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Etiquetas | Sahara | MARRUECOS
La mayoritaria ausencia de quienes se decían “aliados” en sepelio de Abdelaziz confirmó la brecha entre la retórica y la realidad en este conflicto artificial sin pista de aterrizaje

Separatismo del Sahara Occidental comprueba su aislamiento

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La banda separatista Frente Polisario, que para lograr algún apoyo internacional ha ofrecido siempre una pancarta izquierdista a precio muy barato, y que lleva décadas gritando proclamas de inflamado anatema contra el Reino de Marruecos, ha comprobado lo poco efectivo que resulta el vilipendio infamante usado como arma principal durante el último fin de semana.

Los despojos de Abdelaziz, fallecido el martes al mediodía de “una enfermedad que se prefirió no especificar”, ingresaron el viernes por la tarde en la sede de su “gobierno” sin que ningún jefe de estado acudiera a despedirlo. Tampoco asistió ningún embajador de la Unión Europea, no hubo siquiera una delegación oficial española, ni acudió absolutamente ningún miembro de la clase política. No hubo representación de ningún partido político español, ni tan siquiera de aquellos que hacen eco de las consignas separatistas hasta que arden sus gargantas.

Solo diplomáticos de Cuba y un puñado de países africanos presentaron el pésame a sus familiares, así como unos pocos referentes de los “amigos del Sahara” en España, vinculados a los negocios paralelos a la “ayuda humanitaria” en cuyo lucro participan a través de ONG corruptas.

Llamó la atención que pasadas varias horas de la muerte del “líder histórico”, el secretario Ban Ki Moon no había hecho ninguna declaración pública al respecto, cuando meses atrás se había mostrado muy locuaz hablando a favor de su “lucha”. Uno de los pésames de mayor repercusión lo dieron las autoridades de Marruecos al padre del extinto, miembro del Consejo Real para asuntos saharianos, a quien se permitió instalar una jaima para recibir condolencias.

Los demás comunicados fueron, en su mayoría, fríos y distantes, a pesar de la gran cantidad de declamaciones de apoyo que había recibido la “causa saharaui” a lo largo de varias décadas. “La muerte de Mohamed Abdelaziz no es un acontecimiento desde un punto de vista político, y no tiene ningún impacto sobre el dosier del Sáhara marroquí” señalaron fuentes oficiales marroquíes.

Para fuentes oficiales marroquíes, "El difunto, al igual que el movimiento separatista al que pertenecía, era efectivamente figurante, y no un actor del expediente, que estaba y sigue estando controlado en otra parte".

En efecto, el Polisario es un grupo integrado en su mayoría por marroquíes filo comunistas que fue inspirado, sufragado, financiado y entrenado militarmente por Argelia. Sin embargo, Argel pretende que Marruecos se siente a negociar con sus títeres como si no tuviera vela en el entierro. Y a propósito de entierros, la delegación argelina fue la única representación oficial que asistió a la ceremonia en que se dio sepultura al “líder histórico” de la banda separatista.

Abdelaziz, que había nacido como ciudadano marroquí en Marrakech, fue enterrado finalmente el fin de semana en lo que Marruecos considera parte de su territorio, Bir Lahlu, localidad que forma parte de la llamada "zona tapón", que Rabat no ocupa militarmente para permitir que exista una especie de territorio neutral, donde si se diera el caso respondería militarmente al Polisario sin invadir territorio argelino. Las posibilidades de que ello ocurra son mínimas para los habitantes del Sahara marroquí, que viven con la tranquilidad de una prosperidad asegurada bajo la atenta mirada del Rey Mohammed VI, que ha realizado una gran labor atrayendo inversores en pro del bienestar de sus súbditos.

En marzo tuve la oportunidad de visitar Dakhla (antigua Villa Cisneros en la era española), en el extremo sur del Sahara marroquí, donde el control de Rabat va mucho más allá del prefijo telefónico 212 de Marruecos.

Lejos de la realidad social conflictiva y el fantasma del yihadismo que se ciernen sobre los que optan por el autoexilio en la vecina Argelia, la tranquilidad y la bonanza económica reinan en los bloques de viviendas que el Reino de Marruecos puso a disposición de todos los “saharauis” que huyen de las duras y humillantes condiciones que imponen el ejército argelino y sus milicias subsidiarias del Polisario en Tinduf. No hay desempleados ni mendigos, y la conformidad es bien perceptible. En plena era digital de redes sociales y noticias en tiempo real, que ya permiten la comunicación entre Dajla y Tinduf, las probabilidades de supervivencia de las consignas violentistas del Polisario disminuyen a ritmo vertiginoso. Los tiempos en que los jóvenes españoles descolgaban el poster del Che Guevara, para colgar los del Frente Polisario, discurrieron hace cuarenta años pero hoy parece que fue hace cuarenta siglos.

En medio de un delirio comparable al de Adolf Hitler, que mientras su Reich era reducido a escombros seguía insistiendo en que con su voluntad torcería el destino inexorable, la corrupta dirigencia del Polisario insiste en unos objetivos imposibles y reclamos inaceptables, como quien solo busca prolongar el lucrativo andamiaje montado con su extravagante aparato de propaganda política y red de “ayuda humanitaria”.

Las predicciones son siempre difíciles, sobre todo en un mundo tan cambiante en el cual lo que más cambia es la política. Pero todo parece indicar que la banda separatista que hoy es títere de Argelia, tiene como único destino convertirse en títere de su propia inconsciencia.

