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El dinamismo evolutivo no debe caer en la ofuscación consentida

Oleajes vitales

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En las actividades cotidianas nos vemos sometidos a un sinfín de exigencias de variados calibres; junto a numerosas banalidades, afrontamos disyuntivas inquietantes, ni los conocimientos ni las fuerzas nos permiten resoluciones plenamente satisfactorias. En esta vida somos menesterosos por naturaleza, la lógica apuntaría a un decidido afán de colaboración en busca de las satisfacciones oportunas. Ese apunte constituye una rareza en plena modernidad. No obstante, destacan los aires ENTURBIADORES en amplias zonas de la sociedad, con oleadas tumultuosas y peores resacas; justo en el sentido contrario de los requerimientos. Toda una vitalidad equívoca de carácter intempestivo e incomprensible.


En la sociedad actual es claramente perceptible el clamor por una OFUSCACIÓN acentuada en gran parte de los comportamientos. Los indudables adelantos con notables ventajas, quedan devaluados por la abundancia de actitudes desorientadas con respecto a circunstancias existenciales fundamentales. No cabe duda, existen multitud de influencias foráneas poco consideradas con las sensibilidades individuales, obedecen a las directrices manipuladoras desde los núcleos empoderados. Aunque no conviene minimizar la deficiente actitud personal para salir de este embrollo. Las sucesivas renuncias reivindicativas no auguran un discernimiento adecuado. La dejadez sólo empeora las cosas.


Aunque nos adentremos en las mejores suposiciones, con las mejores intenciones, con razonamientos bien trazados; no podemos asegurar idénticos planteamientos en el resto de individuos. Nadie se libra de los múltiples impulsos provenientes de zonas subyacentes. Para una explicación satisfactoria no son necesarias complejas elucubraciones, las TRANSFORMACIONES individuales y colectivas son habituales en las diferentes actividades. Junto a las elaboraciones meritorias, proliferan los fracasos, las monstruosidades de peor cuño e incluso auténticas fantasmagorías. Nos plantean la inestabilidad social en toda su crudeza, en la vertiente receptiva de los eventos y en las peculiares aportaciones.


Hablamos frecuencia de las igualdades en forma de acuerdos o bien de determinadas similitudes; sin desmerecer en cuanto a dichas valoraciones, considerarlas como hecho principal de la existencia, puede configurar un planteamiento deformante de imprevisibles consecuencias. Tanto en la índole de lo personal, como incluyendo el inmenso caudal colectivo, los descubrimientos novedosos están en el orden cotidiano. Encontramos las DIFERENCIAS desde los ángulos más inesperados. Junto a las mencionadas similitudes surgen las discordancias, incluso uno mismo percibe sus propios cambios. Las variaciones predominan con altivez, son toda una invitación al trabajo continuo de asimilación.


Nos vemos involucrados en numerosas actuaciones de carácter equívoco, que por su vehemencia nos abocan a una suerte de desquiciamiento conceptual; su enérgica exposición impide las reflexiones de mayor calado. Se perciben explosiones jubilosas, vociferantes, con risas y algarabía, tanto en círculos particulares como de índole general. Los medios facilitan el predominio de dichas manifestaciones, que no por altisonantes añaden consideraciones reflexivas. Aturden con la sucesión de ruidosas experiencias, arremeten como una MAREJADA intempestiva ocupante de casi todos los espacios; sin aportaciones de relieve de cara a la búsqueda de mejores ensamblajes comunitarios.


Como será fácil detectarlo por cualquier observador atento, a pesar del ruido ambiental, este no incluye en su seno las experiencias de mayor enjundia; podemos incluso afirmar su posicionamiento como obstáculo para poder conseguirlas. Ni el tamaño ni los decibelios son definitorios de las esencias mágicas de las personas. Partiendo de una simple conversación, una caricia sencilla, relación con algún objeto minúsculo, un rincón entrañable; comprobamos a diario la relevancia particular de las PEQUEÑECES para situarse cada persona en sus espacios gratificantes. Esa amplia relación con los pequeños detalles, suele adquirir dimensiones enormes de una efervescencia inusitada para cada individuo.


Las vueltas de la danza son interminables, amplifican las sensaciones en una sucesión estimulante o desorientadora según las pautas; esa vorágine le hace a uno creerse de verdad eso de estar vivo. Pasos pensados y otros insospechados, sin disponer de tiempo real para su valoración. En una tabla inestable sobre las olas, aceptamos los envites de manera intuitiva. La rapidez de las evoluciones atrae un sinfín de imprevistos a tramitar de la mejor manera. La agitación ocasionada en la serie de venturas cotidianas se convierte en un clamor resonante, la necesidad de un ENTRENAMIENTO previo ligado a las diferentes posibilidades. La educación y la colaboración ciudadana van a resultar primordiales.


