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Solo son aproximaciones

Nadie sabe lo que vive el otro

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Imposible meterse en la mente/corazón del otro, sin importar cuán cercano sea y de quién se trate.


A pesar de la experiencia acumulada, los conocimientos adquiridos y los avances en las distintas áreas del saber humano, es irreproducible la experiencia propia, en consecuencia, es una interrogante el mundo interior de nuestro vecino.


Creer que sabemos lo que siente el otro es solo una aproximación, porque, inclusive, nuestra propia realidad es una incógnita que va despejándose con el paso del tiempo y la decisión firme de autoconocimiento.


Si no nos conocemos, ¿cómo pretendemos conocer o saber a ciencia cierta lo que siente y piensa el otro?


¿En dónde termina el sentimiento y empieza el pensamiento?


¿Cuáles son las fronteras de nuestros sentimientos?


Gracias a la etología sabemos de nuestros maestros, los animales.


Fruto de la psicología el comportamiento humano es visto desde diferentes ángulos, muchas corrientes y exhaustivos estudios.


La filosofía nos ha permitido adentrarnos en la naturaleza humana.


Por ello, no es que no sepamos nada del otro ni de nosotros mismos, solo hago hincapié en la delgada línea que divide el abismo del desconocimiento de la realidad del otro y la nuestra, porque cada día que transcurre, quien se ha comprometido en el autoconocimiento, conoce más de sí y alcanza a dimensionar todo lo que desconoce de su mundo interno.


¿Poesía para intentar acercar la brecha entre la otredad y mi yo?


¿Arte para experimentarse en el otro?


Afirmativo, la palabra hablada es insuficiente para comunicar lo más íntimo de nosotros –por eso, empobrecemos la poesía cuando se reduce a piezas literarias–, simbolismo como fuente de apertura y aproximación.


con el pincel de la realidad / se van los frutos de la fragmentación / la nube que cubre parcialmente el sol / causa de las siluetas caprichosas / en la fronda del ahuehuete / tu respirar me provoca calma / tu desnudez / –durazno tierno a la intemperie– / también / yo sobre el ropaje de quien eres / sabedor de que la separación entre los dos / es el infinito entre tu yo y mi yo / poca cosa para ojos profanos / eterna paralela carnal / ecuación zanjada con poesía (Ecuación zanjada. APR. 2023)


Potenciales suicidas funcionales frente a nosotros van y vienen, asesinos seriales pululan, y nosotros no nos damos cuenta –ni aun los más expertos avezados en esos menesteres–, porque la aparente normalidad uniforma y nos hace iguales en la atmósfera gris.


a veces / –muy seguido– / la lluvia no lo es / porque brota de ciertas glándulas / que en la función llevan el nombre / cuando ese torrente se hace visible / la lluvia que es lluvia se confunde / con la que no es / y la tormenta de los cielos / se hace una con la tempestad / de ese universo tan ajeno a los demás / pero tan atroz para uno / microcosmos real que nubla todo / que ciega la razón / que orilla al precipicio / de la muerte que sí es muerte / de la existencia que ya no es vida (Tormenta y tempestad. APR. 2023)


Tormentas y tempestades internas que por la separación entre paralelas nos son distantes, tanto que frente a una tarde magnífica, un horizonte esperanzador, dos personas viven realidades muy diferentes.


Una siente que el cielo le aplastará de un momento a otro, la asfixia le carcome; la otra, la de junto, percibe que todo es posible, todo es alcanzable, que nada interferirá en la consecución de sus propósitos y sueños.


Recuperar el centro que conforma el ser para estar en paz.


Exploración consciente de los límites entre las paralelas.


Vestir tu piel / hasta que sea una con la mía, / dermis que encierra el secreto, / misterio de decir y hacer así las cosas. /  Vestir tu piel / para poder calzar tus sandalias, / sentir el dolor que sublima, / tentación de dejar la brega a cambio de agua. / Vestir tu piel / si así soy uno contigo, / fusión que aterra por el peso, / cumbre anhelada que doblega al débil. / Vestir tu piel / como señal de duelo, / reminiscencia de lo que somos, / pero  olvidamos de la mano de Cronos. / Vestir tu piel / para experimentar la hermandad, / unión que no tiene sexo, / pero forma cigoto etéreo. / Vestir tu piel / como forma de dar un paso al frente, / actitud de pie ante genuflexión generalizada, / dignidad que se cultiva día a día. / Vestir tu piel / si con ella aflora mi desnudez, / cáscara que es eso: cáscara. / Vestir tu piel / una y otra vez, / hasta que arda y renuncie a ella, / deserción que se sella con la muerte, / ahí caminaré contigo en el silencio, / sin el ruido de las formas, / cota donde la piel sobra... / y no necesita vestirse. (Reminiscencia pagana. APR. 2011)


Solo son aproximaciones.


No basta la comparación de la experiencia propia con la del prójimo, ni los amplios estudios respecto al comportamiento humano.


Siempre hay un margen de error, de desconocimiento.


La separación entre las paralelas.


La intransferencia de los mundos internos.


Hay que estar atentos, despiertos, abiertos al aprendizaje y al desaprendizaje, porque nadie sabe lo que vive el otro, ni siquiera a plenitud la vivencia propia.

