de una estereotipia exogrupal, que condenaba al afectado y su entorno, con la más que aceptada correlación ilusoria entre pobreza y desorden moral. Portales de bloques se mostraban silentes ante la mirada prejuiciosa de vecinos y amigos. Su matriarcado contribuyó claramente a despatologizar la pobreza, interpelando con un mensaje firme en contra de los que podían y no hacían, o incluso llegando a repudiar de sus calles (cuerpo a cuerpo) a los traficantes de la muerte.


Un activismo vecinal que se resistía al estigma que, de forma impúdica, utilizaban unos y otros para alimentar un leviatán a quien poder culpabilizar de todo lo real o irreal, y que a la vez serviría como ejemplo de una iterativa represión ejercida a los que tan solo eran víctimas de un falso juego de espejos. Hoy, los pasos del colectivo continúan con la misma determinación que hace treinta años, ahora influyendo en la diversidad cultural, la integración o la precariedad social. No obstante, nos advierten que la amenaza de la droga vuelve a asomarse tímidamente después de muchos años.


¿Volveremos a mirar y no ver?

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