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La antorcha sigue encendida y mientras lo haga todavía existe la posibilidad de creer en Jesús y pasar de muerte a vida

Resurrección o reencarnación

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De la influencia hegemónica del cristianismo en el ámbito social se va pasando a una lenta pero persistente repaganación social. Tiempos ha, aun cuando solamente fuese externamente, las personas se manifestaban cristianas. Hecho que ha convertido el cristianismo vivo que ejerce influencia benéfica en la sociedad en uno de pandereta, folclórico, de barbacoa. Años luz del verdadero. 


La degradación teológica del cristianismo actual representa un vacío que las filosofías orientales que hacen acto presencial entre nosotros encuentre el terreno abonado para que sus enseñanzas germinen y crezcan sin dificultad. El tema común de las filosofías orientales es la reencarnación en la que en épocas pasadas solamente creían los espiritistas que era el tema de debate en sus sesiones. Hoy esta creencia se ha popularizado, en parte, gracias a que los jerarcas eclesiásticos en su negligencia no se han preocupado de adoctrinar al pueblo en las enseñanzas básicas de la fe cristiana. No eran conscientes del peligro que representaba que las filosofías orientales entrasen a desbandada en las almas de aquellos que en vez de llevarlos a pastorear en prados deliciosos los condujeron a sequedales en donde no había agua ni hierba fresca. El resultado es que se engullen los hierbajos que encuentran sin que el alma quede satisfecha.


¿Qué es lo que hace que la reencarnación la doctrina bandera de las filosofías orientales se acepte fácilmente? El secreto se encuentra en el hecho que estimula el ego de las personas. Les hace creer a los pecadores, que lo somos todos, que con una serie de supuestas reencarnaciones se van a purificar hasta alcanzar el nirvana en donde nos libraremos del dolor y nos olvidaremos de todo sentido de individualidad, es decir nos confundiremos en el absoluto impersonal. El individuo después de una serie de supuestas transmigraciones deja de existir.


La fe cristiana enseña que el individuo cuando fallece no deja de existir. Se produce una momentánea separación del cuerpo y del alma. El alma goza de la presencia de Dios o del infierno en donde no goza de la más mínima presencia de Dios. En ambos casos las respectivas individualidades quedan fragmentadas en espera del día de la resurrección cuando las almas de los salvados y las de los condenados se reunirán con sus respectivos cuerpos convertidos en inmortales y en incorruptibles en donde pasarán a eternidad.  En la resurrección, tanto de vida como de muerte no se pierde la identidad. El espíritu se reúne con el cuerpo mortal que tenía durante la etapa terrenal.


La doctrina cristiana de la resurrección no es filosofía especulativa sino la enseñanza basada en la resurrección de Jesús: “No os maravilléis de esto, porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz la de Cristo), y los que hicieron lo bueno, saldrá a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5: 28, 29). Esta enseñanza se ajusta a la justicia: el ser humano es responsable de sus actos y tendrá que comparecer ante el tribunal de Cristo para responder de sus actos. Si la justicia de Dios no premia al que hace el bien y castiga al que hace lo malo, ¿dónde se encontraría la justicia? Cristo que es el Juez supremo y justo no puede considerar inocente al culpable. En este sentido la Biblia es bien clara: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3: 23). El siguiente versículo expone cómo es posible que un Dios justo pueda considerar  inocentes a los pecadores. Con mucha brevedad expone el corazón del Evangelio, las buenas noticias para los pecadores: “Siendo justificados (perdonados) gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (v. 24).


Jesús ordenó que su Evangelio deba darse a conocer en todo el mundo. Lo triste es que muchos dicen: “No oiremos”. De entre  los muchos, muchos son los que confían en que después de una infinidad de transmigraciones van a alcanzar el nirvana, exentos de dolor confundidos en el absoluto impersonal.


La resurrección que es real porque Jesús resucitó de entre los muertos es la garantía de que quienes han pasado de muerte a vida por la fe en el Nombre de Jesús resucitarán en el día final cuando Él venga en su gloria a buscar a su pueblo (1 Corintios 15: 23). La antorcha sigue encendida y mientras lo haga todavía existe la posibilidad de creer en Jesús y pasar de muerte a vida. No demores en tomar la decisión sabia.