A la manera de andanadas que pueden parecer desordenadas y casuales, suelen desencadenarse serias repercusiones sobre un determinado número de personas; en especial destacan aquellas causantes de perjuicios y sufrimientos. En la apertura existencial se aprecia un revoltijo en espiral por los efectos provocados sobre los acompañantes próximos o insospechados. No llegamos a comprender todo ese alcance. Esas DERIVACIONES de las conductas propias no suelen tenerse demasiado en cuenta en un alarde de irresponsabilidad. Si se añaden intereses ladinos en las decisiones tomadas por gestores empoderados, la perversidad del asunto cobra tintes monstruosos muy patentes.


Considerando las posibles espirales aplicadas a las conductas humanas, el asunto se agranda peligrosamente. Una siempre ideación, una opinión, acompañadas de sueños y fantasías, no se caracterizan por los controles prudentes, ni tampoco por el trabajoso recurso de las adecuadas confirmaciones. El aspecto positivo de las nuevas maneras de pensar, espesa sus contenidos hasta convertirlos en toscos ladrillos, cuando no son capaces de calibrar las ramificaciones derivadas de sus manifestaciones. No pasan de ser un objeto identificado, pero DESCONTROLADO. No son portadores de propuestas bien elaboradas, ni disponen de rumbos perfilados con sensatez. Su profusión arremete contra el enlace de razonamientos y conductas.


Detectamos la EXTRAVASACIÓN de la propia personalidad en excesivas ocasiones, las apariencias no se detienen en los perfiles interiores. El desdén por las propias raíces se une a la intransigencia del misterio existencial. Se agravan los despropósitos si pretendemos ubicarnos con el conjunto de la sociedad sin la correspondiente alerta disminuir los descarríos.


Pese a todo el estruendo, la ternura, la soledad y el afecto, nos permiten pensar y acudir a los refugios accesibles, sobre todo cuidando la intimidad resolutiva. La furia se aleja con los vientos tempestuosos. Ahora bien, la peculiaridad entrañable se deteriora cuando permanece estancada, la PROYECCIÓN evolutiva es exigente, requiere la activación permanente de los recursos.

Oleajes vitales

El dinamismo evolutivo no debe caer en la ofuscación consentida
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 22 de septiembre de 2023, 10:28 h (CET)

En las actividades cotidianas nos vemos sometidos a un sinfín de exigencias de variados calibres; junto a numerosas banalidades, afrontamos disyuntivas inquietantes, ni los conocimientos ni las fuerzas nos permiten resoluciones plenamente satisfactorias. En esta vida somos menesterosos por naturaleza, la lógica apuntaría a un decidido afán de colaboración en busca de las satisfacciones oportunas. Ese apunte constituye una rareza en plena modernidad. No obstante, destacan los aires ENTURBIADORES en amplias zonas de la sociedad, con oleadas tumultuosas y peores resacas; justo en el sentido contrario de los requerimientos. Toda una vitalidad equívoca de carácter intempestivo e incomprensible.


En la sociedad actual es claramente perceptible el clamor por una OFUSCACIÓN acentuada en gran parte de los comportamientos. Los indudables adelantos con notables ventajas, quedan devaluados por la abundancia de actitudes desorientadas con respecto a circunstancias existenciales fundamentales. No cabe duda, existen multitud de influencias foráneas poco consideradas con las sensibilidades individuales, obedecen a las directrices manipuladoras desde los núcleos empoderados. Aunque no conviene minimizar la deficiente actitud personal para salir de este embrollo. Las sucesivas renuncias reivindicativas no auguran un discernimiento adecuado. La dejadez sólo empeora las cosas.


Aunque nos adentremos en las mejores suposiciones, con las mejores intenciones, con razonamientos bien trazados; no podemos asegurar idénticos planteamientos en el resto de individuos. Nadie se libra de los múltiples impulsos provenientes de zonas subyacentes. Para una explicación satisfactoria no son necesarias complejas elucubraciones, las TRANSFORMACIONES individuales y colectivas son habituales en las diferentes actividades. Junto a las elaboraciones meritorias, proliferan los fracasos, las monstruosidades de peor cuño e incluso auténticas fantasmagorías. Nos plantean la inestabilidad social en toda su crudeza, en la vertiente receptiva de los eventos y en las peculiares aportaciones.