Nadie sabe lo que vive el otro

Solo son aproximaciones
Abel Pérez Rojas
lunes, 21 de agosto de 2023, 10:45 h (CET)

Imposible meterse en la mente/corazón del otro, sin importar cuán cercano sea y de quién se trate.


A pesar de la experiencia acumulada, los conocimientos adquiridos y los avances en las distintas áreas del saber humano, es irreproducible la experiencia propia, en consecuencia, es una interrogante el mundo interior de nuestro vecino.


Creer que sabemos lo que siente el otro es solo una aproximación, porque, inclusive, nuestra propia realidad es una incógnita que va despejándose con el paso del tiempo y la decisión firme de autoconocimiento.


Si no nos conocemos, ¿cómo pretendemos conocer o saber a ciencia cierta lo que siente y piensa el otro?


¿En dónde termina el sentimiento y empieza el pensamiento?


¿Cuáles son las fronteras de nuestros sentimientos?


Gracias a la etología sabemos de nuestros maestros, los animales.


Fruto de la psicología el comportamiento humano es visto desde diferentes ángulos, muchas corrientes y exhaustivos estudios.


La filosofía nos ha permitido adentrarnos en la naturaleza humana.


Por ello, no es que no sepamos nada del otro ni de nosotros mismos, solo hago hincapié en la delgada línea que divide el abismo del desconocimiento de la realidad del otro y la nuestra, porque cada día que transcurre, quien se ha comprometido en el autoconocimiento, conoce más de sí y alcanza a dimensionar todo lo que desconoce de su mundo interno.


¿Poesía para intentar acercar la brecha entre la otredad y mi yo?


¿Arte para experimentarse en el otro?


Afirmativo, la palabra hablada es insuficiente para comunicar lo más íntimo de nosotros –por eso, empobrecemos la poesía cuando se reduce a piezas literarias–, simbolismo como fuente de apertura y aproximación.


con el pincel de la realidad / se van los frutos de la fragmentación / la nube que cubre parcialmente el sol / causa de las siluetas caprichosas / en la fronda del ahuehuete / tu respirar me provoca calma / tu desnudez / –durazno tierno a la intemperie– / también / yo sobre el ropaje de quien eres / sabedor de que la separación entre los dos / es el infinito entre tu yo y mi yo / poca cosa para ojos profanos / eterna paralela carnal / ecuación zanjada con poesía (Ecuación zanjada. APR. 2023)


Potenciales suicidas funcionales frente a nosotros van y vienen, asesinos seriales pululan, y nosotros no nos damos cuenta –ni aun los más expertos avezados en esos menesteres–, porque la aparente normalidad uniforma y nos hace iguales en la atmósfera gris.


a veces / –muy seguido– / la lluvia no lo es / porque brota de ciertas glándulas / que en la función llevan el nombre / cuando ese torrente se hace visible / la lluvia que es lluvia se confunde / con la que no es / y la tormenta de los cielos / se hace una con la tempestad / de ese universo tan ajeno a los demás / pero tan atroz para uno / microcosmos real que nubla todo / que ciega la razón / que orilla al precipicio / de la muerte que sí es muerte / de la existencia que ya no es vida (Tormenta y tempestad. APR. 2023)


Tormentas y tempestades internas que por la separación entre paralelas nos son distantes, tanto que frente a una tarde magnífica, un horizonte esperanzador, dos personas viven realidades muy diferentes.


Una siente que el cielo le aplastará de un momento a otro, la asfixia le carcome; la otra, la de junto, percibe que todo es posible, todo es alcanzable, que nada interferirá en la consecución de sus propósitos y sueños.


Recuperar el centro que conforma el ser para estar en paz.


Exploración consciente de los límites entre las paralelas.


Vestir tu piel / hasta que sea una con la mía, / dermis que encierra el secreto, / misterio de decir y hacer así las cosas. /  Vestir tu piel / para poder calzar tus sandalias, / sentir el dolor que sublima, / tentación de dejar la brega a cambio de agua. / Vestir tu piel / si así soy uno contigo, / fusión que aterra por el peso, / cumbre anhelada que doblega al débil. / Vestir tu piel / como señal de duelo, / reminiscencia de lo que somos, / pero  olvidamos de la mano de Cronos. / Vestir tu piel / para experimentar la hermandad, / unión que no tiene sexo, / pero forma cigoto etéreo. / Vestir tu piel / como forma de dar un paso al frente, / actitud de pie ante genuflexión generalizada, / dignidad que se cultiva día a día. / Vestir tu piel / si con ella aflora mi desnudez, / cáscara que es eso: cáscara. / Vestir tu piel / una y otra vez, / hasta que arda y renuncie a ella, / deserción que se sella con la muerte, / ahí caminaré contigo en el silencio, / sin el ruido de las formas, / cota donde la piel sobra... / y no necesita vestirse. (Reminiscencia pagana. APR. 2011)


Solo son aproximaciones.


No basta la comparación de la experiencia propia con la del prójimo, ni los amplios estudios respecto al comportamiento humano.


Siempre hay un margen de error, de desconocimiento.


La separación entre las paralelas.


La intransferencia de los mundos internos.


Hay que estar atentos, despiertos, abiertos al aprendizaje y al desaprendizaje, porque nadie sabe lo que vive el otro, ni siquiera a plenitud la vivencia propia.

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