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¿Está enferma la sociedad que prioriza la confrontación a la hora de resolver conflictos?

Sociedad de bárbaros

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Estas palabras de Jesús sirven para diagnosticar la salud o la enfermedad de la sociedad actual: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10: 27). Son el antídoto contra el virus del individualismo fomentado por el capitalismo. Creemos que pertenecemos a una sociedad civilizada porque hemos alcanzado casi el cien por cien de escolarización y un número de universitarios nunca visto. Esta sociedad tan educada no deja de ser una sociedad de bárbaros como lo demuestra el comportamiento de muchos de sus ciudadanos.


Javier Marias en su escrito Algo enfermizo sí que hay cita a la escritora George Eliot, seudónimo de Mary Ann Evans (1819-1880). Nos separan 140 años de su muerte. Lo que escribió en su época serviría para hoy. No necesitaría modificar ni un punto ni una coma de lo que escribió. Así lo redactó: “El Bárbaro, el Bruto es aquel a quien resultan indiferentes todos los asuntos sociales, toda la vida pública en tanto que opuesta a los intereses egoístas y particulares: carece de apego hacia los acontecimientos políticos y sociales salvo si afectan a su propia comodidad y prosperidad, le brindan materia de diversión o una oportunidad para satisfacer su vanidad. Carece de credo social o político, pero es siempre de la opinión que en el momento sea más conveniente. Siempre está con la mayoría, y es el principal elemento de irracionalidad y estupidez, cuando al público le toca discernir. …El Bruto es la personificación del espíritu que lo juzga todo desde una perspectiva más baja de la exigida por cualquier cuestión que juzga los asuntos de la comunidad desde una perspectiva egoísta y puramente personal, y juzga los de la nación desde el punto de vista de su campanario, y no duda en medir los méritos del universo desde su humana subjetividad”.


Javier Marias comenta lo escrito por George Eliot, de esta manera: “La pertinencia de esta cita no requiere explicación a mi parecer. Podría poner nombres propios a los incontables “Bárbaros” o “Brutos” que hoy pululan por España y por doquier, en el sentido de Eliot, claro está. Pero sería tarea interminable y que nos deprimiría más de lo que estamos ya, porque entre estos nombres figurarían los de la mayoría de los Presidentes, Vicepresidentes, ministros, políticos de todo signo, empresarios, banqueros y hasta no pocos intelectuales y opinantes. Lo peor con todo, es que si uno mira a su alrededor (no digamos a las redes sociales), comprobará que demasiada gente sin responsabilidad y poder responde también a la descripción, sobre todo en lo referente a”…es siempre de la opinión que en el momento sea, más conveniente, siempre está con la mayoría”.


Vayamos a la calle en donde la brutalidad  o bestialidad se manifiesta con toda su crudeza. ¿Qué vemos? Manifestantes que pretenden cambiar la injusticia institucional quemando contenedores, vehículos y los cristales de los aparadores, violencia policial desmedida, violencia de género, pedófilos, okupas que se apropian de las viviendas ajenas…


La insatisfacción social es el resultado de que no se tiene en cuenta el texto bíblico que encabeza este escrito. El hombre natural es “bárbaro” o “Bestias” aun cuando no lo manifieste. No llega a exponer el espíritu bárbaro o bestial que almacena su corazón con toda su crudeza porque Dios en su misericordia  impide que sus bajas pasiones se manifiesten.  Si no lo hiciese así el mundo se convertiría en un auténtico infierno. Esto no quita que lo que dice el profeta Jeremías sobre la condición humana se cierto: “¿Mudará el etíope su piel y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podéis vosotros hacer bien, estando habituaos a hacer mal?” (Jeremías 13: 23).


La máxima expresión del amor de Dios al hombre se manifiesta dando a su Hijo único a morir en la cruz por nosotros pecadores. La fe en el Nombre de Jesús convierte al “Bárbaro” o a la “Bestia” que hay en cada uno de nosotros en una nueva criatura. Es el nuevo hombre que no se sabe dónde encontrarlo. Lo que habíamos sido antes de la conversión a Cristo es cosa del pasado. El “Bárbaro” o la “Bestia” que habíamos sido, Cristo nos convierte en pacificadores movidos por el amor de Dios que ha derramado en  nuestros corazones. Por la fe en Jesús nos convertimos en nuevas persona que han dejado en el pasado el espíritu bárbaro o bestial que tanto mal nos impulsaba a realizar. El amor de Dios nos conduce a intentar amarle con todas nuestras fuerzas y al prójimo como a nosotros mismos, sea quien sea nuestro prójimo. Una sociedad enferma como lo es la nuestra necesita que más personas sean guiadas por el amor de Dios para que se cure de su enfermedad. La curación es responsabilidad de todos.