Hablamos frecuencia de las igualdades en forma de acuerdos o bien de determinadas similitudes; sin desmerecer en cuanto a dichas valoraciones, considerarlas como hecho principal de la existencia, puede configurar un planteamiento deformante de imprevisibles consecuencias. Tanto en la índole de lo personal, como incluyendo el inmenso caudal colectivo, los descubrimientos novedosos están en el orden cotidiano. Encontramos las DIFERENCIAS desde los ángulos más inesperados. Junto a las mencionadas similitudes surgen las discordancias, incluso uno mismo percibe sus propios cambios. Las variaciones predominan con altivez, son toda una invitación al trabajo continuo de asimilación.


Nos vemos involucrados en numerosas actuaciones de carácter equívoco, que por su vehemencia nos abocan a una suerte de desquiciamiento conceptual; su enérgica exposición impide las reflexiones de mayor calado. Se perciben explosiones jubilosas, vociferantes, con risas y algarabía, tanto en círculos particulares como de índole general. Los medios facilitan el predominio de dichas manifestaciones, que no por altisonantes añaden consideraciones reflexivas. Aturden con la sucesión de ruidosas experiencias, arremeten como una MAREJADA intempestiva ocupante de casi todos los espacios; sin aportaciones de relieve de cara a la búsqueda de mejores ensamblajes comunitarios.


Como será fácil detectarlo por cualquier observador atento, a pesar del ruido ambiental, este no incluye en su seno las experiencias de mayor enjundia; podemos incluso afirmar su posicionamiento como obstáculo para poder conseguirlas. Ni el tamaño ni los decibelios son definitorios de las esencias mágicas de las personas. Partiendo de una simple conversación, una caricia sencilla, relación con algún objeto minúsculo, un rincón entrañable; comprobamos a diario la relevancia particular de las PEQUEÑECES para situarse cada persona en sus espacios gratificantes. Esa amplia relación con los pequeños detalles, suele adquirir dimensiones enormes de una efervescencia inusitada para cada individuo.


Las vueltas de la danza son interminables, amplifican las sensaciones en una sucesión estimulante o desorientadora según las pautas; esa vorágine le hace a uno creerse de verdad eso de estar vivo. Pasos pensados y otros insospechados, sin disponer de tiempo real para su valoración. En una tabla inestable sobre las olas, aceptamos los envites de manera intuitiva. La rapidez de las evoluciones atrae un sinfín de imprevistos a tramitar de la mejor manera. La agitación ocasionada en la serie de venturas cotidianas se convierte en un clamor resonante, la necesidad de un ENTRENAMIENTO previo ligado a las diferentes posibilidades. La educación y la colaboración ciudadana van a resultar primordiales.


A la manera de andanadas que pueden parecer desordenadas y casuales, suelen desencadenarse serias repercusiones sobre un determinado número de personas; en especial destacan aquellas causantes de perjuicios y sufrimientos. En la apertura existencial se aprecia un revoltijo en espiral por los efectos provocados sobre los acompañantes próximos o insospechados. No llegamos a comprender todo ese alcance. Esas DERIVACIONES de las conductas propias no suelen tenerse demasiado en cuenta en un alarde de irresponsabilidad. Si se añaden intereses ladinos en las decisiones tomadas por gestores empoderados, la perversidad del asunto cobra tintes monstruosos muy patentes.


Considerando las posibles espirales aplicadas a las conductas humanas, el asunto se agranda peligrosamente. Una siempre ideación, una opinión, acompañadas de sueños y fantasías, no se caracterizan por los controles prudentes, ni tampoco por el trabajoso recurso de las adecuadas confirmaciones. El aspecto positivo de las nuevas maneras de pensar, espesa sus contenidos hasta convertirlos en toscos ladrillos, cuando no son capaces de calibrar las ramificaciones derivadas de sus manifestaciones. No pasan de ser un objeto identificado, pero DESCONTROLADO. No son portadores de propuestas bien elaboradas, ni disponen de rumbos perfilados con sensatez. Su profusión arremete contra el enlace de razonamientos y conductas.


Detectamos la EXTRAVASACIÓN de la propia personalidad en excesivas ocasiones, las apariencias no se detienen en los perfiles interiores. El desdén por las propias raíces se une a la intransigencia del misterio existencial. Se agravan los despropósitos si pretendemos ubicarnos con el conjunto de la sociedad sin la correspondiente alerta disminuir los descarríos.


Pese a todo el estruendo, la ternura, la soledad y el afecto, nos permiten pensar y acudir a los refugios accesibles, sobre todo cuidando la intimidad resolutiva. La furia se aleja con los vientos tempestuosos. Ahora bien, la peculiaridad entrañable se deteriora cuando permanece estancada, la PROYECCIÓN evolutiva es exigente, requiere la activación permanente de los recursos.

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