Los legisladores actuales se han acostumbrado, de una forma que yo llamaría indecente, a lo que se le ocurre (sea lo que sea) a alguno de esos personajes (masculinos, femeninos y neutros) de la rampante y vulgar moda de los pijos progres. Estamos observando en los últimos tiempos que el legislador actual se entromete en ámbitos privados sin ningún recato, creando normas para regular los modelos que necesita para la promoción de su disparatada, hipócrita dictatorial y subversiva ideología. Uno de los ejemplos de todo ello es el tinglado LGTBIQ+, y menos mal que, para no volvernos todos locos, tenemos la posibilidad cuando hay elecciones, de expulsar a ese personal legislador de la vida pública, pero todavía hay demasiada gente que les vota, que sigue de forma obstinada y empecinada sus dislates. Y, en democracia, ese procedimiento consagra los resultados dándoles aliento para un tiempo. La democracia es así... Así de paciente, por desgracia.
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