Sociedad de bárbaros

¿Está enferma la sociedad que prioriza la confrontación a la hora de resolver conflictos?
Octavi Pereña
lunes, 29 de mayo de 2023, 10:14 h (CET)

Estas palabras de Jesús sirven para diagnosticar la salud o la enfermedad de la sociedad actual: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10: 27). Son el antídoto contra el virus del individualismo fomentado por el capitalismo. Creemos que pertenecemos a una sociedad civilizada porque hemos alcanzado casi el cien por cien de escolarización y un número de universitarios nunca visto. Esta sociedad tan educada no deja de ser una sociedad de bárbaros como lo demuestra el comportamiento de muchos de sus ciudadanos.


Javier Marias en su escrito Algo enfermizo sí que hay cita a la escritora George Eliot, seudónimo de Mary Ann Evans (1819-1880). Nos separan 140 años de su muerte. Lo que escribió en su época serviría para hoy. No necesitaría modificar ni un punto ni una coma de lo que escribió. Así lo redactó: “El Bárbaro, el Bruto es aquel a quien resultan indiferentes todos los asuntos sociales, toda la vida pública en tanto que opuesta a los intereses egoístas y particulares: carece de apego hacia los acontecimientos políticos y sociales salvo si afectan a su propia comodidad y prosperidad, le brindan materia de diversión o una oportunidad para satisfacer su vanidad. Carece de credo social o político, pero es siempre de la opinión que en el momento sea más conveniente. Siempre está con la mayoría, y es el principal elemento de irracionalidad y estupidez, cuando al público le toca discernir. …El Bruto es la personificación del espíritu que lo juzga todo desde una perspectiva más baja de la exigida por cualquier cuestión que juzga los asuntos de la comunidad desde una perspectiva egoísta y puramente personal, y juzga los de la nación desde el punto de vista de su campanario, y no duda en medir los méritos del universo desde su humana subjetividad”.


Javier Marias comenta lo escrito por George Eliot, de esta manera: “La pertinencia de esta cita no requiere explicación a mi parecer. Podría poner nombres propios a los incontables “Bárbaros” o “Brutos” que hoy pululan por España y por doquier, en el sentido de Eliot, claro está. Pero sería tarea interminable y que nos deprimiría más de lo que estamos ya, porque entre estos nombres figurarían los de la mayoría de los Presidentes, Vicepresidentes, ministros, políticos de todo signo, empresarios, banqueros y hasta no pocos intelectuales y opinantes. Lo peor con todo, es que si uno mira a su alrededor (no digamos a las redes sociales), comprobará que demasiada gente sin responsabilidad y poder responde también a la descripción, sobre todo en lo referente a”…es siempre de la opinión que en el momento sea, más conveniente, siempre está con la mayoría”.


Vayamos a la calle en donde la brutalidad  o bestialidad se manifiesta con toda su crudeza. ¿Qué vemos? Manifestantes que pretenden cambiar la injusticia institucional quemando contenedores, vehículos y los cristales de los aparadores, violencia policial desmedida, violencia de género, pedófilos, okupas que se apropian de las viviendas ajenas…


La insatisfacción social es el resultado de que no se tiene en cuenta el texto bíblico que encabeza este escrito. El hombre natural es “bárbaro” o “Bestias” aun cuando no lo manifieste. No llega a exponer el espíritu bárbaro o bestial que almacena su corazón con toda su crudeza porque Dios en su misericordia  impide que sus bajas pasiones se manifiesten.  Si no lo hiciese así el mundo se convertiría en un auténtico infierno. Esto no quita que lo que dice el profeta Jeremías sobre la condición humana se cierto: “¿Mudará el etíope su piel y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podéis vosotros hacer bien, estando habituaos a hacer mal?” (Jeremías 13: 23).


La máxima expresión del amor de Dios al hombre se manifiesta dando a su Hijo único a morir en la cruz por nosotros pecadores. La fe en el Nombre de Jesús convierte al “Bárbaro” o a la “Bestia” que hay en cada uno de nosotros en una nueva criatura. Es el nuevo hombre que no se sabe dónde encontrarlo. Lo que habíamos sido antes de la conversión a Cristo es cosa del pasado. El “Bárbaro” o la “Bestia” que habíamos sido, Cristo nos convierte en pacificadores movidos por el amor de Dios que ha derramado en  nuestros corazones. Por la fe en Jesús nos convertimos en nuevas persona que han dejado en el pasado el espíritu bárbaro o bestial que tanto mal nos impulsaba a realizar. El amor de Dios nos conduce a intentar amarle con todas nuestras fuerzas y al prójimo como a nosotros mismos, sea quien sea nuestro prójimo. Una sociedad enferma como lo es la nuestra necesita que más personas sean guiadas por el amor de Dios para que se cure de su enfermedad. La curación es responsabilidad de todos.

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