Separatismo del Sahara Occidental comprueba su aislamiento

La mayoritaria ausencia de quienes se decían “aliados” en sepelio de Abdelaziz confirmó la brecha entre la retórica y la realidad en este conflicto artificial sin pista de aterrizaje
Luis Agüero Wagner
lunes, 6 de junio de 2016, 08:23 h (CET)
La banda separatista Frente Polisario, que para lograr algún apoyo internacional ha ofrecido siempre una pancarta izquierdista a precio muy barato, y que lleva décadas gritando proclamas de inflamado anatema contra el Reino de Marruecos, ha comprobado lo poco efectivo que resulta el vilipendio infamante usado como arma principal durante el último fin de semana.

Los despojos de Abdelaziz, fallecido el martes al mediodía de “una enfermedad que se prefirió no especificar”, ingresaron el viernes por la tarde en la sede de su “gobierno” sin que ningún jefe de estado acudiera a despedirlo. Tampoco asistió ningún embajador de la Unión Europea, no hubo siquiera una delegación oficial española, ni acudió absolutamente ningún miembro de la clase política. No hubo representación de ningún partido político español, ni tan siquiera de aquellos que hacen eco de las consignas separatistas hasta que arden sus gargantas.

Solo diplomáticos de Cuba y un puñado de países africanos presentaron el pésame a sus familiares, así como unos pocos referentes de los “amigos del Sahara” en España, vinculados a los negocios paralelos a la “ayuda humanitaria” en cuyo lucro participan a través de ONG corruptas.

Llamó la atención que pasadas varias horas de la muerte del “líder histórico”, el secretario Ban Ki Moon no había hecho ninguna declaración pública al respecto, cuando meses atrás se había mostrado muy locuaz hablando a favor de su “lucha”. Uno de los pésames de mayor repercusión lo dieron las autoridades de Marruecos al padre del extinto, miembro del Consejo Real para asuntos saharianos, a quien se permitió instalar una jaima para recibir condolencias.

Los demás comunicados fueron, en su mayoría, fríos y distantes, a pesar de la gran cantidad de declamaciones de apoyo que había recibido la “causa saharaui” a lo largo de varias décadas. “La muerte de Mohamed Abdelaziz no es un acontecimiento desde un punto de vista político, y no tiene ningún impacto sobre el dosier del Sáhara marroquí” señalaron fuentes oficiales marroquíes.

Para fuentes oficiales marroquíes, "El difunto, al igual que el movimiento separatista al que pertenecía, era efectivamente figurante, y no un actor del expediente, que estaba y sigue estando controlado en otra parte".

En efecto, el Polisario es un grupo integrado en su mayoría por marroquíes filo comunistas que fue inspirado, sufragado, financiado y entrenado militarmente por Argelia. Sin embargo, Argel pretende que Marruecos se siente a negociar con sus títeres como si no tuviera vela en el entierro. Y a propósito de entierros, la delegación argelina fue la única representación oficial que asistió a la ceremonia en que se dio sepultura al “líder histórico” de la banda separatista.

Abdelaziz, que había nacido como ciudadano marroquí en Marrakech, fue enterrado finalmente el fin de semana en lo que Marruecos considera parte de su territorio, Bir Lahlu, localidad que forma parte de la llamada "zona tapón", que Rabat no ocupa militarmente para permitir que exista una especie de territorio neutral, donde si se diera el caso respondería militarmente al Polisario sin invadir territorio argelino. Las posibilidades de que ello ocurra son mínimas para los habitantes del Sahara marroquí, que viven con la tranquilidad de una prosperidad asegurada bajo la atenta mirada del Rey Mohammed VI, que ha realizado una gran labor atrayendo inversores en pro del bienestar de sus súbditos.

En marzo tuve la oportunidad de visitar Dakhla (antigua Villa Cisneros en la era española), en el extremo sur del Sahara marroquí, donde el control de Rabat va mucho más allá del prefijo telefónico 212 de Marruecos.

Lejos de la realidad social conflictiva y el fantasma del yihadismo que se ciernen sobre los que optan por el autoexilio en la vecina Argelia, la tranquilidad y la bonanza económica reinan en los bloques de viviendas que el Reino de Marruecos puso a disposición de todos los “saharauis” que huyen de las duras y humillantes condiciones que imponen el ejército argelino y sus milicias subsidiarias del Polisario en Tinduf. No hay desempleados ni mendigos, y la conformidad es bien perceptible. En plena era digital de redes sociales y noticias en tiempo real, que ya permiten la comunicación entre Dajla y Tinduf, las probabilidades de supervivencia de las consignas violentistas del Polisario disminuyen a ritmo vertiginoso. Los tiempos en que los jóvenes españoles descolgaban el poster del Che Guevara, para colgar los del Frente Polisario, discurrieron hace cuarenta años pero hoy parece que fue hace cuarenta siglos.

En medio de un delirio comparable al de Adolf Hitler, que mientras su Reich era reducido a escombros seguía insistiendo en que con su voluntad torcería el destino inexorable, la corrupta dirigencia del Polisario insiste en unos objetivos imposibles y reclamos inaceptables, como quien solo busca prolongar el lucrativo andamiaje montado con su extravagante aparato de propaganda política y red de “ayuda humanitaria”.

Las predicciones son siempre difíciles, sobre todo en un mundo tan cambiante en el cual lo que más cambia es la política. Pero todo parece indicar que la banda separatista que hoy es títere de Argelia, tiene como único destino convertirse en títere de su propia inconsciencia.

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