Resurrección o reencarnación

La antorcha sigue encendida y mientras lo haga todavía existe la posibilidad de creer en Jesús y pasar de muerte a vida
Octavi Pereña
lunes, 27 de noviembre de 2023, 10:03 h (CET)

De la influencia hegemónica del cristianismo en el ámbito social se va pasando a una lenta pero persistente repaganación social. Tiempos ha, aun cuando solamente fuese externamente, las personas se manifestaban cristianas. Hecho que ha convertido el cristianismo vivo que ejerce influencia benéfica en la sociedad en uno de pandereta, folclórico, de barbacoa. Años luz del verdadero. 


La degradación teológica del cristianismo actual representa un vacío que las filosofías orientales que hacen acto presencial entre nosotros encuentre el terreno abonado para que sus enseñanzas germinen y crezcan sin dificultad. El tema común de las filosofías orientales es la reencarnación en la que en épocas pasadas solamente creían los espiritistas que era el tema de debate en sus sesiones. Hoy esta creencia se ha popularizado, en parte, gracias a que los jerarcas eclesiásticos en su negligencia no se han preocupado de adoctrinar al pueblo en las enseñanzas básicas de la fe cristiana. No eran conscientes del peligro que representaba que las filosofías orientales entrasen a desbandada en las almas de aquellos que en vez de llevarlos a pastorear en prados deliciosos los condujeron a sequedales en donde no había agua ni hierba fresca. El resultado es que se engullen los hierbajos que encuentran sin que el alma quede satisfecha.


¿Qué es lo que hace que la reencarnación la doctrina bandera de las filosofías orientales se acepte fácilmente? El secreto se encuentra en el hecho que estimula el ego de las personas. Les hace creer a los pecadores, que lo somos todos, que con una serie de supuestas reencarnaciones se van a purificar hasta alcanzar el nirvana en donde nos libraremos del dolor y nos olvidaremos de todo sentido de individualidad, es decir nos confundiremos en el absoluto impersonal. El individuo después de una serie de supuestas transmigraciones deja de existir.


La fe cristiana enseña que el individuo cuando fallece no deja de existir. Se produce una momentánea separación del cuerpo y del alma. El alma goza de la presencia de Dios o del infierno en donde no goza de la más mínima presencia de Dios. En ambos casos las respectivas individualidades quedan fragmentadas en espera del día de la resurrección cuando las almas de los salvados y las de los condenados se reunirán con sus respectivos cuerpos convertidos en inmortales y en incorruptibles en donde pasarán a eternidad.  En la resurrección, tanto de vida como de muerte no se pierde la identidad. El espíritu se reúne con el cuerpo mortal que tenía durante la etapa terrenal.


La doctrina cristiana de la resurrección no es filosofía especulativa sino la enseñanza basada en la resurrección de Jesús: “No os maravilléis de esto, porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz la de Cristo), y los que hicieron lo bueno, saldrá a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5: 28, 29). Esta enseñanza se ajusta a la justicia: el ser humano es responsable de sus actos y tendrá que comparecer ante el tribunal de Cristo para responder de sus actos. Si la justicia de Dios no premia al que hace el bien y castiga al que hace lo malo, ¿dónde se encontraría la justicia? Cristo que es el Juez supremo y justo no puede considerar inocente al culpable. En este sentido la Biblia es bien clara: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3: 23). El siguiente versículo expone cómo es posible que un Dios justo pueda considerar  inocentes a los pecadores. Con mucha brevedad expone el corazón del Evangelio, las buenas noticias para los pecadores: “Siendo justificados (perdonados) gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (v. 24).


Jesús ordenó que su Evangelio deba darse a conocer en todo el mundo. Lo triste es que muchos dicen: “No oiremos”. De entre  los muchos, muchos son los que confían en que después de una infinidad de transmigraciones van a alcanzar el nirvana, exentos de dolor confundidos en el absoluto impersonal.


La resurrección que es real porque Jesús resucitó de entre los muertos es la garantía de que quienes han pasado de muerte a vida por la fe en el Nombre de Jesús resucitarán en el día final cuando Él venga en su gloria a buscar a su pueblo (1 Corintios 15: 23). La antorcha sigue encendida y mientras lo haga todavía existe la posibilidad de creer en Jesús y pasar de muerte a vida. No demores en tomar la decisión sabia.

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